vitoria. Alicia Gómez Montano no se muerde la lengua. Defiende a Alberto Oliart pocas horas después de su dimisión y habla de los medios y del periodismo con una claridad muy poco habitual.
El miércoles dimitió el presidente de la Corporación. ¿Qué ambiente se vive en la casa?
Estas cosas siempre se viven con un sentimiento de sorpresa y estupor. Después, la gente se pregunta por qué y qué consecuencias tendrá. Personalmente, siento que se vaya. Alberto Oliart tenía valor añadido: era un hombre de consenso, sin más ambiciones que las de ser un buen servidor público. No sabía mucho de televisión pero lo sabe todo de algo mucho más importante: de principios a la hora de defender un modelo de calidad e independiente. Los que tenemos que saber de televisión somos los trabajadores.
En la gala de entrega de los premios de la Academia usted hizo una apología de la televisión pública. ¿Como sistema o de esta etapa?
Las dos cosas. Yo defiendo la tele pública. Creo en el servicio público de televisión, en la tele que pagan directa o indirectamente los ciudadanos, porque pienso que la buena televisión pública es la menos contaminada y la que solo responde (o solo debería responder) a los intereses de los ciudadanos, es la que si está bien hecha le da más garantías. Sin embargo, creo que una de las reformas que quedan pendientes en este país es la consolidación del modelo público. Ahora previsiblemente se va a producir un cambio en la política estatal. Las intenciones de los que vengan serán importantes.
Uteca ha logrado que TVE renuncie a la publicidad, quiere que se quede sin retransmisiones deportivas, sin cine de Hollywood,...
Ante la codicia de los que desde Uteca no quieren que haya televisión pública, que pretenden que estemos solo para dar la señal de la Cumbre Iberoamericana o las audiencias del Rey, yo pienso que la televisión pública tiene que tener público. Para esto debemos hacer lo que dicen los estatutos de la BBC: satisfacer alguna de las necesidades de todos los ciudadanos que la pagan.
¿No ha lamentado alguna vez su fidelidad a la televisión pública?
No, lo que he lamentado en algún momento es ver cómo se estaban haciendo las cosas de una manera partisana, actuaciones a mi juicio deontológicamente y éticamente poco correctas. Lo he lamentado y hasta donde he podido lo he denunciado. Salir a la calle y ver que te gritan "televisión, manipulación" es muy duro. Y eso ha pasado, como les está pasando ahora a los compañeros de otras teles públicas como Telemadrid o Canal Nou.
Esta vinculada a 'Informe Semanal' desde 1996. ¿Se podía imaginar que quince años después iba a seguir en el programa y además iba a ser la directora?
Ni de lejos. Tampoco me imaginaba que iba a ser periodista, entre otras cosas porque no tenía vocación. Tampoco era mi intención estar en la tele, me gustaba más la radio. Y aún más, creía que el periodismo con mayúsculas es el que se hace en la prensa impresa. Respecto a Informe Semanal, no lo pedí yo. Me lo propusieron y dije sí.
En realidad, ¿cuál era su vocación?
Lo que tenía en la cabeza era ser bióloga. Yo me imaginaba con una bata blanca y los cacharritos en el laboratorio. Había aprobado COU con un 10 en Biología, un 9 en Física y un 8 en Matemáticas. Pero murió mi padre, y a los 17 años decidí elegir una carrera que pudiera acabar mientras trabajaba. El día que entré en la Facultad empezó mi vocación.
¿Cuál es el último reportaje que ha hecho?
Se emite hoy. Se titula Perdedores de otra guerra y es sobre los voluntarios que lucharon con la Alemania de Hitler en la II Guerra Mundial, sobre la División Azul. Se cumplen 70 años y me apetecía recuperar esta página de la historia. Es una página antipática: nadie se congratula de haber estado del lado de los nazis so pretexto de luchar contra el comunismo.
Pero, ¿tiene tiempo para hacer periodismo de calle?
En lo que va de año he hecho cinco reportajes, más o menos uno al mes.
Si no hago reportajes, me pongo lacia y triste. Me supone un gran sobre esfuerzo, pero me compensa. Además eso me impide distanciarme del resto del equipo y me hace sentirme una más. Hacer reportajes, el miedo al folio en blanco, a la falta de inspiración, a que te fallen las entrevistas... todo eso es lo que más me gusta. El despacho es tremendamente insatisfactorio.
¿Cuatro reportajes es un buen número para 'Informe Semanal' o preferiría abordar más temas aunque les dedicara menos tiempo?
El reportaje en torno a 15 minutos permite abordar en profundidad casi todos los asuntos y para cuando el espectador empieza a cansarse, ya estamos cambiando de registro. 60 minutes, Four corners y otros programas del mismo formato que Informe Semanal llevan décadas emitiendo reportajes en torno a 10-15 minutos. Y funcionan. Yo defiendo el modelo porque el espectador lo refrenda sábado a sábado. Podemos pensar en reportajes más cortos o más largos, pero mientras Informe Semanal cuente con el respaldo de la audiencia lo dejaría evolucionar lentamente pero sin alterar el formato.
¿Cuánta gente trabaja en el programa y cuánto tiempo dedican como media a cada asunto?
Somos 30 personas entre redactores (10), realizadores (9), cámaras (5 equipos) y productores. El adelgazamiento de RTVE afectó a toda la casa y también a este espacio. En cuanto al tiempo de elaboración de un reportaje, varía mucho. Hay algunos de 4 o 5 días. Son la mayoría de los de actualidad. Otros se preparan con 2-3 semanas de tiempo y luego está la noticia de última hora. Cuando entra como un rayo, hay que atenderla aunque sea jueves, viernes o sábado. La necesidad informativa del espectador es lo primero. Esa es una de las grandes lecciones que he aprendido desde que estoy en la dirección del programa: no frustrar las expectativas del ciudadano que pone la tele para ver cómo se lo cuenta Informe Semanal.
"Hemos llegado a creer que el mejor periodista es el que es más rápido con el ratón". ¿Lo ha dicho usted?
Sí. Y lo mantengo porque creo que estamos profundamente equivocados. Muchas veces las empresas informativas piensan que el mejor periodista es el que es más rápido con el ratón. A las empresas les gusta la rentabilidad inmediata. ¿Quién puede ser más rentable que un periodista que escribe y edita frente a su ordenador en poco tiempo? Pero es un espejismo. Hay que pararse y pensar qué es ser periodista: búsqueda de la noticia, precisión en la información, comprobación, valoración, capacidad de comunicación. Lo otro es tecnología.
¿Qué ha visto para hacer esta afirmación?
Pues veo cómo jalean a los periodistas jóvenes porque han nacido con la tecla intro pegada al dedo índice y cómo llegan a creer, porque les inducen a ello, que son el neo-periodismo y que el paleo-periodismo está en extinción. Conservar las herramientas del buen periodismo requiere un contrato no verbal entre todas las partes: empresa, periodistas, poderes públicos y el destinatario de la información. Y no dejarse llevar por la luz deslumbrante del éxito inmediato o de la popularidad que dan algunos medios. La preparación y la documentación son fundamentales, pero requieren tiempo y esfuerzo. Es más cómodo el corta y pega y acudir a ruedas de prensa sin saber qué preguntar, esperando a que lo hagan otros.
¿La prensa ya no es el cuarto poder?
No sé qué lugar ocupamos, pero somos muy influyentes y es precisamente la responsabilidad social del periodista la luz que debería guiarnos para no caer en la charca de los excesos o de la falta de rigor.
Ya no es que no se exijan respuestas. Ahora los medios 'tragan' con no hacer preguntas...
Tenemos que hacer un gran pacto. Si no hay preguntas no informamos y además se lo decimos al lector, al oyente, al espectador. O ponemos pie en pared o fagocitan este oficio. Porque la tentación es permanente.
Es la semana de San Fermín. ¿Qué recuerda de sus años de trabajo en Navarra?
Me lo pasaba muy bien. Trabajaba y me divertía. Era una catarsis monumental que superaba con la ayuda de la cortisona que me daban en la farmacia y me devolvía la voz para poder locutar correctamente. ¡No se cómo podía aguantar tanto!...