ESTA semana en Cuéntame cómo pasó recrearon, a su manera, el envenenamiento producido por el conocido como aceite desnaturalizado de colza. Miles de afectados por una neumonía atípica y que pusieron en vilo a todos los ciudadanos contra los chanchullos en la cadena alimenticia. El capítulo fue malo de solemnidad, pero muy atrevido. Tuvo su momento álgido cuando el mayor de los Alcántara dio a probar aceite a su hija y luego interrumpió la misa dominical del barrio para exigir su inocencia en aquel país en plena crisis económica. Ahora las malas señales económicas se instalan en el devenir mismo de la televisión. La tele de pago, por ejemplo, está sufriendo una caída constante desde que comenzara la crisis de verdad, no esa de la que siempre nos hablan los Alcántara: Italia y España son los países donde más bajas se registraron. Un dato que muestra que el nivel del agua al cuello al que se refería Rajoy en el Debate del estado de la Nación, es más bien un tsunami como el de la película de Bayona, que arrasó en la noche de los Goya y que nos está ahogando a todos. Los datos hablan por sí solos. En 2012, 800.000 clientes italianos se dieron de baja y ahora apenas 8 millones disfrutan de esta oferta televisiva privilegiada. Aquí los números son de 200.000 bajas que dejan un total de 4,3 millones de espectadores que pagan por la tele que reciben.
Datos que no auguran nada bueno para este año y que hay que sumarlos a la bajada de la publicidad. Resulta que por primera vez en la historia del medio televisivo el número de anuncios ha descendido cerca de un 10%. Un porcentaje que sube y mucho, el nivel de las aguas desde el cuello hasta más arriba de la nariz, con lo que sobrevivir, a pesar de lo que diga Rajoy, va a ser una cuestión de muchos pulmones y de bajar el pistón de las producciones. Malos tiempos para la televisión.