El dolor es una experiencia subjetiva de nuestro cerebro, y desde el punto de vista social, “no se entiende porque no se ve”. “Lo que te dicen es que tienes buena cara y se te ve bien, cuando lo que pasa es que cuando no nos encontramos bien, no nos ve nadie”, dice una enferma de artritis. Nueve millones de ciudadanos españoles, el 26%, sufre dolor crónico, que se presenta sobre todo en extremidades, articulaciones y espalda. Y para buena parte es una tortura diaria porque les dificulta actividades tan cotidianas como levantarse, sentarse o vestirse. Unos días duele más y otro menos, pero siempre molesta algo. Sin embargo, más de una cuarta parte, un 27%, desconoce su causa.
A la invisibilidad de su enfermedad, se le une que no hay recursos suficientes en el sistema público para atender su padecimiento -existen solo 417 hospitales con unidades del dolor, y el 53 % son privados-, con lo que son las asociaciones las que acaban atendiendo a los afectados. Y una vez más, el código postal, influye en su abordaje.
Pero ¿cuánto dolor hace falta para que se considere continuado? Para eso, el dolor crónico debe producirse de forma continua más de cuatro días a la semana y persistir durante al menos tres meses, con el agravante de que algunos de estos pacientes padecen la enfermedad durante un periodo estimado de 6,8 años.
¿Se puede medir? No, aunque la mayoría destaca que en una escala del 0 al 10, su dolor saca una nota de un 6,8. Porque el dolor puede estar causado por una alteración funcional o por causas biológicas, psicológicas o sociales. Sin embargo está claro que las mujeres son las más sufridoras, con un aplastante 3/2 sobre los varones.
Por edad, los más afectados, según este estudio, son los que tienen de 55 a 75 años, situándose la media de edad en los 51 años.
Aunque las opciones farmacológicas son extensas, el problema lejos de solucionarse va en aumento. El Barómetro del Dolor Crónico en España 2022 acaba de revelar esta semana un incremento de hasta ocho puntos respecto a las cifras de anteriores estudios y confirma el “gran impacto en los individuos que lo padecen”, puesto que merma “su estado físico, mental y social”, señaló Inmaculada Failde, directora del Observatorio del Dolor Crónico, impulsor del análisis junto a la Fundación Grünenthal.
A menudo se convierte además en un suplicio mental; el 22% ha desarrollado depresión y un 27%, ansiedad. El dolor agudo provoca ansiedad y miedo, mientras que el crónico desencadena una depresión, porque limita las expectativas de vida a largo plazo. “Es un pez que se muerde la cola porque 24 horas de dolor no te deja descansar, estás de mal humor... Pero tenemos que pensar que es normal tener principio de depresión o de tristeza”, dicen los expertos.
El 28,6% de los enfermos han requerido baja laboral con un tiempo medio de cinco meses porque son incapaces de hacer labores cotidianas
El psicólogo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Rubén Nieto, advierte de que existen algunos falsos mitos, como que, si no se encuentra una causa física, la persona se está inventando el dolor. De hecho, es una interpretación del cerebro que no tiene necesariamente nada que ver con el daño físico que pueda sufrirse sino con la cantidad de amenaza o peligro que el cerebro interpreta.
El dolor de espalda, el rey
Como sucede con el resto de enfermedades, la Atención Primaria es el servicio de referencia, usado por un 86% de los pacientes con dolor crónico. Y, entre las especialidades, destaca la Traumatología, dado que el 58% de los enfermos padecen dolor lumbar, la mitad tiene contracturas, el 46% dolor cervical, el 33% artrosis y el 33% osteoporosis, pero un 27% desconoce su origen, lo que obstaculiza su abordaje terapéutico.
Mujer en la cincuentena, que llega a sufrir este problema hasta seis años, es el retrato robot del paciente con dolor crónico
De hecho, más del 80% de la población tendrá algún episodio de dolor a lo largo de su vida, la mayoría lumbar. Mejorar el abordaje del dolor en sus fases agudas reduciría sus costes y el riesgo de cronificación, ya que entre el 5% y el 20% de estos casos terminan haciéndose casi eternos. Y presenta costes elevadísimos, equiparables a los de otras patologías consideradas muy graves, como las enfermedades cardiovasculares o el cáncer.
El sondeo también revela que el dolor crónico es muy discapacitante. Por ello, el 60% de los pacientes tiene alguna dificultad o es incapaz de hacer tareas cotidianas como levantarse de una silla o de la cama. No sorprende, por tanto, que el 28% de los encuestados haya estado de baja en el último año, porcentaje que se eleva al 46% en los empleados remunerados. Estando ausentes del trabajo, de media, unos cinco meses.