DICE María Teresa Campos en una entrevista que le hace la Elizabeth López en su libro Comunicar en televisión que la profesión de presentadora "está jodida". Es posible que la crisis haya hecho que estos grandes privilegiados del panorama televisivo vean tocados sus sueldos y se refieran a eso. La verdad es que el de presentador es un coto cerrado, un clan de sota, caballo y rey en el que difícilmente se producen incorporaciones. Las cadenas apuestan por caras conocidas y les da igual ponerlas en diferentes programas. ¿Cuántos concursos han presentado Jesús Vázquez y Carlos Sobera? Una respuesta solo al alcance de estudiosos del tema, pero que supera con creces la docena. Hay muchos presentadores que se quejan precisamente de que no se apuesta por gente nueva y que así es muy difícil que la profesión se regenere. De hecho hay una tendencia televisiva a que los presentadores de informativos alcancen la máxima longevidad; como si su credibilidad dependiera mucho de los años que lleven en pantalla. Y no hay más que echar un vistazo al panorama para deducir que Prats y Piqueras, pese a su relativa juventud, llevan media vida leyéndonos las noticias. El maestro Haro Tecglen ya apuntaba en sus columnas de televisión en la década de los 90 que Ana Blanco seguía siempre, daba igual que las elecciones las ganara el PSOE o el PP. Y mírenla: ahí sigue sin despeinarse 20 años después. Y lo mismo le ocurre a Hilario Pino. Aquel que comenzara medio calvo en Canal+ y que se hiciera famoso por su guiñol y hoy aparece en Telecinco con implante capilar incluido más joven que en sus inicios. Y venida del más allá de su batalla contra la leucemia regresa Concha García Campoy, una de las más veteranas. Sale de la (esa sí) jodida batalla de la quimioterapia y vuelve a su sitio. ¡Enhorabuena campeona!
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