La lluvia no dio tregua en el territorio alavés durante el lunes de la pasada semana. De hecho, Euskadi estuvo bajo aviso amarillo por precipitaciones persistentes durante toda la jornada y, solo en Gasteiz, que registró el segundo día con más precipitaciones del año en una semana marcada por la alta humedad, recogió 22,6 litros por metro cuadrado desde la estación situada en Abetxuko.

Si hay un sector que depende directamente de las condiciones meteorológicas, ese es el agricultor, que sufrió los efectos de las lluvias y cuyo único remedio a comienzos de la semana fue mirar al cielo, esperando que amainaran para poder trabajar en el campo, especialmente en la fase de siembra.

La situación no es grave

Sin embargo, tal y como explica la Unión Agroganadera de Álava (UAGA) y dos agricultores del territorio a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, “la situación no es grave”, aunque las siembras de los cultivos de primavera se han visto retrasadas debido a la humedad acumulada.

Dentro de lo que cabe, estamos tranquilos; la preocupación vendría si en abril tuviéramos estos niveles de lluvia

En concreto, la UAGA señala que, tras las lluvias de la pasada semana, “el único problema radica en algunas siembras”, aunque siguen atentos al desembalse del pantano de Ullíbarri-Gamboa, que podría afectar a las fincas. 

Cultivos de primavera

En lo que respecta al campo, los cultivos de primavera son los que llevan mayor retraso. Según explica Ander Berganza, agricultor de cereal en la zona de Berantevilla, “faltan por aplicar nitratos, abonos y herbicidas porque con estas lluvias no podemos ni entrar”. Como consecuencia directa de las lluvias, se ha perdido algo de cereal en las parcelas más afectadas, pero la situación ha sido menos grave de lo que podría presuponerse.

Uno de los temores, en cualquier caso, es que la apertura de las compuertas del embalse de Ullíbarri-Gamboa provoque riadas en las parcelas. Berganza explica que, aunque el efecto no es directo, sí que puede darse una situación complicada: “Al subir el nivel del Zadorra, el río Ayuda, que es afluente, puede desbordarse y afectar a algunas parcelas”.

Además, el agricultor denuncia el mal estado de los cauces fluviales en Álava y el Condado de Treviño. “Los ríos están llenos de troncos y árboles caídos que nadie retira. Hay cuatro chopos juntos que hacen tapón y, cuando el río se desborda, se lleva las fincas”, alerta Berganza. Por ello, los agricultores de la zona no solo observan el cielo, sino también el estado de los ríos, que representan otro factor de riesgo para sus explotaciones.

Al consumidor no le afecta

En la Llanada Alavesa, la situación del campo tras las intensas lluvias de la pasada semana está bajo control. Raúl Iturritza, agricultor en la zona de Mendoza, trabaja con una amplia variedad de cultivos como remolacha, trigo, cebada, avena, girasol y maíz. Explica que, en su caso, las lluvias solo han retrasado la siembra de los cultivos de primavera: “A los cultivos de invierno, siendo el trigo el más común en el territorio alavés, no les ha afectado en exceso la lluvia”.

Los ríos están llenos de árboles caídos. Hay cuatro chopos juntos que hacen tapón y, cuando el río se desborda, se lleva las fincas

El productor matiza, no obstante, que “ha llovido bastante cantidad, pero lo sembrado no se ha visto afectado; el problema es lo que falta por sembrar, ya que las fincas están encharcadas”. No hay motivo para la alarma, ya que el retraso debido a las precipitaciones de la pasada semana no compromete la producción ni la calidad de los productos. “Al consumidor no le afecta”, asegura Iturritza, quien agrega que, aunque “sí deberíamos estar aplicando herbicidas para la hierba mala, el retraso será, como mucho, de una semana”.

Cuando se le pregunta si estas lluvias entran dentro de lo previsible, el agricultor aclara que el campo alavés es “muy variable” en cuanto a precipitaciones. “En un año puede llover mucho en noviembre y retrasar la siembra del trigo, y en otro, la lluvia puede llegar al final del invierno y afectar a los cultivos de primavera”, detalla. “No es nada extraordinario. En agricultura hay que analizar por ciclos de cinco años. Dentro de lo que cabe, estamos tranquilos; la preocupación vendría si en abril tuviéramos estos niveles de lluvia”, añade.

El cereal, característico del paisaje agrícola alavés, depende sobre todo de las lluvias de mayo. “Lo importante es que mayo sea húmedo. No sabemos aún si será un buen año o no, pero la clave estará en la segunda quincena de abril y mayo, porque ahí se decide la producción final en kilos por hectárea”, analiza.

Un ojo puesto en el pantano

A pesar de que la situación del campo está bajo control, los agricultores miran con atención la gestión del embalse de Ullíbarri-Gamboa. “Si lo desembalsan de manera controlada, cuando los ríos han bajado su nivel, no nos afectaría. Pero si lo hacen de golpe, mientras llueve, con los cauces ya cargados, se nos puede anegar todo”, advierte Iturritza.

Al igual que su compañero Berganza, este agricultor de Mendoza denuncia el mal estado de los ríos alaveses, en su caso el río Zalla. “A su paso por el aeropuerto de Foronda hasta su desembocadura es para verlo. Hay árboles en medio y una evidente falta de mantenimiento, cada vez tienen menos capacidad de acumular agua por lo descuidados que están”, concluye.