Las aguas residuales se revelan como un indicador de los consumos de la sociedad y su análisis pone de manifiesto, por ejemplo, que existe una exposición continua a plastificantes y que se toman más drogas los fines de semana, según estudios en los que ha participado la Universidad del País Vasco. El catedrático de Química Analítica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Nestor Etxebarria ha tratado en una entrevista con Efe sobre las aguas que llegan a las depuradoras y sobre la calidad del agua potable de suministro público, que en Euskadi, ha asegurado, es “muy buena”.

De hecho, entre el agua corriente del grifo y la embotellada el experto elige “sin ninguna duda” la primera: “El agua del grifo es de suficiente calidad, incluso mejor, que el agua embotellada”, ha afirmado en conversación en la Estación Marina de Plentzia, un centro de Investigación en Biología y Biotecnología Marinas Experimentales, de cuyo equipo investigador forma parte.

Las aguas residuales sometidas al ojo científico antes de su potabilización cuentan muchas cosas de una sociedad. Por ejemplo, su “monitorización” durante la pandemia de la covid-19 ha servido para conocer la presencia del virus y “cuál es la latencia de la enfermedad”, ha recordado Etxebarria.

Su análisis refleja también “una imagen integral de lo que consumimos”. Así lo ha evidenciado un estudio llevado a cabo por varios grupos de investigación en el ámbito estatal, entre ellos de la UPV/EHU, integrados en una red de análisis de aguas residuales con fines epidemiológicos.

Según ha explicado Etxebarria, la universidad vasca participa desde hace tres años en esta iniciativa mediante la cual se analizan las aguas residuales en las principales depuradoras de la mayoría de capitales de provincia españolas para detectar consumos de tabaco, alcohol y drogas ilegales.

Los análisis que se hicieron entonces revelan que el mayor consumo de drogas como cocaína o metanfetamina se da “en viernes y sábado” porque “las puntas” en las aguas en las depuradoras se registran “en sábado y domingo”, ha señalado. En el caso de Euskadi, donde el estudio entonces se centró en la depuradora de Galindo, del Consorcio de Aguas Bilbao, el análisis arrojó un resultado “chocante” ya que evidenció una mayor presencia de metanfetamina como elemento diferencial con respecto a otras zonas del Estado.

Mayor presencia de los plásticos

En la actualidad este estudio se ha ampliado a plantas depuradoras medianas y pequeñas y, además de la citada, también se analizan en Euskadi las aguas residuales en Vitoria y Markina (Bizkaia), aunque, de momento, no hay resultados de los nuevos trabajos. Las aguas residuales también revelan que en la actualidad “estamos sometidos a una exposición continua de plastificantes”, según Etxebarria.

“Estamos bañados en plástico”, ha señalado el experto, que ha indicado que los investigadores analizan los metabolitos –los compuestos transformados por el metabolismo humano– y ven “el metabolito en la orina, en el agua residual y en la depuradora”.

Etxebarria ha afirmado que los plastificantes proceden fundamentalmente del embalaje de alimentos: “Hay una transferencia de los plastificanes del embalaje al alimento” que luego se ingiere. Se trata de un proceso de “lixiviación”, en el que “se disuelve parte del plástico y se incorpora” y que es diferente, según ha puntualizado, a lo que se conoce como “microplásticos”, plásticos de muy pequeño tamaño presentes en muchos sitios. En general, la detección en las aguas residuales de contaminantes como plásticos o fármacos va en aumento en la medida en que la capacidad de análisis mejora y “cada vez se ven más cosas”, según el experto. Estos tóxicos aparecen en concentraciones muy pequeñas y sus efectos “todavía no son del todo conocidos”, ha indicado.