JULIO Iglesias se niega en rotundo a que cuenten su vida en una serie de televisión. Dice que él es la única persona autorizada para narrar lo que le ha ido pasando. Algo de razón tiene el autor de Hey, pero me temo que una cosa es lo que uno piense y otra que luego te saquen los colores en televisión como le sucedió a la Pantoja y así. Pero está bien que este cantante mundialmente conocido muestre su lado pudoroso. Lo cierto es que Iglesias es todo un icono televisivo tanto o más que Torrespaña. La torre de transmisión de señal que cumplió esta semana sus 30 años y que todo el mundo la conoce como el Pirulí. Uno de los edificios más conocidos y populares de Madrid, bajó el que me tocó vivir siete años, y que se montó con motivo del Mundial de Fútbol del 82. Tres décadas en las que la televisión ha cambiado poco, vaya más o menos como Julio Iglesias. José Luis Moreno, Uribarri, Matías Prats, esos ya estaban entonces. Hasta a José Mª Íñigo que acaba de presentar Eurovisión le han reestrenado en alguna televisión de la Meseta su programa Directísimo. No existían entonces Sara Carbonero e Iker Casillas. Seguramente, la pareja de moda mientras dure la Eurocopa. El plató que ha instalado Mediaset (es decir Telecinco + Cuatro) está colocado enfrente del hotel de concentración, al lado de los campos de entrenamiento. Lo suyo estos días va a ser un amor de pantalla. La pareja vive apenas a unos metros y está condenada a seguirse a través de la televisión. Dicen que han anulado la boda que tenían pendiente. Conociendo los alardes televisivos de ambos, lo mismo se casan al final del partido si la selección gana la Eurocopa. Qué mejor colofón al espectáculo mediático mundial, que un final feliz con boda incluida. Bueno quizás mejora si la Carbonero deja a Casillas y se lía con Piqué ¿No?
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