ale Nagusia de Ordizia. 11.48 horas. Un hombre de más de 65 años, visera y gafas, camina sin mascarilla. Es el único en toda la calle. Va tranquilo, ajeno a lo que sucede a su alrededor. Hemos empezado el recuento nada más llegar a Ordizia. Once personas sin mascarilla entre las 100 primeras que hemos contado. Son las 9.15 horas cuando entramos desde el barrio Ezkiaga de Beasain. Una mujer se para a la altura del número 78 de la calle Urdaneta, nada más entrar a Ordizia. Busca en el bolso y se pone la mascarilla. Recorremos todo el pueblo a pie, desde Lazkaibar hasta Altamira, en las afueras, pasando por el Polígono de la Paz. En hora y media contamos 21 personas sin mascarilla. Son los menos.

En el centro del pueblo la mascarilla se impone. La calle Etxezarreta, el epicentro del brote de covid-19, parece una calle fantasma. En un extremo, los periodistas; en el medio, un goteo de personas aún pidiendo cita para las PCR en el ambulatorio. Son unas 2.000 ya las pruebas realizadas. En el otro extremo, Arantxa, atendiendo en el único bar abierto de la calle, el Txindoki. Un establecimiento que regenta junto a su marido desde hace 24 años. Es pronto, pero ya nos adelanta lo que viene. “Para los bares, la fase 2”, afirma.

En Ordizia la gente se sincera. Casi el 20% de la población se hará una prueba PCR en estos días. “Desde la mañana, anda la Er-tzaintza y la Policía Municipal llamando la atención a quienes no llevan mascarilla”, asegura. Cree que la relajación en “la población había llegado a tal punto, que esto iba a pasar. Y pasará en más sitios”, augura. “En junio hemos estado de camping en la zona de Albacete, y allí, en Tomelloso, por ejemplo, la mayoría de gente en la calle llevaba mascarilla. La gente anda con mucho más cuidado que aquí. Aquí no tenemos término medio, o todo, o nada”, lamenta.

Nos movemos a tomar un café. Y en lo que trae el cortado, le preguntamos al camarero: ¿Qué dice la gente? “Pues que van a tener que llevar mascarilla hasta que saquen un antídoto. A mí me da miedo que esto solo se aguante un poquito hasta las elecciones del domingo. Todo el mundo cree que el lunes nos van a encerrar. Los autónomos de bares hemos pasado dos meses y pico que nos han hundido y necesitamos trabajar. Si se paraliza otra vez un poco, muchos no van a poder abrir”, remata.