Tenían 13 y 11 años, pero no olvidarán la noche del 11 de diciembre de 1987, cuando su casa se tambaleó por efecto de una fuerte explosión que les arrancó del sueño y derrumbó su futuro. Los hermanos Pino se quedaron sin sus padres y su hermana, y de paso sin un futuro con esperanzas de vida normal. La popular periodista Pepa Bueno se ha hecho cargo de esta historia basada en hechos reales, y la aborda desde la perspectiva que le dan sus más de treinta años de ejercicio profesional informativo.

Vidas arrebatadas, ¿no hay nada de ficción en este libro?Vidas arrebatadas

No, pero es que cuesta creer que algunas de las cosas que les han pasado a los hermanos Pino sean realidad, pero sí que es una dura realidad todo el libro, que recoge el relato que he hecho de su peripecia. La vida que cuento es la pura realidad.

Dureza que empieza cuando ellos tenían 13 y 11 años.

Sí. Ha pasado el tiempo, porque fue hace muchos años cuando ETA puso la bomba en la casa cuartel de Zaragoza y arrebataba la vida de su padre, su madre y su hermana. Ese atentado les quita su casa, sus amigos, sus recuerdos y también su ciudad. Ellos se habían criado allí, pero la familia lo había hecho en Talavera de la Reina (Toledo), y cuando todo ocurrió se los llevaron para allá en 48 horas. Lo perdieron todo en un instante. Unos meses más tarde volvieron a perder otro territorio conocido, el de Talavera, porque ingresaban en el colegio de huérfanos de la Guardia Civil.

¿Y pudieron superarlo?

No, es evidente que no, es una herida muy grande y una sucesión de pérdidas terribles. Es difícil superar todas esas brechas que se abren en unas vidas que tenían todo por descubrir, y que estaban por vivir.

Para ser su primera novela ha escogido un tema muy duro...

El tema me escogió a mí. Llevaba mucho tiempo resistiéndome a escribir un libro porque respeto mucho el oficio de escribir. Tampoco entendía muy bien por qué debía hacerlo, aunque se da por supuesto que los periodistas tienen que escribir un libro. Pero cuando esta historia cayó en mis manos ya no pude resistirme más. Cuando llegó a mí me di cuenta de que era la historia la que pedía ser contada, y desapareció mi resistencia. Es ese tipo de tragedias íntimas que te atrapan y que se han contado menos.

¿Lo que ocurre después de un funeral, cuando las víctimas se quedan a solas?

Exacto. ¿Qué ocurre cuando el horror se instala en tu vida cotidiana? Cuando tienes miedo a meterte en la cama porque entonces llegan las pesadillas, y cuando tienes miedo de despertar porque es cuando te vuelves a dar cuenta de que la pesadilla que tanto temes no es un mal sueño, sino la verdad. El trauma que provocó ese atentado condicionó la vida de los dos hermanos, por eso, cuando esta historia llega a tus manos solo puedes contarla.

Si vamos a su vida profesional tenemos que decir que carga usted con muchas horas de radio en dos franjas horarias contrapuestas. ¿Es mejor la noche que la mañana?

Yo soy muy presentista. A mí me parece que lo que hago hoy, ahora, es lo mejor del mundo. Y si hablamos de horario, no hay ni color.

Trasnochadora, supongo.

Entre levantarte a las tres de la madrugada o acostarte a esa misma hora, prefiero acostarme a las tres. No hay comparación. Como periodista, este es un oficio que te mantiene muy fresca la mirada. Hace años miraba al día, a luz del día, para poner los carriles por donde circulaba la información.

¿La nocturnidad cambia la mirada?

Sí, claro. Mi mirada en Hora 25 es totalmente distinta. Es más reposada, recoges el día y quitas un poco la hojarasca y el ruido de toda la información para quedarte en el análisis. Escoges los temas y vas girando sobre ellos. Es también un ejercicio periodístico, pero diferente al de la mañana.

Aunque la materia prima sea la misma.

Sí, es cierto que tratamos con los mismos temas, a no ser que la actualidad se imponga por la tarde. Llevo muchos años haciendo información diaria en directo, me apasiona lo que hago, y aunque hay horarios que te cuadran mejor, para mí lo importante es estar al pie del cañón, a la hora que sea.

¿Concibe su trabajo sin el directo?

Ja, ja, ja€ Creo que no. Mi grito de guerra cuando estoy cansada es: ¡Quiero un programa mensual! Pero a pesar de los años, sigue siendo para mí muy estimulante la pantalla en blanco del ordenador y decidir cuál va a ser el relato del día. Era estimulante cuando lo hacía mirando hacia la mañana y lo es ahora que lo hago recogiendo. Eso se hace en directo, por supuesto. Supongo que también podría entusiasmarme haciendo un programa semanal grabado, pero el directo me sigue gustando; de hecho, es lo que más.

Cuesta mucho volver la vista atrás y verla a usted en un programa de televisión como Gente, con temas de sociedad y de sucesos.

Hay muchas cosas que forman parte de mi biografía profesional. Fui la directora del centro territorial de Televisión Española en Madrid en el año 1996. He sido también jefa de informativos en Andalucía, pero cuando ganaron el gobierno de España los populares echaron a todos los directores, y entre ellos a esta que te habla.

¿Le tocó hacer pasillos?

Sí, durante unos meses no tuve destino y estuve en los pasillos. Un productor ejecutivo de RTVE me propuso hacer Gente y allí me fui. Quería trabajar y aprendí haciendo sucesos.

¿Y le gustaban?

Lo dices como con escrúpulos€

No, en absoluto, pero es una sección que no suele gustar a la mayoría de los profesionales del periodismo.

Diré que el periodismo de sucesos es una escuela buenísima. Había que tomar determinadas decisiones que te enfrentaban con la realidad. Por ejemplo, elegir o descartar un plano. Decidir si una imagen añadía información o por el contrario solo dotaba al tema de morbo. Hacer sucesos en televisión fue un entretenimiento profesional estupendo.

Empezó a trabajar en el mundo informativo en 1991, y han pasado ya 30 años.

Alguno más, porque empecé cuando estudiaba la carrera. Mientras la hacía tuve unas prácticas en lo que entonces se llamaba Radiocadena, así que llevo más de treinta años en este oficio.

Y cómo ha cambiado el mundo...

Y que lo digas. Hay algunas décadas que no son lineales. Por ejemplo, la última. Desde que empezó el año 2000 hay saltos exponenciales en los cambios que ha sufrido el mundo. Ha cambiado mucho la manera de ejercer nuestra profesión. Seguro que tú misma, desde la prensa escrita, lo percibes. Es que no es lo mismo, nada ya es igual.

Y a su juicio, ¿para bien o para mal?

Para las dos cosas. De todas formas, los cambios son siempre muy estimulantes. Te renuevan la sangre en las venas. Estos cambios nos obligan a estar más vigilantes. Yo a esto le llamo oler el viento de la historia.

¿Hemos perdido ingenuidad?

La perdemos según cumplimos años y ejercemos nuestras profesiones. Sé que es un poco cursi, pero gusta saber por dónde van a venir los cambios, y para eso debemos saber oler el viento de la historia. Ni tú ni yo soñábamos con que nos iba a pillar una pandemia, ¿o sí?

Desde luego que no estaba en la lista de mis sueños.

Pues imagínate que en algún momento te hubieran dicho que ibas a trabajar en casa. No te lo hubieras creído. Eso sí, lo que hay que reconocer es la facilidad con la que nos hemos adaptado a la situación que se nos ha echado encima.

Quizá más que con facilidad tendríamos que decir con resignación.

Eso también es cierto. No nos ha quedado otra y estamos haciéndolo lo mejor que podemos, pero en el fondo, lo que llamas resignación también se puede llamar adaptación.

Vivimos en un bucle o en una ola que sube y baja envuelta en cifras y polémicas. En estos momentos estamos en un estado de libertades muy recortadas.

Estamos en un carrusel emocional. Es una experiencia global que estamos contando los periodistas, pero que también nos afecta como personas. Lo contamos, pero esta vez no estamos al margen de la noticia, no nos podemos quedar fuera. Es algo muy interesante. Aún no tenemos perspectiva para analizarlo, pero me resulta emocionante.

¿No te atrapa?

Más desde el nivel personal que desde el profesional. Echo de menos la antigua normalidad. ¿Volveremos?

Con un mundo muy cambiado y con una forma de ver la vida muy distinta. Estamos contando algo que a nosotros también nos afecta, y mucho. Vivimos sin hacer planes. Es hoy, no es luego, ni mañana, ni el año que viene. Es ahora. Estamos viviendo un experimento social impresionante. Habrá que investigar todo lo ocurrido cuando haya pasado el tiempo y la perspectiva sea más amplia. No volveremos a ser los de antes, aunque habrá una tentación enorme por volver a la que era nuestra vida antes de marzo de 2020. Lo que sí experimentaremos es una tentación enorme por recuperar el tiempo perdido.

Personal

Edad: 57 años (29 de enero de 1964).

Lugar de nacimiento: Badajoz.

Formación: Estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid.

Trayectoria: Empezó haciendo prácticas en Radiocadena y desde entonces no ha parado. Ha sido directora del centro territorial de RTVE en Madrid, ha pasado por el programa Gente, durante cinco años estuvo al frente de Los desayunos de La 1, desde 2009 hasta 2012 estuvo en el Telediario de la noche, y un año más tarde cambió el registro y se puso al frente de Hoy por hoy (Cadena Ser), espacio radiofónico en el que estuvo hasta 2019, cuando se anunció que iba a dirigir y presentar Hora 25.