- La investigadora reconoce la necesidad de muchos españoles, incluso por salud mental, de reencontrase con lo suyos en navidades, pero invita a reducir la movilidad a lo mínimo indispensable: "Hay formas de encontrarnos minimizando los riesgos".
Cuando supo de los primeros casos en Wuhan hace un año, ¿se imaginó que podía pasar lo que ha pasado?
-En aquel momento era difícil de prever. Es cierto que los expertos que ya sabían lo que había ocurrido con el coronavirus sabían que eventualmente en algún momento podía pasar y existían informes al respecto, pero creo que era difícil imaginar una pandemia como la que hemos vivido.
¿Con el nivel de información que había se podía haber actuado de otra forma?
-Francamente, y esto es mi opinión sincera, creo que se han ido tomando las actuaciones en función del conocimiento que se iba adquiriendo.
¿Por qué España ha sido uno de los países más azotados?
-Hay estudios serios en relación a los factores. En primer lugar, España es uno de los países en los que existe una mayor movilidad, de recibir viajeros, de conexiones internacionales; en segundo, la forma de relacionarnos, nuestra capacidad de interacción social. Después se han incluido factores relacionados con las medidas implantadas y el momento de su implantación en función de los datos.
¿Fue la desescalada el origen de la segunda ola?
-La desescalada fue muy similar en toda Europa, por lo tanto atribuir a la rapidez de la desescalada en España el comienzo de la segunda ola, desde mi punto de vista, no es lo más adecuado. Además aquí comenzó primero, pero después llegó a otros países. Lo más plausible es que tenga que ver más con las actividades realizadas durante el verano, que son diferentes a las de otros países europeos donde hay distinta movilidad y forma de hacer turismo.
Un reciente artículo del ISCIII publicado en el British Medical Journal apunta una letalidad de la covid de entre el 0,8% y el 1,1%. ¿Es muy alta?
-Va en relación a otra de las preguntas: ¿cuál es el número de fallecidos? ¿Los del MoMo? ¿Los notificados? Muy posiblemente el número de fallecidos ni sea el de casos confirmados porque haya un infradiagnóstico ni, desde luego, el de exceso de mortalidad porque la sobreestima al incluir las muertes por otras causas. La horquilla de letalidad es dramáticamente diferente por edades, ya que en ancianos llega a valores incluso del 14 y 15%. El porcentaje es mucho mayor que la gripe, diez veces más.
¿Teme que las navidades puedan ser el origen de una tercera ola? ¿Era necesario permitir la movilidad para ver a los familiares?
-La biología del virus va a ser la misma en Navidad, la epidemiología de la infección y sus vías de transmisión también. Hay que tener en cuenta que a lo largo de este año ha habido muchas familias que han perdido familiares, y especialmente los más vulnerables han estado sometidos a situaciones de aislamiento y de soledad, y el reencontrarse con sus seres queridos lo viven como una necesidad. ¿Cómo podemos compaginar este virus con la necesidad, incluso por salud y por salud mental, que tienen muchas familias para reencontrarse? Quizás tengamos que ser creativos, no deberían ser unas Navidades como otras pero hay formas de encontrarnos intentando minimizar los riesgos. Mi recomendación personal es que la movilidad se reduzca a lo mínimo indispensable; la palabra indispensable hay que reflexionarla en el marco de las recomendaciones de las autoridades y en el de la estructura de cada familia.
¿Se ha politizado la crisis sanitaria?
-Creo que sí, por desgracia en determinadas situaciones y momentos... No creo que sea un reflejo de lo que ha ocurrido: durante muchos meses y para la toma de decisiones muy importantes existió un consenso mayor de lo que se ha visualizado. Se ha publicitado mucho los aspectos de discordia y se ha invisibilizado un trabajo conjunto de todas las comunidades que no había ocurrido nunca.
¿Qué impacto está teniendo la gripe?
-El sistema de vigilancia sufrió una disrupción por la covid, de manera que se está reorganizando en este momento para poder tener los datos. La previsión, y lo que se está viendo por ejemplo con el virus sincital de los niños, es que parece que hay disminución de la incidencia de otros virus respiratorios, algo que ya se preveía. Los factores de medidas de protección y aumento de la vacunación es posible que hagan que la onda epidémica de gripe sea menor.
Más de la mitad de los españoles no se quiere vacunar inmediatamente del covid.
-No se va a proponer a nadie una vacuna que no sea segura. Tenemos organismos de larga trayectoria internacionales y nacionales cuya razón de ser es velar por la seguridad de los ciudadanos. Además de mucha información, ha habido mucho ruido que llega a las casas de mucha gente, también de los más vulnerables, y esto me preocupa porque es posible que tengamos dentro de muy poco una vacuna cuyos datos preliminares de eficacia son muy altos y que, tras pasar todos los filtros regulatorios correspondientes, se les pueda ofrecer a estas personas, y por falta de información o por un miedo creado en relación a la seguridad no quieran ponérsela. Es un mensaje muy sencillo: las vacunas son seguras. Hay que confiar en los profesionales que trabajan en las agencias regulatorias, que son independientes de los gobiernos y de otras presiones.
¿Deben vacunarse las personas con anticuerpos? ¿Se decidirá en función del estudio de seroprevalencia?
-Es algo en lo que se está trabajando. El estudio va a aportar información, sí, pero junto a ella hay que analizar la información que se está generando en relación a la inmunidad producida por vacunas y su duración. En este momento se está acumulando un cuerpo de conocimiento que hay que integrar para decidir si se va a vacunar a estas personas.
Si se confirma la eficacia de las de Pfizer, Moderna... ¿España debe seguir investigando en sus vacunas?
-Debe seguir investigando no solamente por el producto final, sino porque tenemos la experiencia de que solo se puede investigar más cuando se ha investigado antes. El trabajo realizado en los laboratorios españoles para generar vacunas, incluso si no llegan a terminar las fases clínicas, ha producido una riqueza en sí mismo. Pero en ningún caso, incluso en el hipotético de que no se llegaran a finalizar las fases clínicas de todas las vacunas españolas, se consideraría una inversión perdida.
¿Va a haber vacuna marca española?
-No lo sé. Hay algunas de ellas que tienen posibilidades, sin ninguna duda, pero aún les queda posiblemente un año por delante de hacer pruebas clínicas que son rigurosas. Cuentan con nuestra confianza.
¿Será 2021 el año en el que vuelvan los abrazos sin mascarillas?
-Creo que sí. El primer semestre va a ser de mantener la precaución. Ojalá, y es un deseo porque las previsiones son muy difíciles, con los datos que tenemos, con las vacunas, a final de año podamos volver a unas dinámicas sociales como las que nos gusta a la sociedad española, de contacto humano que echamos ahora tanto en falta, y poder hacer esta entrevista en mi despacho.