Madrid - El periodista malagueño Carlos García Hirschfeld (1964) inició su carrera en la radio y después saltó a la pequeña pantalla, donde se convirtió en un chico Hermida.

Es la segunda vez que se pone al frente de ‘Seguridad vital’ ¿Cómo lo afronta?

-Con muchas ganas e ilusión porque, en general, cuesta mucho poner en pie un programa, y hacerlo una segunda vez es más complicado. Agradezco mucho que TVE haya apostado por un espacio de servicio público y de educación vial porque al final se trata de trasladar a la gente los mensajes de instituciones y fabricantes para que la gente tome conciencia de lo peligroso que puede ser ponerse al volante si no se toman unas mínimas precauciones.

¿Faltan espacios divulgativos?

-En general, en los medios, todo lo que suena a divulgación genera una especie de alergia. Parece que lo que van a hacer es un ladrillo y la divulgación no tiene por qué ser aburrida. Es raro encontrar televisiones que apuesten por programas divulgativos y cuando se producen apuestas de este tipo es en canales menores o en horarios complicados. Es de agradecer a TVE que nos haya puesto en un horario visible (sábados a las 13.00 horas).

¿Cómo se hace más atractivo un programa divulgativo?

-Es el espectador el que decide si es atractivo o no. Si al final a la persona que está en casa no le parece bonito, pues no lo es. En general, los periodistas, y más en televisión, tendemos a pensar que la gente no nos ha entendido cuando un programa no funciona, y la gente te entiende perfectamente. Le gusta o no le gusta. Nosotros nos preocupamos de que la media hora que dura sea lo más entretenida posible sabiendo que lo que se cuenta son cosas serias y no se puede frivolizar. Intentamos que los contenidos que podrían ser duros entren de manera más amigable. Si el programa es atractivo o no, lo dirá la gente que lo ve.

¿Cuál es el estado de salud de la televisión en España?

-Está viviendo una cruda realidad posterior a un sueño muy pretencioso que tuvimos hace unos años, cuando todos atábamos perros con longanizas. Hubo una explosión tremenda de canales, se suponía que la retirada de publicidad en TVE iba a hacer que todos esos canales recibieran una parte del pastel. Todos íbamos a ser superfelices, los productores íbamos a vender un montón de programas, los trabajadores iban a tener unos sueldos magníficos y todas las televisiones iban a sobrevivir. Fue una ensoñación que condujo a una pesadilla. Había un montón de grupos de comunicación que habían recibido televisiones y no sabían qué hacer con ellas porque no tenían dinero para producir contenidos, ni experiencia para hacerlo. El resultado es que hay un sinfín de televisiones que están emitiendo una programación realmente mala. Y ello, unido a la concentración de dos grandes grupos y a la caída de la inversión publicitaria, ha hecho que el sector haya pasado los tres peores años de su historia. Veo una mínima recuperación pero siguen sobrando canales.

¿En qué ha variado el oficio con Internet y las redes sociales?

-Las televisiones lo están haciendo bien, se han dado cuenta de que muchísima gente está en otras plataformas. Han sido conscientes y tienen herramientas muy potentes para competir, pero lo que no se ha ajustado es cómo el mercado publicitario valora Internet. Esa falta está haciendo sufrir mucho a televisiones y productores, que han visto cómo de repente la crisis publicitaria ha coincidido con una dispersión de ofertas que hace muy difícil medir si has tenido éxito. Internet es bueno porque le ha puesto las pilas a todo el mundo, aunque el sector sigue pendiente de que esa reconversión termine.

Empezó en radio, estuvo en el equipo fundacional de Antena 3TV, puso en marcha el primer informativo local de Madrid y en 1991 se incorporó al plantel de colaboradores del programa de Jesús Hermida. ¿Qué aprendió de él?

-Establecimos una química especial y hemos mantenido esa amistad hasta que se ha ido. Lo primero que aprendí es a exigirme como periodista. Es verdad que era un jefe muy duro, pero era un tío adorable, tenía una generosidad extraordinaria con los equipos. Y por encima de todo, su principal enseñanza fue la forma de enfrentar el periodismo: su sentido ético de las cosas, de intentar no hacer daño jamás a nadie, de no mentir nunca. Hacía un periodismo muy serio en un medio como la televisión, que puede conducirte a pensar que es más importante entretener que mantener la cabeza fría y ser riguroso. En un medio que muchas veces tiene tantas dosis de frivolidad, Jesús -conocedor de la televisión espectáculo- fue siempre un tipo riguroso. Es un espejo en el que me gusta mirarme.