Doce alertas, doce, solo entre septiembre y octubre. La última del día 28 para evitar el consumo de un determinado tipo de queso fresco de vaca. Pero las hay de todos los gustos y sabores. A saber; presencia de salmonella en burger meat de vacuno, el dia 27, alerta por presencia de toxina estafilocócica en mozzarella fresca, el 24 de octubre, presencia de cuerpos metálicos en frutos secos el dia 17, y así una larga lista roja. Desde el aviso por listeria en las morcillas (del día 15), hasta las gelatinas peligrosas, o las patatas fritas mal etiquetadas que se lanzó el día 11.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria coordina una macrored para evitar que los alimentos no seguros lleguen al consumidor y activar todos los protocolos si asoman por los lineales. Es perfectamente consciente de que los alimentos pueden transmitir hasta 600 millones de enfermedades aunque solo nos suene la salmonella, el E.coli, o la listeria, los principales agentes biológicos causantes de avisos. Solo en 2021 hubo 1.081 de estas notificaciones frente a las 634 del año anterior. Y dentro de ese millar, las que entrañaron más riesgo para la salud y precisaron una rápida actuación fueron 473.
El Sistema de Intercambio Rápido de Información (SCIRI) permite, por ejemplo, que Osakidetza o Osasunbidea gestionen los expedientes de las alertas si los productos afectados tienen origen o han sido distribuidos en establecimientos del País Vasco o de Navarra, e inmediatamente enciendan la luz de alarma para advertir a los consumidores.
Las causas
- Ingredientes no detallados. Son relativamente frecuentes las alertas alimentarias por ingredientes no detallados que pueden perjudicar a personas alérgicas o con intolerancia. Las causas más comunes son, o bien una contaminación cruzada en la elaboración, o un error en el etiquetado. Sucedió hace pocas semanas con un aperitivo, unas patatas fritas.
- Cuerpos extraños. La presencia de cuerpos extraños también es un motivo recurrente de alerta. Es el caso reciente ocurrido con frutos secos (almendras, cacahuetes y cocktail) de varias marcas que habían distribuidos “ampliamente” por todo el Estado, y que presentaban cuerpos extraños metálicos en sus envases.
- Etileno en helados. Unos días antes de dar la voz de alarma por los minerales en los frutos secos, el Ministerio de Consumo amplíaba la alerta sobre la presencia de óxido de etileno en helados de vainilla y otros sabores de una conocida marca.
- Salmonella en gelatinas. La salmonella es una de las causas más comunes para que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) emita una alerta. Más raro resulta, sin embargo, detectarse en una gelatina neutra, como sucedió en octubre. La presencia de salmonela en los productos puede suponer riesgos serios para la salud de las personas que los consumen.
- Huevos Kinder. Ningún producto se salva de la quema. Hasta los huevos Kinder estuvieron en el punto de mira el pasado mes de abril. La agencia belga de seguridad alimentaria ordenó el cierre durante varios días de la fábrica de chocolate Ferrero en Arlón, al sur del país, que llegó a provocar unos 400 casos de salmonela en niños de distintos países europeos.
- Listeria, en el punto de mira. La listeria es una bacteria muy resistente y preocupante. Recientemente un control de seguridad alimentaria la detectó en las muestras de una morcilla de hígado elaborada en Cádiz, por lo que se ha procedió a su retirada.
En el ojo del huracán
Aunque haya pasado ya el verano, la época donde más frecuentemente se producen las intoxicaciones alimentarias porque las altas temperaturas favorecen el desarrollo de microorganismos, casi todas las semanas, la prensa amanece con una alerta alimentaria nueva.
Gracias a que la UE dispone de un buen sistema de vigilancia epidemiológica, ningún alimento se libra del escrutunio de las autoridades sanitarias y no hay producto a salvo del radar. Uno de los últimos en estar en el ojo del huracán fue un lote de latas de atún en aceite de girasol en las se encontraron histaminas (un producto de la degradación de la histidina) que puede provocar vómitos, dolores de cabeza, diarreas y urticaria, en lo que se denomina histaminosis tóxica.
Solo el año pasado, se lanzaron más de mil de estos avisos, y la mitad de ellos entrañaban serios riesgos de salud para la población
Con el agravante de que en este caso, como en muchos otros, el consumidor no puede detectar a simple vista que algo en ese alimento va mal. Y solamente un análisis químico es capaz de certificar la presencia del compuesto. “No huele mal ni sabe mal, aunque algunos pacientes declaran que, al comerlo, notan un leve picor en la boca”, dicen los expertos. Y aunque la mayoría de afectados sufre cuadros leves, resulta bastante aparatoso porque provoca que los consumidores de las histaminas se pongan muy rojos.
Una de las intoxicaciones más frecuentes la produce la listeria, que es una bacteria conocida por aparecer con frecuencia en productos frescos y cárnicos y se le considera una de las principales protagonistas de las alertas alimentarias en toda Europa. En España existió un brote muy fuerte en el verano de 2019, que se produjo a través de la carne mechada contaminada de la empresa Magrudis.
Recomendaciones
Correcta manipulación respetar medidas higiénicas
Por ejemplo no se debe consumir leche cruda sin tratamiento térmico previo. Y las carnes, el pescado y los productos de repostería deben estar refrigerados o congelados.
¡Ojo con los huevos! nada de usarlo fuera de casa
En locales de restauración es obligatorio usar ovoproductos para elaboraciones como mayonesas, salsas o cremas, en los que no se alcancen los 75°C. Si se preparan estos alimentos en casa hay que consumirlos inmediatamente o conservarlos en frío y desechar sobras. Hay que evitar la contaminación cruzada de alimentos crudos y cocinados.
Pero aunque suene llamativo, las alertas alimentarias se han convertido en un fenómeno habitual. De hecho, es un signo de que (a diferencia de países como EE.UU.) el sistema de trazabilidad funciona.
Sin embargo, no deja de resultar sorprendente que, en 2022, no solo continuemos con reguero constante de estos casos, sino el hecho de que sea tan difícil retirar esos productos cuando ya están en casa de los consumidores. Y eso que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición teje una red de redes que comparte información rápidamente con redes mundiales, europeas y nacionales durante los 365 días al año en busca del riesgo cero.
Intoxicaciones alimentarias
A pesar de que se propaguen con relativa facilidad, en la mayoría de los casos, las intoxicaciones alimentarias suelen ser leves y desaparecen sin tratamiento, aunque algunas personas requieren ir al hospital. Algunos síntomas, sin embargo, deben encender las luces de alarma como vómitos frecuentes o incapacidad para tolerar líquidos. También se puede considerar un signo de gravedad los dolores fuertes de estómago, con calambres, los vómitos o heces con sangre, la diarrea durante más de tres días o la fiebre alta.
La alerta solo se lanza cuando el producto está distribuido y la gente puede consumirlo o comprarlo en el supermercado. “Debemos tranquilizar a la población porque el que haya muchas alertas significa que estamos haciendo muchos controles. Está supervisado todo lo que hay que supervisar”, afirman desde Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Y es que el control es tan exhaustivo que provoca que las industrias alimentarias sean examinadas con lupa. Desde el área de toxicología de la Universidad de Valencia se puso cifras a esa mejora, con datos que invitan al optimismo. Porque, pese al aumento de los riesgos derivados de la libre circulación de productos por toda la UE, las alertas caen a un ritmo de casi un 5% cada año.