Una de las imágenes más divertidas de ayer fue la de ver el paralelismo entre la imagen de los recortes de Soraya Sáenz de Santamaría copiando la puesta en escena de Lisa Simpson. Nunca antes se había visto que la política copiara a los dibujos animados. Puede ser una apuesta inteligente la de copiar a quien lleva veinte años siendo líder de audiencia. Aunque esto puede cambiar porque parece que sobre TVE vuelve el fantasma de la publicidad. Ésa que acabó en otras cadenas y cuya recuperación puede dejar muy tocado el sector. Ha acabado el año con el liderazgo de la televisión pública gracias al apoyo que series como Águila roja o Cuéntame reciben por parte del público. Entre otras razones porque su visión no se resiente con los porcentajes que obligaban a alargarlas en veinte minutos por capítulo. TVE ha recuperado el liderazgo gracias a que deja su financiación a los Presupuestos Generales del Estado. El juego de la política bipartidista empobrece los objetivos del medio según quien gobierne y crea una inestabilidad en los mercados que poco ayuda a los medios. En TVE han demostrado que el ejemplo de televisión pública puede alcanzar el liderazgo con unos contenidos poco ambiciosos y que el espectador valora positivamente que le ahorren los minutos de publicidad. Hay un estilo televisivo en TVE que funciona y que está relacionado con el recuerdo y la fibra nostálgica que es el que repiten hasta la saciedad. Se trata de sacarse de la chistera una nueva versión de Aquellos maravillosos años, mostrando una parte de su monumental archivo. Hasta series como Amar en tiempos revueltos beben de este espíritu de volver a escribir la historia. Una historia que repite los mismos personajes y que tiene el himno del La, la, la de Massiel como eterna novedad. Una tele que a veces es pura pesadilla.
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