De la fe ciega en las bondades de la digitalización, a las dudas crecientes en las aulas, donde al parecer no es oro todo lo que reluce en el sistema de enseñanza. De hecho, lo no-digital vuelve a cobrar protagonismo en países como Suecia, donde el Ministerio de Educación reconoce que el abuso de pantallas está provocando un descenso del nivel de comprensión lectora entre el alumnado. Y lo está haciendo hasta tal punto que ya comienza a hablarse del riesgo de crear “una generación de analfabetos funcionales”.
El país escandinavo se expresa en unos términos que llaman la atención, teniendo en cuenta que el nivel de comprensión lectora de sus escolares –con 544 puntos– se sitúa por encima de la media europea, según el último informe PIRLS.
Han vuelto así los libros de texto y la escritura a mano tras echar el freno a un plan de digitalización que ha generado un arduo debate, y que en países como Francia e Italia se ha resuelto desterrando los móviles de las aulas.
¿Es el norte de Europa un espejo en el que deba mirarse el sistema educativo vasco? Ante el arranque del nuevo curso, que comienza el jueves, este periódico pulsa la opinión de agentes de la comunidad educativa. Joseba Antxustegietxarte, director del centro tolosarra Herrikide ikastetxea, tiene la sensación de que cuando un país nórdico adopta una medida, sea cual sea, se convierte poco menos que en un dogma de fe. Y advierte de que en realidad en Euskadi se viene alertando desde hace tiempo de los peligros que encierran las pantallas.
“En la sociedad actual tenemos un problema muy serio con el exceso de estímulos desde el primer minuto en el que se viene al mundo”. El director de este centro escolar –en el tramo de 0 a 12 años– alerta de que tanto chute de dopamina está reforzando la conducta compulsiva y los efectos en el cerebro pueden ser demoledores.
Ni mucho menos viene a demonizar la escuela digital. Las nuevas tecnologías suponen “un avance indudable” y permiten hoy en día adquirir destrezas en otro tiempo impensables. Pero dicho esto, señala aspectos de la sociedad actual que flaco favor parecen estar haciendo al desarrollo cognitivo del alumnado. “Es que estamos hablando de que hay niños que van en los carritos con su adaptador al móvil. Nadie alerta de ello, y estamos hablando de bebés de seis meses a un año y medio que a esa edad tan temprana ya están pegados a la pantalla”, señala. Conductas y costumbres que se han instalado de lleno en la sociedad, que a fuerza de repetirse se normalizan, y que provocan una incomunicación familiar creciente. “Antes se hablaba mucho más en casa. Los aitonas contaban cuentos. ¿Cómo se pueden adquirir destrezas con el idioma si están todo el día conectados?”, se pregunta el director.
Escritura a mano
Aunque Suecia no tiene datos del tiempo que pasan los estudiantes ante las pantallas en la escuela, en una reciente encuesta a 2.000 profesores, uno de cada cinco afirmaba que sus alumnos nunca o prácticamente nunca escribían a mano.
Fruto de esa reflexión, el pasado 15 de mayo, la actual ministra de Educación, Lotta Edholm, anunció la suspensión de la estrategia de digitalización de las aulas, que entre sus objetivos planteaba “incrementar la calidad de la enseñanza y el cumplimiento de objetivos mediante el uso de posibilidades” del mundo virtual.
La puesta en marcha de aquella estrategia, que en diciembre había aprobado la Agencia Nacional de Educación, permitió la introducción de dispositivos digitales en las aulas del país escandinavo y el abandono de los libros de texto y la escritura a mano. Todo ha quedado ahora en stand by.
Un debate que suscita un indudable interés en Euskadi, donde el Departamento vasco de Educación ha hecho una apuesta firme por impulsar la digitalización en todas las etapas educativas a través del Plan de Transformación Digital 2022-2024, con una inversión de 202,6 millones de euros. Una estrategia que ha dotado de ordenadores personales a los estudiantes desde 5º de Primaria (11 años), que tienen desde el comienzo de la educación obligatoria contacto con las pantallas en clase.
El mundo digital, corrobora el profesor donostiarra Simón Setién, “viene generando mucho debate” tras el paso de la pandemia, que por encima de todo puso de relieve la importancia de la presencialidad, lo físico, el contacto. “Como en todo, en el equilibrio está la virtud. La apuesta por la digitalización está bien porque facilita nuestras vidas, pero hay que tener cuidado en las aulas, y analizar si con el tiempo va a suponer desatender la escritura, la caligrafía o la lectura”, advierte el docente, que actualmente imparte clases al alumnado de Primaria en la ikastola Etorkizuna de Abanto, en Bizkaia.
Problemas de adicción
Los docentes vascos no ocultan su preocupación por los problemas de adicción. Aunque no es reconocido como tal el uso compulsivo de las redes sociales y el móvil, el abuso de estas herramientas es el pan nuestro de cada día entre psicólogos, terapeutas y el propio sistema público de salud. Según los últimos estudios, uno de cada tres adolescentes vascos presenta un uso problemático de estas tecnologías. “¿Cómo van a ser capaces de atender al profesorado durante una hora si están acostumbrados desde niños a estímulos visuales constantes, de no más de cinco minutos?”. Para el director de Herrikide Ikastetxea es indudable que las nuevas generaciones vienen con una serie de destrezas técnicas, pero alerta del riesgo creciente de una adquisición del lenguaje tardía y pobre, con un galopante problema de falta de concentración a largo plazo.
“Por decirlo de alguna manera, se tragan, uno tras otro, estímulos cortos, y a este respecto, la escuela no es más que un reflejo de la sociedad. La comunidad educativa hacemos lo que podemos”, señala el director, quien indica que en el centro escolar desarrollan “planes, momentos y espacios de lectura”, que conviven con la digitalización.
A este respecto, el profesor Setién recalca que “ninguna plataforma digital podrá sustituir nunca la interacción social, la relación entre iguales, que es de vital importancia. Es en la institución escolar donde los ciudadanos aprendemos a socializar, pero se están destinando partidas económicas a recursos digitales, cuando la calidad de la enseñanza nos la dan los recursos humanos”, reflexiona.
“Todo es bueno en su justa medida. Los libros y pizarras digitales por supuesto que sí, como herramientas para alumnos de la sociedad actual, pero siempre con equilibrio”, subraya Antxustegietxarte, que habla a este respecto del proyecto Altxa Burua (Levanta la cabeza).
Se trata de una iniciativa de la que forman parte padres y madres de alumnos de los tres centros escolares de Tolosa, Laskorain Ikastola, Herrikide y Samaniego. Su principal objetivo es reducir en los menores la presión social de tener un teléfono móvil. Comenzaron a reunirse a finales de diciembre de 2021 para reflexionar sobre el tema, y ya el curso pasado organizaron diversas charlas informativas con la colaboración del Ayuntamiento.
“Intentamos que el uso del móvil se retrase lo más posible. Durante años la primera comunión ha sido la excusa perfecta, pero tener un smartphone a esa edad es inapropiado”, opina el director de Herrikide, que en ese intento por alejar a los chavales de tanta pantalla, el grupo de trabajo se ha propuesto que el paso a disponer de un móvil se dé a partir de tercero de Secundaria. Un objetivo que, en una instancia, dice, “va a depender siempre de las propias familias”.