Los hay con suerte. Esos que casi rozando la treintena no tienen que ir al supermercado cada semana, no están pensando en cuando llega la factura de la luz o no hacen frente al pago de cada mes de la hipoteca. ¿Te pasas el día en el sofá de casa ajeno a la factura de la luz y la compra del súper? ¡Eres un afortunado! Pero no te creas que la vida independiente es solo eso...
Decimos suerte (no te lo tomes todo al pie de la letra) por no estar pendiente cada día de esos quehaceres, pero no por el hecho de tener la ilusión de vivir en un espacio propio, pero que todavía tiene que esperar por circunstancias personales y, sobre todo, circunstancias económicas que son las que al final deciden todo. Es así, al final el dinero manda en muchas cuestiones vitales, admitámoslo.
Y es que alquilar un piso (no ya decimos comprarlo) es una decisión importante que viene acompañada de un buen desembolso económico. Pero, los hay que, ni con esas se van del nido familiar; están contentos viviendo todavía en la casa en la que han crecido desde niños y por ahora no piensan abandonarla. ¿Dónde vas a estar mejor? les dice su madre.
Si en tu caso estás entre ambos perfiles, te damos las ventajas y las desventajas que tiene tanto vivir con tus padres como independizarte por fin del hogar familiar como nos explican unos verdaderos expertos en el sector inmobiliario, los profesionales de Adania.
Ni te imaginas la de jóvenes que han visto pasar por sus oficinas con ganas de volar del nido. Ellos son como tus segundos padres en esto de la independencia. Puedes confiar en ellos ya que saben de lo que hablan y quieren lo mejor… como si fueses un hijo más.
Lo bueno y lo malo de seguir en casa de tus aitas (sí, hay de todo como en botica)
¡Cuando vivas en tu casa harás lo que quieras! ¿Cuántas veces las madres han pronunciado estas palabras? Y es que vivir en casa de tus padres puede tener su parte cómoda (en cuanto a todo lo que es la intendencia de una casa y el ahorro que esto supone y que puedes destinar a tus salidas con amigos, tus caprichos de ropa o tus viajes por todo el mundo), pero estarás con nosotros en que lo lógico es que respetes ciertas normas de convivencia. No es tu casa, por así decirlo, y debes tener en cuenta ciertos detalles en cuanto a horarios, rutinas o preferencias en tu modo de vida o de convivencia.
De la misma manera, no es justo que salgas por la puerta y no des más explicaciones; un mínimo de comunicación es indispensable tanto si vives con tus padres, tu pareja o un amigo.
Esto viene al hilo de que no puedes hacer lo que quieras en tu casa familiar ni invitar a quien te plazca hasta las horas que sean.
No contarás con “toda la libertad del mundo”, pero al menos no tendrás que hacer un desembolso por vivir en casa de tus padres salvo que colabores con la economía doméstica… y con los quehaceres diarios de limpieza; es la casa de tus padres no un hotel. Tampoco necesitarás organizar tu presupuesto para todas las responsabilidades financieras que te tocan al final de mes.
En lo que se refiere a la parte del dinero, como nos recuerdan los responsables de Adania, la vida se vive de una manera más cómoda. O no. Y es que son muchos los jóvenes hoy en día a los que no les queda más remedio que seguir en el cuarto de su infancia ya que no tienen una solvencia económica que les permita hacer las maletas. Siguen viendo su póster de juventud justo antes de cerrar los ojos para dormir.
En resumen, vivir en tu casa familiar hará que ahorres más dinero (o no, si no eres muy organizado), tendrás comida deliciosa y calentita siempre que llegues (esas madres maravillosas…) y no te darás palizas limpiando todo (eso sí, haz el favor y colabora un poco que ya tienes una edad). A cambio, perderás libertad e intimidad… pero claro, no se puede tener todo a la vez.
Por fin, la ansiada independencia que querías
Los que sí cuenten con cierto respaldo económico o bien se lancen a la piscina (sin casi flotador o agua en el fondo) de vivir por su cuenta también se enfrentan a aspectos positivos y negativos. Y es que, como todo en la vida, todo tiene su parte más amable y su cara no tan agradecida. Al independizarse sucede lo mismo.
Entre lo bueno de tener tu propio espacio de una vez por todas (ya sea alquilado o en propiedad) está el disfrutar de la libertad de entrar y salir cuando uno quiera (no verás a tu madre con cara de pocos amigos de madrugada en el pasillo), tener tus propios horarios, que nadie te despierte pronto los sábados pasando el aspirador o con la radio a todo volumen o no dar explicaciones si esa noche no has dormido en casa.
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También es una ventaja (quizá al principio no lo veas como tal) el hecho de que ahora que vives solo aprenderás a hacer un presupuesto de tus ingresos reales para hacer frente a todos los gastos que conlleva el vivir por tu cuenta. Haznos caso, esto te hará madurar… aunque sea a base de golpes y de facturas que hay que pagar.
Lo malo, como en todo, es que en ocasiones la soledad (sobre todo si no es deseada) puede llegar a ser dura; no hay nada comparable con saber que una persona te espera en casa, especialmente cuando tienes un mal día con ese jefe que no te cae del todo bien.
Además, también estarás solo para todo el manejo de un hogar (comprar, limpiar, hacer la comida, pagar las facturas...) y esto hace que tengas que tomar decisiones sobre en qué inviertes tu dinero para que puedas vivir con tranquilidad cuando llegue el 30 de cada mes. Olvídate de caprichos diarios, ya que ahora te toca ser algo más responsable y ahorrador (sobre todo si cuentas con el presupuesto justo). Es lo que tiene vivir de manera independiente.