De vez en cuando nos llega la voz de la conciencia. Avisamos de que nuestras críticas a la tele son para que no muera. Vamos, que por más que hablemos de el hartazgo del reinado de Belén Esteban, en el fondo nos gustaría otro tipo de televisión que, según quien mandan en este negocio, no es posible. Por eso aparecen otros canales de la oferta de televisión digital que siguen creciendo y que además luchan contra la piratería de los contenidos gratuitos que muchos siguen pescando en internet. Tal es el éxito de alguno de estos canales que deciden especializarse; ahí encuentran su nicho de mercado y por lo tanto su viabilidad. Es el caso de WWE Network, que es la plataforma de internet que emite y distribuye el campeonato de lucha libre. Un acontecimiento que ya no está en la tele convencional y que fíjate tú que ya tiene 1,22 millones de suscriptores en el mundo. La admirada y denostada lucha libre ha conseguido su particular rincón planetario al que cualquiera puede entrar abonando unos 9 euros al mes. Algo tiene que tener este deporte, espectáculo o lo que sea que a mí se me escapa. Lo digo porque no crean que se conforman con esta cifra: aseguran que pueden conseguir cuatro millones de suscriptores en apenas un par de años. Dicen que la media del tiempo que un espectador tipo ve lucha libre anda por los 188 minutos al año, que viene a ser unos cinco minutos al día. Y se me ocurren un montón de cosas a las que uno dedique cinco minutos de ocio al día incluido el echarse una cabezada o subir y bajar las escaleras desde el portal. Cinco minutos es todo lo que una mente dispersa puede concentrarse viendo los discursos de El Gran Wyoming o Buenafuente, los extractos de GH VIP o los resúmenes futbolísticos. Afortunadamente intuyo que hay otros muchos que prefieren dedicar ese tiempo y algo más a otras cuestiones de pareja cuyos estímulos no están precisamente ni la en lucha libre ni en la mayoría de la programación televisiva.
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