La defensa de la acusada de asesinar a su novio, un vizcaíno de 67 años, y entregarle su cráneo a una amiga en 2019 en Castro Urdiales ha defendido la inocencia de Carmen Merino y ha apuntado a un posible encubrimiento del crimen por su parte.

Así lo ha trasladado su letrado, que pide la libre absolución de Merino y una pena por encubrimiento de forma subsidiaria, en el noveno día de juicio con jurado popular contra esta sevillana de 64 años, que no ha ejercido su derecho a la última palabra.

La Fiscalía ha mantenido la petición de 25 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía y con agravante de parentesco, ya que la acusada y la víctima, Jesús María Baranda, mantenían una relación sentimental y vivían juntos desde hacía siete años.

Además, pide una indemnización por daños morales de 20.000 euros a cada uno de los dos hijos y al hermano de la víctima. Se ha retirado la indemnización de 20.000 euros para el primo de la víctima.

La acusación particular, que representa a los hijos, ha mantenido su petición de prisión permanente revisable y 70.000 euros para ambos.

UN CRIMEN "MACABRO"

En su informe final dirigido al jurado popular, que este viernes deliberará sobre la culpabilidad de Carmen Merino, el fiscal ha sostenido que la acusada planificó la muerte de Jesús Mari y luego descuartizó el cadáver "movida por un interés económico".

El fiscal ha recordado que Carmen Merino buscó en internet, después de que Jesús Mari cambiara el testamento a su favor, "cuánto tiempo tarda en descomponerse un cadáver" y "si mi marido desparece ¿cobro la pensión?", e hizo "acopio de Diazepam" en los meses anteriores a la muerte de su novio.

El ministerio público data la fecha de la muerte el 13 de febrero, ya que un día antes la víctima deja de llamar habitualmente y la propia acusada deja de contactar con él por teléfono.

Además, ha resaltado, en las fechas posteriores Carmen Merino hizo diversas compras de limpieza, como amoniaco, bolsas de basura, lejía o guantes reforzados; una sierra de calar y una motosierra, y varias botellas de whisky.

"Acabó con la vida del señor Baranda y tuvo que ir descuartizando el cuerpo y eliminando todas las evidencias. La señora Merino no es una psicópata (...) tuvo que usar el alcohol para poder acometer la tarea macabra que pasó en ese domicilio", ha resumido. Para esta parte, la acusada usó diazepam para "matar junto a otra sustancia" o facilitar la muerte de Jesús Mari.

El fiscal cree que Carmen Merino urdió un plan para simular la desaparición de Jesús Mari, enviando mensajes a sus amigos y familiares haciéndose pasar por él para tranquilizarles y ha apuntado que no quiso denunciar hasta que el primo de la víctima acudió a la Guardia Civil.

La acusación particular ha abundado en las "contradicciones evidentes" del testimonio de Merino, quien contestó a las preguntas de su abogado y del Jurado, y ha puesto el foco en el 28 de septiembre de 2019, cuando se halló el cráneo.

"Nos cuenta ciencia ficción", ha apuntado la abogada, quien ha acusado a Carmen Merino de construir un relato "fantasioso e incierto" en el que ha "faltado a la verdad". "Es tan ilógico lo que se dice que es absolutamente inconcebible", ha dicho.

Según ha sostenido, después de que la acusada entregara a su amiga el cráneo de Jesús Mari -la única parte del cuerpo encontrada- alegando que eran juguetes sexuales y de que esta abriera la caja, Merino no defendió su inocencia, sino que "agachó la cabeza". "¿Creen que una persona que es inocente no se defiende?", ha resaltado la letrada.

ENCUBRIMIENTO U HOMICIDIO

La defensa considera que no se ha podido acreditar "de qué y cómo murió" Jesús Mari ni tampoco que le matara Carmen Merino, porque "la investigación fue peor que un desastre" y no se han explorado más posibles autores, por lo que debería empezarse "de cero", en su opinión.

El abogado ha señalado que los vecinos de la acusada no oyeron nada raro; no se registró la casa de la amiga que halló el cráneo ni se la investigó; ni se inquirió al titular de uno de los teléfonos desde los que se enviaron mensajes; o se indagó sobre una gota de sangre que se encontró en la casa de la víctima.

Y aunque ha asegurado que "no atribuye el asesinato a nadie", ha indicado que la persona que tenía problemas económicos era "el hijo de Carmen Merino" y tenía "una actitud altamente sospechosa" respecto a Jesús Mari.

Para la defensa, "hay una tercera opción" aparte de la culpabilidad o la inocencia de Merino, ya que, según ha afirmado, las pruebas que indican que la acusada descuartizó el cadáver, se hizo pasar por él enviando mensajes y entregó su cráneo a una amiga "no prueban que matara a Jesús Baranda", sino que "solo demostrarían el encubrimiento".

"Creo que esa posibilidad existe", ha razonado.

En relación al Diazepam, ha resaltado que los técnicos no han podido determinar la cantidad que se tomó ni los efectos, por lo que ha considerado que, de probarse que Merino mató a su novio, no podría ser asesinato, sino homicidio, porque no ve alevosía.