- "El Gobierno debe de estar con el oído bien abierto ante las necesidades inmediatas que tiene la gente", alerta el filósofo vasco, quien apuesta por la vuelta a la cooperación "en lugar de la competitividad compulsiva a la que nos arrastra en los últimos años el capitalismo atroz en el que hemos vivido", apostilla.
Entre sorprendida y extrañada vimos lo que sucedía en China, que se acercaba el virus y actuábamos como si nos hubiera pillado de nuevos.
-Creo que ha habido una improvisación grande, sigue habiéndola. En ese sentido pienso que la gestión no solo en España, sino en toda Europa, sigue siendo manifiestamente mejorable. En primer lugar, porque los políticos miran más a ver si ganan las próximas elecciones que a las verdaderas necesidades o a estructurar de una manera más real lo que llaman democracia. Añadiría que la salud es el derecho fundamental por excelencia y el presupuesto de cualquier Gobierno tendría que contemplar la mitad del mismo para salud. Porque la salud es prevención. Lo que está pasando en estos momentos con las mascarillas, los respiradores, etc€ es patético, apocalíptico. Y un apunte más.
¿Cuál?
-Que en este momento hay que ir a lo inmediato; hay gente con unas necesidades inmensas, no digo que se estén muriendo de hambre, pero casi. Insisto, es clave la buena gestión, que se tenga en cuenta lo primero la salud, pero estar con el oído presto a las necesidades inmensas que tiene la gente.
Los más pesimistas pueden pensar que estamos viviendo en la realidad de la distopía '1984' de Orwell. ¿Es así? ¿Se le parece?
-Lo de Orwell no dejó de ser una novela de ficción y lo que está pasando es realidad. A veces, la ficción, como cierto tipo de films, adelantan lo que va a suceder. Creo que sí hay una buena parte en ese tipo de libros distópicos que anunciaba un mundo que se estaba gestando mal; donde la gente habla de democracia y no era tal, donde la participación del pueblo, de la ciudadanía, era mínima, donde los poderes cada vez se hacían más dictatoriales, pero para tener más poder y no para mejorar la vida ciudadana desde ese poder. La cuestión del pesimismo u optimismo es algo psicológico. Creo que estos libros deben ayudarnos a repensar que otro mundo es posible.
¿Y los es?
-Me parece fundamental la necesidad de volver a la comunidad, poner la cooperación por encima de la competición durísima del capitalismo tardío. Estos libros nos lo dicen. Pero tampoco perdería la perspectiva utópica en el mejor sentido: los humanos podemos salir y hemos salido de muchas. En estos momentos también convendría decir, sin dejar de mirar a los hechos y citar a las cosas por su nombre, que otro mundo es posible. El altermundismo es un concepto que tendría que estar entre nosotros ahora. Reflexionar y decir que si salimos de ésta, como espero, hemos de cambiar las cosas de arriba abajo.
Analizando los resultados frente a la pandemia es fácil dejarse subyugar por los buenos datos en Asia -colectivización, supresión de derechos, autoridad impuesta frente al modelo europeo del individualismo, libertad-. Cara a futuro ¿en el enfrentamiento seguridad vs. libertad variará algo la postural mundial? ¿Quién vencerá?
-La verdad es que el tema de la seguridad es un tema eterno; los asiáticos, y concretamente los chinos, y no solo ellos, han cortado por lo sano, y desde una estructura dictatorial lo han impuesto de una manera que ha sido tremendamente eficaz. Esto es más difícil hacerlo en democracias formalmente liberales. Ahora bien, una democracia que funcionara bien tendría que tener capacidad, sin dejar de ser democracia, de poner normas duras y excepcionales si la situación es dura y excepcional. Por lo tanto, no copiar la dictadura de China, pero sí un cierto tipo de gestión que aquí ha faltado. Si hay que centralizar durante cierto tiempo se centraliza, pero, sobre todo, organizar, decir lo que ocurre y ser muy duros con aquellos que no cumplen las normas que se imponen.
La liga de fútbol suspendida, profesorado parados, los juegos olímpicos retrasados, las empresas a ralentí. ¿Cree que recuperaremos el punto en un período breve?
-Todavía es pronto, pero la impresión es que costará. Lo malo es que los cuatro ricos se harán más ricos, mientras los millones de pobres estarán peor, serán mucho más pobres y dependientes. Pero sí que costará, el nivel y calidad de vida pegará un bajón muy notable. El parón económico afectará a las economías de manera muy concreta; en España, pensemos en el turismo, una de sus primeras industrias. Habrá un bajón tremendo del que costará mucho recuperarse.
Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, nos cambiaron todas las preguntas, decía Bertrand Russell. En el camino de "mono con pretensiones a dioses" pasando por homo sapiens, ¿no nos está poniendo el virus en nuestro sitio real?
-Eso sería una indirecta buena consecuencia€ que nos hiciera repensar, que somos más vulnerables de lo que creemos, que la sociedad está muy destartalada. Una ocasión estupenda para darse cuenta de que la cooperación es más importante que la competitividad como tal. El bien común debería importar por encima de todo y volver a la comunidad esquinando el feroz individualismo que se ha dado últimamente con la expansión tremenda del capitalismo.
¿De verdad cree que esta crisis hará que haya un antes y un después? ¿Aprenderemos para bien o seremos insensatos?
-Soy escéptico sobre que mejoremos; no digo que no vaya a pasar, pero soy escéptico. Al mismo tiempo digo que hay que hacer todo lo posible, poner toda la energía en que mejoremos. Sería un poco jugar a dos bandas... o partirse en dos. Por un lado, no tener grandes expectativas, pero por otro, actuar como si tuviéramos la posibilidad un mundo mejor que el que tenemos.