- Un total de 105.000 mujeres de Euskadi habrían tenido dificultades económicas para hacer frente al gasto en productos menstruales en algún momento de su vida, según recoge el estudio sobre la pobreza e higiene menstrual, elaborado por Emakunde con el apoyo de EDE Fundazioa. “La pobreza menstrual no está relacionada únicamente con la capacidad económica de una persona. Se refiere también a otros factores que la condicionan, como la falta de acceso a los productos de higiene; la ausencia de lavabos limpios, seguros, apropiadamente equipados y accesibles o una insuficiente educación en lo tocante al ciclo menstrual y a los diferentes recursos disponibles para su gestión”, afirmó ayer la consejera Beatriz Artolazabal.

El estudio, desarrollado a petición del Parlamento Vasco, concluye que la pobreza menstrual afecta a todas las mujeres, en tanto que deben hacer frente a la gestión de la menstruación todos los meses de su vida fértil. Sin embargo, afecta de forma especialmente notable a las mujeres en situación de riesgo de pobreza o exclusión, lo que se traduciría, en el contexto de Euskadi, en un 8,6% de ellas. Forman parte de este último grupo las mujeres en situación de sinhogarismo; migradas; en situación de prostitución; víctimas supervivientes de violencia machista; presas; empleadas en la economía sumergida; al frente de hogares monoparentales; con discapacidad; con problemas de salud mental o inmersas en situaciones de crisis humanitarias. Y también las personas con diversas identidades de género que menstrúan, como los hombres transgénero y las personas de identidad no binaria.

“Diversos estudios sobre esta cuestión desarrollados en otros ámbitos territoriales permiten realizar algunas estimaciones sobre el impacto de la pobreza menstrual”, indicó el Ejecutivo. Así, a partir de las cifras arrojadas por el informe Equidad y salud menstrual (2021), del Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol i Gurina, el estudio que se hizo público ayer concluye que en torno a 105.000 mujeres en Euskadi podrían haber tenido dificultades económicas para hacer frente a los gastos derivados de la compra de productos menstruales en algún momento de su vida.

De este modo, algo más de 188.000 mujeres se habrían visto en la necesidad de comprar productos menstruales más baratos por dificultades económicas, al tiempo que el 51,3% de las encuestadas reconoce haber dejado de comprar productos menstruales para poder hacer frente a otros gastos referidos a la alimentación o la vivienda. Además, 349.108 mujeres en edad fértil habrían mantenido en alguna ocasión el producto menstrual más tiempo del recomendable por no encontrar un lugar apto y adecuadamente equipado para su renovación, lo que aumenta la posibilidad de sufrir infecciones u otras enfermedades; como, por ejemplo, el Síndrome del Shock Tóxico (SST), vinculado con el uso prolongado de tampones.

De forma paralela, el estudio afirma que en torno a 37.270 mujeres podrían estar asumiendo con normalidad que la menstruación va acompañada de dolores intensos y unas 18.900 no considerarían necesario consultar a un profesional por dolor menstrual intenso. En relación a lo anterior, cerca de 272.700 mujeres no habrían recibido educación menstrual alguna o habrían recibido una educación parcial, limitada únicamente al ámbito familiar, antes de su primera menstruación.

El documento se hace eco del informe sobre Alteraciones menstruales durante la pandemia de la covid-19 en España, que concluyó que el 39,4% de las mujeres consultadas indicaron haber experimentado cambios menstruales durante este periodo, como aumento del dolor, ciclos menstruales más largos o más cortos o sangrados más abundantes, entre otros. Las estimaciones realizadas por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) indican que el gasto medio en productos de higiene menstrual puede alcanzar los 50 euros al año.

Gasto

Según la Organización de Consumidores y Usuarios el gasto medio en productos menstruales puede alcanzar los 50 euros al año. Teniendo en cuenta que la duración media de la vida fértil es de 40 años, el importe total rondaría los 2.000 euros. La Fundación Rezero, por su parte, cifra el gasto anual entre los 21 y los 125 euros. Paralelamente, un estudio de FACUA concluyó que el precio de un paquete de compresas de las mismas características puede variar hasta un 400% en función de la marca o del establecimiento en el que se comercialice. En el caso de los tampones, la diferencia máxima es del 185,3%.