Eso dijo ayer aquí mismo mi compañero de columnas televisivas Txerra Díez Unzueta: aseguraba que MasterChef junior era rizar el rizo de la explotación de un producto televisivo. Seguramente todavía no conocía la frase de Josetxo, que es el chaval ganador de la presente edición: “Los grillos están malísimos. Dije que estaban buenos pero los poté”. Y esta es la metáfora televisiva válida para cualquier concurso. Uno dice lo contrario a lo que piensa con tal de seguir adelante. Y está claro que los concursos funcionan. Funcionan porque satisfacen esa parte de señores del visillo que todos tenemos. La tele nos guarda además el anonimato. Eso de momento, porque pronto con eso de la tele a la carta y la televisión de pago nuestros gustos van a quedar expuestos más de lo que nos gustaría. Dejamos rastros que indican nuestras aficiones, incluidas los más secretas. No se asusten. No les quiero meter miedo ni nada de eso. Simplemente digo que lo lógico es que además, exploten esa información privilegiada que les damos. En el futuro -perdón por si muchos de ustedes ya están instalados en él-, nuestras compras compulsivas las haremos sobre todo cuando estemos eligiendo los canales de televisión. Será como la constatación de que ya nos da igual el qué dirán. Nuestros vendedores conocerán tan bien nuestras manías que nos van a obsequiar constantemente justo con lo que estábamos deseando. Bueno, todavía nos queda un poco de margen para el despiste. Puede que en nuestras búsquedas hagamos recorridos hacia secciones digamos más recomendables para que no nos encasillen. Al fin y al cabo, esto lo venimos haciendo desde siempre. Durante años a la pregunta de qué programa se veía, una gran parte contestaba que los documentales de La 2. Luego los audímetros se encargaban de decir que esos documentales no los veía casi nadie. Ahora estoy en la tarea de inventarme nuevos trucos para despistar a quienes, además de rizar el rizo, nos vigilan.