PAMPLONA. El reportero y deportista Miguel De la Quadra Salcedo (Madrid, 1932), navarro de adopción, ha recibido a lo largo de su trayectoria numerosos galardones y reconocimientos a su labor. Recientemente, el pasado mes de abril, fue nombrado doctor honoris causa por la UPNA por su trayectoria personal y en atención a sus méritos relevantes en el ámbito de la formación de jóvenes en valores. Miguel de la Quadra Salcedo, sobrino del tenor roncalés Julián Gayarre, nació en Madrid en 1932, pero a los 4 años se trasladó a Pamplona. A partir de ahí comenzó un polifacética carrera deportiva, cultural, educativa y periodística por medio mundo.
En 2009 recibió la Cruz de Carlos III el Noble en reconocimiento a "su gran proyección pública, durante muchos años, como atleta de alta competición, periodista y promotor de proyectos de encuentro y cooperación entre jóvenes", que además "ha contribuido de forma destacada a la proyección y el prestigio de la Comunidad foral".
- ¿Se considera el heredero televisivo de los grandes aventureros?
-No hombre eso no es así, lo que pasa es que ha sido toda una vida haciendo un estilo de cosas primero como corresponsal en Iberoamérica, estuvimos en Valle Grande cuando mataron al Che, en Vietnam... poco a poco vas sumando cosas porque es mucho tiempo y al final te quedas con una historia por detrás que te marca , pero nada más.
- De toda su experiencia periodística ¿con que se quedaría?
-Para mí hay dos recuerdos especialmente impactantes. El primero mis tres años en el Amazonas donde creo que aprendí realmente el valor de las cosas. El segundo fue la Guerra de Eitrea con el Frente de Liberación de Eitrea recorriendo durante casi un mes las montañas de Etiopía.
-¿Quema mucho ser corresponsal de guerra?
-Bueno, la verdad es que ves como poco a poco te vas insensibilizando hacia cosas que cambian tu escala de valores hasta que al final dejas de ser objetivo y lo mejor es dejarlo. Yo creo que no se puede mantener durante mucho tiempo, es mejor volver a los temas históricos, a la documentación, porque de las guerras al final, te queda la duda de si has sido justo analizando los problemas y puedes llegar a pensar que comunicas algo que no es verdad. Creo que ésta es una responsabilidad tan delicada y tan importante que por eso lo dejé.
-¿Acaba haciendo suyos los problemas del país?
-¡Claro!, y el que diga lo contrario miente. Cuando vas a guerrillas como el Frente de Liberación de Eitrea, en el norte de Etiopía, acabas tomando partido por unos y al final te ves que estás ya implicado.
-Por tanto, en estos casos ¿no existe la objetividad?
-Yo creo que no. Es muy difícil ser objetivo y a veces apoyas causas que en realidad no son tan justas. Lo que hay que hacer es que los jóvenes, a través de la cultura lleguen y descubran ese mundo antes de que tengan 20 años y que los grupos de presión se apoderen de ellos.