Por el mes de marzo, en el pásalo frenético de los correos electrónicos, comenzó una presunta profecía de Nostradamos en la que anunciaba la llagada del Apocalipsis: de tierras con nombre de animal (León) vendrá quien gobierne a los Iberos (Zapatero) y adorará a reyes negros (Obama). Ya ven que más que profecía parece una tomadura de pelo. No tan grande desde luego como la sentencia del tribunal indio que condena a 8.000 euros y dos años de cárcel para los ocho directivos de Union Carbide. La historia se repite y las grandes compañías no están a la altura de la responsabilidad que manejan. No hay más que ver la fuga petrolífera de BP en el Golfo de México. Mes y medio que la tierra se desangra y va anegando los mares de su propio petróleo. De entre las profecías de Nostradamus hay que buscar la que hable de empresas dirigidas por seres tan extremadamente bobos que son capaces de hacer un haraquiri a las entrañas de la tierra y mandar al carajo al resto del planeta. ¿A qué está esperando Naciones Unidas para ir a tapar ese desaguisado? Seguimos sin noticias directas. Sólo las mismas imágenes de pelícanos embadurnados de crudo que seguramente llevarán varias semanas muertos. Si por algo se caracterizan estas compañías es por conseguir que las cadenas de noticas les guarden sus secretos inconfesables. Sería interesante saber qué se dijo de esta fuga en los encuentros de Bilderberg. Sólo ha reaccionado James Cameron, el creador de El Titanic y Ávatar. Preocupado por el tema, les llamó ofreciéndoles su experiencia submarina. Nadie le ha contestado. Están trabajando duro para conseguir que no quede un ser vivo en muchos kilómetros alrededor de su plataforma. Nostradamus nunca adivinó quién sería quien fundiera a negro el azul del mar. Y tampoco que, desde ese día, se acabaron los finales felices.
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