"En tiempos de pandemia, con grandes cifras de muertos, es bueno recordar que estamos conviviendo con un producto que mata al año en el mundo a ocho millones de personas, de ellas 60.000 en el Estado", explica, Esteban Ruiz de Gordejuela, neumólogo del Hospital de Basurto.
¿De dónde salió el bulo de que los fumadores eran más resistentes al covid-19? ¿Había base científica?
—El origen de esa noticia nace de un trabajo publicado por los chinos en Wuhan, donde en una primera serie describen que el porcentaje de pacientes fumadores ingresados por covid-19 era mucho menor que la población no fumadora. A raíz de ese dato, en Francia también detectaron un porcentaje inferior. Esto fue una observación, pero sin ninguna evidencia científica. Así se extendió el bulo de que el tabaco podría ser beneficioso.
Cuando realmente es lo contrario.
—El tabaco agudiza las formas más graves del covid-19 y multiplica la mortalidad casi por tres. Cualquier tipo derivado de consumir tabaco es un potencial agente transmisor del coronavirus. Probablemente, haya habido también interés en fomentar esta idea, pero serían suposiciones de una mano negra.
¿El número de casos de cáncer motivados por el tabaco desde 2018 se mantienen, suben o bajan?
—El tabaco sigue siendo el responsable más importante prevenible de las muertes por cáncer. Tres de cada diez muertes por tumores en el País Vasco son atribuibles a este hábito.
¿Sobre todo los cánceres torácicos?
—Todo el cáncer respiratorio, garganta, laringe, bronquios y pulmón, que son de los que más mortalidad tienen.
¿Cuántos pacientes morirán en el País Vasco por fumar?
—La mortalidad atribuible al tabaco si sitúa en torno al 13%, En el Estado cada día mata a 166 hombres y 44 mueres; en total al año fallecen 60.000 personas con dolencias relacionadas con el tabaco.
La Ley del Tabaco de hace diez años dio buenos resultados. ¿Pero no cree que nos hemos relajado?
—Hemos tenido una buena ley que dio buenos frutos. Además de consumir menos, los fumadores lo hacían en menor medida. Pero la ley se ha quedado corta y anticuada. Hemos empezado a normalizar otra vez que no se siga disminuyendo el consumo del tabaco; habría que introducir aspectos nuevos, como no fumar en los coches. Y si no se quieren modificar aspectos como fumar en las terrazas, por lo menos, que se cumpla estrictamente la ley vigente.
¿No sería más eficaz socialmente invertir para que los jóvenes no se inicien en el tabaco lo que ahora se gasta en deshabituar a los adultos?
—Sin duda, la mejor inversión, la más eficaz, en dinero y en salud, sería evitar la incorporación de nuevos fumadores. Esto enlaza con el lema que este año la OMS lanza para este 31 de mayo, con una frase tan potente como "Si usted supiera que de sus clientes van a morir ocho millones cada año ya se encargaría de ir buscando nuevos clientes entre los jóvenes". Este el problema al que nos enfrentamos; debemos de conseguir por todos los medios que cada vez fumen menos jóvenes y esto solo se logra con información, con unas normas duras en cuanto a precio, lugares de venta y con la educación en nuestras ikastolas.
¿Incrementar su precio es la medida más disuasoria?
—Se ha demostrado que es una de las más eficaces; es importantísimo, sobre todo entre la juventud.
¿Hay avances significativos en cánceres causados por el tabaco: cuello, garganta..., pero, sobre todo, en el de pulmón?
—El de pulmón tiene una mortalidad muy alta, pero en los últimos años los tratamientos personalizados han supuesto un gran avance; han cambiado la supervivencia de estos pacientes. Para mejorar los resultados, por un lado están las terapias y, por otro, conseguir diagnósticos más precoces. Se puede lanzar un mensaje de cierta esperanza.
¿Aumentan más los cánceres por tabaco o por la contaminación?
—La contaminación juega un papel importante en la carcinogénesis. Lo cierto es que donde más contaminación hay es en las ciudades, pero es también donde más se fuma, con lo cual juntamos dos factores muy importantes. Se tarda mucho en discriminar y además interesa crear confusión sobre qué daña más; el tabaco es evitable y la contaminación prevenible o disminuible.
¿Qué estrategias propondría para evitar que se introduzca tanto el tabaco en la sociedad?
—Nadie tiene la varita mágica, pero con el ejemplo de los mayores los jóvenes tendrían que ver que sus aitas están dejando de fumar y les cuesta. Lo que ocurre es que esto no es una cuestión solo de formación e información; no perdamos nunca de vista que hay una industria muy potente cuyo objetivo es conseguir con todas sus técnicas de marketing introducirles en el tabaco. Las estrategias más potentes tienen que ir dirigidas a frenarlas, no solo con el tabaco, sino con otros productos dañinos.
¿Por ejemplo?
—Los cigarrillos electrónicos y el vapeo con sabores y aromas donde desde el principio los neumólogos alertamos que había que ir en la vía de prohibir este tipo de sabores, porque van encaminados a enganchar a la población joven. Las iniciativas deben de ir dirigidas a que los jóvenes sepan a qué se enfrentan y con los mayores que siguen enganchados debemos de ofrecerles más ayuda para que dejen de fumar. En el último año no hemos tenido avances en fármacos, pero sí en su financiación por el sistema publico de salud, que está ayudando a muchas personas a dejar de fumar.
Diez días de luto por las víctimas del covid, pero el tabaco mata más.
—Las comparaciones son odiosas, pero una pandemia como la actual también es un buen momento para recordar grandes cifras, como las que nos proporciona la OMS al decirnos que ocho millones de personas mueren al año en el mundo. La situación y modelo no son similares, pero tienen algunas características comunes, por ejemplo, que hasta que uno no ve el problema grave muy de cerca no toma decisiones; aunque ya sabían el daño que hacía el tabaco, los fumadores dejan de fumar cuando tienen un infarto. Luego, por desgracia, la mitad vuelve a fumar porque estamos hablando de una droga adictiva. Pero solo cuando llega es cuando uno se da cuenta. De los virus epidémicos nuevos ya nos advirtieron de que iban a venir, pero tomar medidas a largo plazo siempre ha sido difícil. Con el tabaco nos ocurre esto a gran escala, pero dificultado porque detrás hay una gran industria que modifica esa percepción de riesgo. Y al ser una industria legal complica la erradicación de este problema tan dañino.