La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe la salud como un “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Inmersos en una crisis sanitaria que no parece tener fin, llevamos muchas semanas escuchando que tras esta vendrá un pandemia que corre el riesgo de enquistarse y que cada vez ataca a más personas: la de la salud mental. Depresión, estrés síndromes, trastornos nuevos como la fatiga pandémica, trastorno adaptativo, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por estrés postraumático, trastornos de ansiedad, depresivos, duelo complicado, suicidio, fobias y miedos diversos (a no salir, a contagiarse, a relacionarse, a tocar, a interactuar, a vivir...) son palabras que hasta ahora estabas asociadas a la estigmatización de las personas que las padecían, pero que últimamente se van visibilizando y normalizando.

Una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre la salud mental durante la pandemia, que se realizó a 3.083 personas mayores de 18 años en 1.080 municipios de 50 provincias españolas del 19 y 25 de febrero de 2020, señala que el 15,8% de las personas encuestadas ha tenido alguna vez uno o más ataques de ansiedad o pánico, más del 40% ha tenido problemas de sueño y un 23,4% ha tenido mucho o bastante miedo a morir por covid-19. Más de la mitad de las personas encuestadas se ha sentido muy triste o deprimida muchas, bastantes o algunas veces, el 56,3% agobiadas y estresadas muchas, bastantes o algunas veces, una de cada dos dice sentirse con pocas energías y un 41,9% con problemas de sueño.

No son sólo estos los datos que apuntan esta tendencia. Un estudio realizado Pilar Sorribas-Navarro y Judit Vall Castelló, ambas de la Universitat de Barcelona, publicado en diciembre de 2020, pone de manifiesto que la salud mental se deterioró sustancialmente en 2020, si se comparan los datos con otros obtenidos antes de la pandemia. El 10% de las mujeres y el 6% de los hombres se sentían más deprimidos e infelices de lo normal. En 2017, el porcentaje era de 1,6% en el caso de los hombres y del 2% de las mujeres. Además, si en el año 2017 las mujeres tenían un 6% más de posibilidades de sentirse infelices y deprimidas, esta sensación en el mes de abril del 2020 era ya del 16%. Las mujeres presentan peores resultados de salud mental en muchos otros indicadores como los trastornos de sueño, estrés o desbordamiento por dificultades en el día a día.

En relación con este tema, la OMS ya ha advertido que 1 de cada 4 personas sufrirá alguna patología mental a lo largo de su vida, aunque tras este porcentaje hay que diferenciar entre un episodio de salud mental deteriorada y un trastorno o enfermedad que se cronifica. El organismo internacional señala la depresión como el trastorno mental más común. Afecta a 300 millones de personas en el mundo, sin importar su edad, ocupación o condición social. En España son 4 millones de personas las afectadas. El segundo trastorno que más afecta a la población es la ansiedad (260 millones de personas / 15% de la población española). La esquizofrenia (medio millón en España), el alzheimer y el trastorno bipolar completan el ranking.

AYUDA TARDÍA

Los factores que influyen en el deterioro de la salud mental son múltiples: sucesos traumáticos, episodios dolorosos, el estrés en el trabajo, la discriminación de género, la exclusión social, hábitos de vida poco saludables, la violencia en todas sus vertientes. Además, la pandemia provocada por la covid-19 y sus consecuencias económicas y sociales han agravado esta situación y han servido para sacar a la palestra un tema que hasta ahora se ocultaba y sobre el que había muchos perjuicios asociados. Desde que comenzó la pandemia, la venta de ansiolíticos y antidepresivos en farmacias se ha incrementado un 14%. La falta de recursos asistenciales en la salud pública (es más fácil y rápido prescribir una receta que derivar a un especialista saturado/a), ha contribuido a este incremento.

Cuando una persona empieza a sentirse mal, es importante que pida ayuda, ya que es habitual que los/as pacientes con problemas psicológicos no lo hagan hasta que se encuentran muy sobrepasados. Acudir a los servicios públicos o a consultas privadas con la misma naturalidad que se da si se acudiera a cualquier otro especialista es vital en estos casos.

lo largo de su vida