madrid - Las mujeres que forman parte de la Iglesia católica han decidido que es el momento de decir ¡Basta ya! y denunciar la "enorme desproporción" que existe en esta institución en la que "los hombres deciden" y ellas permanecen silenciadas. "Se nos está acabando la paciencia, queremos igualdad". Y para visibilizar este malestar, distintos colectivos de teólogas y de mujeres cristianas se han unido en la Revuelta de mujeres en la Iglesia. Hasta que la igualdad se haga costumbre y han convocado concentraciones en 90 ciudades europeas a lo largo del mes de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer.
Marifé Ramos es coordinadora de Mujeres y Teología de Madrid y una de las portavoces de esta red que lucha por la renovación de la Iglesia y que ha convocado una concentración para el próximo 1 de marzo en Madrid y otras ciudades españolas. "Existe una desproporción entre lo que las mujeres damos a la Iglesia desde hace muchísimos años, con cariño y gratuidad y la respuesta que estamos obteniendo", explica a Efe esta teóloga que alude a las tareas de cuidado, servicio y atención que históricamente han desempeñado en la Iglesia al tiempo que su opinión es silenciada.
Invisibilidad En la misma línea se pronuncia Montse Suárez, del sector de Mujeres de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Barcelona y Sant Feliu y de la coordinadora Dones Creients 8M. "Es muy injusto que los hombres sean los que piensan y deciden y las mujeres las que hacemos, limpiamos, damos la catequesis, las tareas de cuidados...", cuando en la Iglesia hay "muy grandes teólogas" que prácticamente no tienen espacio y a las que se escucha poco, lamenta.
Suárez subraya que esta red de mujeres está compuesta por personas creyentes, que no son anticlericales, pero advierte que no pueden "seguir aguantando una Iglesia tan machista, tan patriarcal, que nos tiene relegadas y que ni siquiera se plantea reflexionar sobre ello". "Se nos está acabando la paciencia", avisa Ramos, para quien los últimos nombramientos de mujeres en la Curia impulsados por el papa Francisco no son suficientes. "Está dejando más espacio a las mujeres, pero es tan lento que necesitaríamos siglos" para alcanzar la igualdad.
En esta lucha lleva ya cerca de 30 años Marisa Vidal, del equipo coordinador de la Asociación Mulleres Cristiás Galegas Exeria. "Queremos ser tratadas como iguales, acabar con esta discriminación secular", explicó, consciente de que "es un muro muy grande que lleva muchos siglos levantado, pero que tiene que empezar a ceder". Vidal es muy clara en sus reivindicaciones: "Buscamos la paridad, estar en todos los organismos donde se toman las decisiones". En el caso de Galicia, las mujeres han decidido dar un paso más y han convocado una huelga para el 1 de marzo "como hacen las feministas el 8-M, pero en el seno de la Iglesia" y piden que ese día las mujeres no asistan a ningún acto litúrgico. Esta activista feminista y católica advierte que no se trata de una "pataleta", sino de una preocupación para ellas. "La Iglesia lleva mucho tiempo cerrada, intentó abrirse con el Concilio Vaticano II, pero han pasado más de 50 años y vemos que el tema de las mujeres sigue sin abordarse. ¡Ya está bien!".
"Esto no tiene marcha atrás", insiste la coordinadora de Mujeres y Teología de Madrid, que espera que la jerarquía tome nota y no desaproveche esta ocasión para dialogar porque, de ser así, "estarían ciegos".
A la Revuelta de mujeres en la Iglesia se han sumado doce colectivos y han recibido apoyos de numerosas mujeres vinculadas a distintas diócesis, hasta el punto de que reconocen sentirse desbordadas "en el buen sentido". No obstante, aseguran que hay muchas más mujeres que las apoyan pero que "han interiorizado el miedo y la sumisión". "El que no estén ahora con nosotras en primera fila no quiere decir que no estén viviendo un proceso de despertar y darse cuenta de que lo que viven es injusto y antes o después tendrán que decir ¡basta!".
La monja jesuitina María Luisa Berzosa, nombrada por el papa Francisco consultora de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, observa con curiosidad y precaución este fenómeno. "No tengo claro si nos ayuda o no", confiesa. "Numerosos documentos hablan a favor de que entremos, pero no pasamos de las palabras a los hechos...", lamenta.