La Nochevieja de 1987, los españoles que celebraban la entrada del nuevo año viendo el programa especial de TVE quedaron boquiabiertos con la actuación de una joven cantante italiana. Durante la interpretación de la exhuberante artista de 19 años, un pecho asomó de su ajustado top mientras cantaba al ritmo de Hot Girl, éxito musical de la temporada. La centralita de RTVE se colapsó aquella noche de llamadas de telespectadores indignados. Treinta años después, la artista compagina su carrera musical encima de los escenarios con su faceta como madre y esposa, sin perder ni una pizca de la sensualidad que la encumbró en la lista de las más deseadas.
La imagen del seno al descubierto de Sabrina Salerno (49) forma ya parte del recuerdo televisivo de muchos españoles. Sobre la anécdota existen infinidad de teorías. Algunas afirman que el descuido fue intencionado, pero la propia artista reconoció que fue un error del que no supo nada hasta que el programa se emitió y el destape se convirtió en la comidilla del momento. “Mientras cantaba yo noté que algo no iba bien”, contó la cantante en una entrevista a Vanity Fair. “Cuando terminé, la gente que estaba trabajando conmigo entonces me dijo: ‘No te preocupes, no ha pasado nada’”. El programa se grababa a principios de diciembre y no fue hasta su emisión el 31 de diciembre que la artista descubrió lo que había ocurrido. En ese momento, Sabrina Salerno ya era de sobra conocida en Italia, Francia o Reino Unido y aquella imagen terminó por catapultarla a la fama también en España.
En 1987 Sabrina lanzó Summertime Love, una canción de pop ligera, con ritmos ochenteros y cuyo videoclip, rodado en una playa veneciana, fue incluso censurado en algunos países. Vendió más 20 millones de discos en Europa y Latinoamérica convirtiéndose en la canción del verano de aquel año con un pegadizo estribillo en inglés, aquel mítico “boys, boys, boys”. El disco llegó a alcanzar el tercer puesto de los más vendidos en Reino Unido, un auténtico triunfo tratándose de una artista italiana. Y ella, con un físico espectacular que sabía cómo explotar, se convirtió en la bomba sexual del momento. Sólo Samantha Fox, otro mito erótico de la música de los años 80, consiguió hacerle algo de sombra. La presunta rivalidad entre ambas, alimentada por los medios especializados, llegó a su fin cuando en 2010 publicaron un LP juntas con una versión del Call Me de Blondie.
El fenómeno Sabrina tuvo su mayor apogeo en España a finales de la década. Todos los jóvenes de la época aún recuerdan sus curvas, sus letras pegadizas y hasta el merchandising que se comercializó con su nombre: desde un chicle hasta un videojuego inspirado en ella. Pero el éxito le pasó factura. La cantante sufrió una fuerte depresión que consiguió superar gracias al apoyo de su familia. “Parecía una tigresa, pero por dentro me moría de miedo. Tenía ataques de pánico antes de salir al escenario”, admitió en una entrevista. “Cuando tenía 24 años, después del éxito y la gira por Latinoamérica, no pude más”.
Después de un parón, y sin dejar de lado la música, supo cómo reinventarse. Se convirtió en un rostro habitual de la televisión y el teatro.
Treinta años después de aquel éxito, con escándalo incluido, Sabrina Salerno continúa llenando conciertos, sobre todo en Rusia y Francia, donde mantiene un público fiel y sigue siendo una auténtica estrella. Acaba de terminar una larga gira por el país galo y a principios de diciembre se estrenó su última película, Stars 80...la suite, dirigida por el francés Thomas Langmann, donde se interpreta así misma.
A punto de cumplir 50 años, la exhuberante artista mantiene un físico espectacular trabajado con horas y horas de gimnasio y una sana alimentación. Compagina su carrera con una vida familiar estable desde hace más de 20 años. Vive en Mogliano Veneto, un pueblo cerca de Venecia, con su marido, el empresario Enrico Monti, y su hijo de 13 años, Luca Maria. “Ser padres es muy difícil, diría que es más fácil tener éxito en el mundo de la música que criar a un hijo”, asegura.