Si hay algo que a estas alturas no puede extrañarnos por mucho que no nos guste, es que en el futuro la televisión esté repleto de series de superhéroes basados en futbolistas de verdad. El mundo parece que girara en torno a un puñado de jugadores de elite que hacen el agosto en forma contratos millonarios y de donar su nombre para que los niños lo lleven como uniforme en sus camisetas. Así que tenía que llegar: el futbolista del Real Madrid Cristiano Ronaldo anunció la semana pasada que cederá su imagen para que sea un superhéroe animado en la serie Striker Force 7, producidos por dos empresas que no venden camisetas si no mercadotecnia digital. Un concepto éste que no tengo muy interiorizado pero que intuyo que busca atrapar la atención del público infantil, no ya a través de cómics a la antigua usanza, si no más vinculado a móviles y videojuegos de última generación. Es tal la atención global al fútbol, que no iban a dejar pasar la oportunidad de ofrecer a las estrellas del balompié al margen de salvar el mundo de las personajes malvados que quieren apoderarse de él. No descarten que en esta nueva remesa de nuevos héroes se postulen Donald Trump -para quien ya siente que tardan en ofrecerle el premio Nobel de la Paz- o, por qué no, el reelegidísimo Vladímir Putin, al que se le podría emparejar con Leo Messi para cerrar la cuadratura y hacer ya una serie que se pueda poner en televisión con garantías de que se vea en todos los continentes. Cualquier guionista atrevido sabrá cómo mezclar el fútbol con la tecnología nuclear de última generación y crear giros dramáticos interesantes. Qué se yo: un zambombazo del portugués que desvíe un misil ruso a punto de caer sobre la Estatua de la Libertad o un balón que lanza Messi y da en la entrepierna de Trump impidiéndole apretar el botón de su arsenal nuclear contra Irán. Los románticos nos dejaremos de novedades y seguiremos viendo el fútbol y las guerras como toda la vida: por la televisión.