El Estado español recuperará hoy, día de Nochebuena, la obligatoriedad de llevar mascarilla al aire libre independientemente de la distancia de seguridad pese a que no dejan de arreciar las críticas a una medida cuya utilidad cuestionan los expertos y divide a los políticos. El real decreto ley aprobado ayer por el Consejo de Ministros supone que “cada vez que salgamos, tenemos que ir con ella puesta” salvo en “espacios naturales” o para practicar deporte individual, según explicó la ministra de Sanidad, Carolina Darias.

Y esa es la diferencia con el real decreto ley que dio luz verde en junio, que liberó de su uso al aire libre siempre y cuando se pudiera mantener la distancia de seguridad interpersonal de 1,5 metros. Ahora tendrá que usarse en cualquier circunstancia, independientemente de la distancia, salvo dos supuestos, el de practicar deporte individual o estar en un espacio natural, aunque si es con no convivientes sí que habrá que mantener el metro y medio. “Si estás en una ciudad y sales a hacer deporte estás excepcionado, o en la playa con convivientes, e igual en el campo”; pero “en una plaza de un pueblo, será obligatorio llevarla”, ejemplificó Darias. En cualquier caso, se trata de una “medida temporal” que estará en vigor durante “el tiempo imprescindible hasta que mejore la situación epidemiológica” actual, de gran incremento de la incidencia.

La nueva normativa mantiene el resto de lo fijado por su predecesora: el cubrebocas seguirá siendo obligatorio en espacios cerrados de uso público, en los medios de transporte público de cualquier tipo, así como privado complementario de hasta 9 plazas si los ocupantes no conviven en el mismo domicilio. Quedan eximidos los pasajeros de buques en su camarote y los colectivos que viven en espacios cerrados de uso público como instituciones de mayores o de atención a personas de diversidad funcional, y dependencias destinadas a personas que sean trabajadores esenciales. Como requisito a esta exención, que no será aplicable a los trabajadores ni a los visitantes a estos centros, las coberturas vacunales con pauta completa deben ser superiores al 80%, sumando ahora la dosis de refuerzo que no había en junio.

El Gobierno se ha amparado en las aglomeraciones vistas los últimos días y el aumento de la movilidad y las interacciones sociales de estas fechas para justificar la vuelta de la imposición de la mascarilla al aire libre. También en que “lo avalan los científicos” y hay estudios en “Estados Unidos y Alemania que hablan de la relación de la propagación de los aerosoles y de la mascarilla para evitar esa propagación”, según Darias.

Aunque nada más conocerse la medida que trasladó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a los dirigentes autonómicos en la Conferencia de Presidentes celebrada el miércoles, la comunidad científica salió en tromba para criticar una medida cuya eficacia ponen en tela de juicio.

Las críticas siguieron ayer: expertos de la Sociedad de Epidemiología (SEE), de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), de los Médicos de Familia y del Consejo de Enfermería coincidieron en señalar su decepción. El vicepresidente de la SEE, Óscar Zurriaga, lamentó que sea la única medida del Ejecutivo para luchar contra la sexta ola cuando se ha demostrado que “nunca ha sido de especial eficacia”. “Lo que no puede ser es que ahora sea obligatoria en exteriores y cuando entremos en un bar nos la quitemos. Esto no tiene ninguna lógica. Lo importante es que la usemos en interiores, que haya ventilación y que evitemos las aglomeraciones”, zanjó.

“Implantar la mascarilla en exteriores es inútil porque sabemos desde hace tiempo que tenemos un riesgo hasta 20 veces mayor de contagio en interiores”, añadió Manuel Franco, portavoz la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), que considera que “es una medida contraproducente y mal tomada”, además de “perjudicial porque nos estamos yendo de foco y desanima, porque ahora la población ya sabe mucho”.

Al presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familiar y Comunitaria (Semfyc), Salvador Tranche, le parece de “dudosa eficacia” tanto el certificado covid como las mascarillas en exteriores, si bien ha valorado la potenciación de la vacunación, la dotación económica para incorporar recursos en la Atención Primaria incluso incorporando a personal jubilado y el objetivo de reducir la temporalidad por debajo de un 8 %.

Menos unanimidad hubo en el Congreso, donde el regreso de las mascarillas a la calle tuvo una acogida dispar: pese a que la mayoría de los presidentes autonómicos dieron su visto bueno, con excepciones como Javier Lambán (Aragón) o Isabel Díaz Ayuso (Madrid), en la Cámara resonó, sobre todo.

En el PP, Ana Pastor exigió al Gobierno que no tome el pelo a los españoles y pidió vacunación masiva para pinchar la dosis de refuerzo a todos los mayores de 18 años y facilitar un test gratuito de antígenos a cada español. Pero el grupo más beligerante fue Vox, que recurrirá la medida porque considera una “tiranía” sin la más mínima base científica”, según reiteró Macarena Olona.

También fue crítica, entre otras cosas por dar “alas a los negacionistas”, la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, que apunta a que fuera de las aglomeraciones es un “sinsentido” que “aporta poco y confunde mucho”, además de crear “desazón y hartazgo”. Desde Compromís, Joan Baldoví circunscribió la utilidad a las grandes ciudades y las aglomeraciones y Sergi Miquel, del PDeCat, pidió reconsiderarlo y optar en cambio por mejorar la sanidad, hacer más campañas de vacunación.

“No tiene ninguna lógica que la mascarilla sea obligatoria y nos la quitemos en un bar”

Vic. Sociedad de Epidemiología

“El riesgo de contagio es 20 veces mayor en interiores, es inútil llevar mascarilla en la calle”

Sociedad Española de Salud Pública