De Angelita dice que es un personaje que tiene muchas caras, que es una mujer fuerte y simpática, pero también muy manipuladora. Interpreta a una abogada que se cruza en el camino de Antonio, el padre de una niña desaparecida diez años atrás, y que busca desesperadamente pistas para llenar el vacío y la amargura de toda una década sin la pequeña.
¿Cómo es Angelita, su personaje en Perdida?
Responde a una mujer con mucho carácter. Es abogada, una mujer preparada para todos los embates de la vida. Se ha abierto camino en otro país, en un mundo muy masculino. Y ella también es madre.
¿Una mujer en la que se puede confiar?
Sí y no, porque es una mujer muy manipuladora. Le da igual con quién o para quién trabaja, y puede obrar en su propia conveniencia o en la conveniencia de sus clientes. Pero también es una mujer que derrocha simpatía, que tiene mucha chispa, que es una bomba.
¿Qué le parece esta serie que ha rodado para Antena 3?
Que es muy dura y tiene un argumento impresionante. Perder a un hijo tiene que ser algo insuperable, un infierno. En este caso, es la historia de dos padres que pierden a su hija y sigue el desarrollo de todo lo que hacen para poder recuperarla. Si hay algo terrible son las desapariciones.
Quien las ha sufrido dice que son peor que la certeza de la muerte.
Es que a un hijo muerto le puedes enterrar, sabes dónde está. Tienes la tranquilidad, entre comillas, de saber qué le pasó. Pero si hay algo trágico y angustioso es que no sepas nada de ese hijo, que ni siquiera sepas si está vivo o muerto.
Pero siempre queda un resquicio para la esperanza...
Sí, es cierto que puedes mostrarte un poco positivo, pero según va pasando el tiempo y no se produce la aparición, la esperanza va evaporándose. Vivo en un país (México) en el que desaparece tanta gente y donde la situación es tan extrema a veces que me hago cargo de lo que puede suponer una desaparición. Perdida es la historia de una pareja que no sabe si su hija está viva o muerta, porque desapareció hace diez años, cuando tenía cinco, pero ahora hay una nueva pista y el padre se tira de cabeza a por ella.
Será un personaje mucho más suave que el representó en la serie Vis a vis, donde su rol, Altagracia, era el de una mujer sorprendente y contradictoria.
Mis personajes siempre son así. A veces me pregunto: ¿Por qué siempre me convierten en esa mujer tan mala? La verdad es que sí, mis personajes muchas veces son malvados, pero con un punto de cercanía que logra la empatía del espectador. Quizá la gente le prestó por eso tanta atención a mi personaje, porque era muy auténtico. Altagracia fue un personaje divino de hacer, era mala, pero cuando entrabas dentro de esta mujer y la conocías comprendías por qué es así.
Más que a mujeres malas, interpreta usted a mujeres fuertes, mujeres con carácter, ¿no?
Sí, y he tenido esa suerte. El personaje puede ser malo o bueno, pero siempre ha venido determinado por la fortaleza que tiene. En ocasiones he hecho a mujeres malas y otras a mujeres sometidas, pero que siempre están ahí, resistiendo. Sufren o hacen daño, pero lo suyo es luchar. Son mujeres echadas hacia adelante.
¿Cómo llegó a las producciones españolas?
Cuando acabé la carrera de interpretación tenía 23 años y viví algún tiempo en España. Pero realmente mi oportunidad para trabajar allá me llegó con la película El autor. El director de esta película, Manuel Martín Cuenca, me había visto en La tirisia (me dieron el premio Ariel por ese trabajo), y le gustó lo que hacía. Después me ofrecieron ese personaje tan maravilloso que fue Altagracia y ahora ha llegado Perdida. Estoy encantada con estos proyectos.
Ha hablado de que está muy acostumbrada a las desapariciones en su país. ¿Cómo ve la situación de México?
Uf, es muy dolorosa, y también es doloroso que sea algo a lo que te puedes acostumbrar. Lo oyes tanto que parece que no afecta. Pienso que es algo que no debemos normalizar, por mucho que lo estés viendo todo el rato. No puedes no dolerte de la situación que padecemos. Todos vivimos casos más o menos cercanos. Una chica que desapareció, aunque afortunadamente se resolvió todo bien y volvió, estaba relacionada con un primo de mi exmarido. Todo lo que está ocurriendo es el colmo. Duele mucho ver lo vulnerable y frágil que eres. A mí también me secuestraron una vez.
¡Vaya!
Sí. Fue un secuestro exprés, que se resolvió y lo puedo contar años después. Afortunadamente pude volver a mi casa, con mi familia, pero hay gente que no lo puede contar y que nunca vuelve. Existen muchas familias destrozadas, gente que no tiene esperanzas de ver a sus hijos. En México hay mucha violencia.
Una violencia que se ha recrudecido, porque el suyo no era un país tan extremo como lo es ahora, ¿no?
Cierto, pero es verdad que puedes salir a la calle, aunque siempre con precauciones. Tampoco vamos a demonizar a mi país, porque cualquier lugar puede resultar peligroso, pero es verdad que el crimen organizado y el narcotráfico hacen de México un país muy difícil.
Volvamos a su profesión. ¿Qué nuevos proyectos tiene a la vista?
Estoy en el rodaje de una serie que se llama Coyote, con un elenco estupendo. Se estrenará este año y es de Paramount. Tiene que ver con la frontera en México y Estados Unidos.
¿Y cómo es su personaje ahí?
Se llama Silvia, y vuelvo a interpretar a una mujer con mucha fortaleza. Vive en el norte del país, es dueña de un establecimiento de comidas en la playa y sirve pescado, lo típico del lugar. Este restaurante está situado en un lugar de paso y por allá transitan muchos emigrantes. Mi personaje está cerca de esa problemática que a día de hoy es tan actual. Son muchos los que pasan a pedirle comida porque no tienen recursos, y Silvia no puede ser indiferente a las situaciones que viven estas gentes. Nunca va a negarles su ayuda.
¿Un paralelismo con la vida real en la frontera entre ambos países?
Podría entenderse así. Ella comprende por qué esa gente recorre miles de kilómetros a pie o en tren arriesgando sus vidas y las de sus hijos para tener una vida mejor.
Trump, y volvemos a la vida real, está más que empeñado en construir un muro que contenga a toda esa gente.
Es un tema de fronteras. En todo el mundo hay fronteras que hemos puestos nosotros, los humanos, pero al final, la gente con necesidad de buscar algo mejor va a querer salir siempre, no hay muros que puedan contenerla. Va a haber más dificultades. Pienso que es una barbaridad, porque estamos en el mismo planeta. ¿Dónde queda la parte humana si no podemos movernos para encontrar una mejoría? Es triste que desde ese no dejar pasar a la gente se generen conflictos, agresiones, que se tenga miedo? Resulta complicado.
Aunque hay prevención en todo el mundo ante la emigración.
Sí, pero la mayoría de la gente que se va de su país es porque busca una vida mejor. Es cierto que hay personas que buscan el mal, pero es gente de todas las nacionalidades, no solo de algunas. Hay personas en México que lo único que quieren es poder trabajar en paz y no tener miedo a salir a la calle y que puedan ser secuestrados, pero muchos que están arriba no se mojan, así que los que padecen siempre son los de abajo. Se hacen políticas que generan mucha impotencia social, porque pagan los que menos tienen, y se cierran las puertas en las fronteras mexicanas argumentando tráfico de drogas y son ellos, los de Estados Unidos, quienes más las consumen. Todo es ilógico. Lo que tiene que quedar muy claro es que la mayoría de la gente que abandona su país es porque busca una vida mejor y no quiere hacer nada malo, solamente trabajar.
PERSONAL
Edad: 40 años (13 de enero de 1980).
Lugar de nacimiento: México.
Formación: Estudió Literatura Dramática y Teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México. Durante dos años recibió clases de danza en Barcelona.
Trayectoria: Tiene una larga trayectoria profesional en Hispanoamérica. Coprotagonizó junto a Javier Gutiérrez El autor y fue candidata al premio Goya a la mejor actriz revelación. En Vis a vis dio vida a uno de los personajes secundarios más peculiares, Altagracia. En Perdida, de Antena 3, se ha convertido en abogada.