donostia - Son las 16.30 horas y, fiel a su cita desde hace décadas, Jose María Erauskin se dispone a abrir la farmacia en el número 22 de la calle San Pedro de Hondarribia. El trasiego mediático no ha alterado su rutina. Nadie diría que este hombre de 62 años, que cursó Derecho “por enriquecimiento personal” cuando rebasaba ya la cincuentena, ha llevado a Luxemburgo a la banca española, con un primer pronunciamiento judicial que sopla a su favor. El letrado de la UE ha reconocido el carácter potencialmente abusivo del uso del Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios (IRPH). A falta de la sentencia definitiva, Erauskin vive con los pies en el suelo. “Mi idea es olvidarme del Derecho y volver a la farmacia. Si sale bien, seguiré los tres años que me quedan para atender compromisos con personas que he ido conociendo por el camino”, dice humildemente.
¿Cuántas entrevistas ha concedido?
-(Comienza a enumerar?). En torno a una veintena. Hay medios que han venido desde Barcelona o Madrid para hacer una conexión de apenas unos minutos. Estamos ante una cuestión muy relevante que, a aunque es difícil de explicar, pone patas arriba toda la jurisprudencia del Tribunal Supremo. Son cuestiones difíciles de entender para los consumidores, pero es su dinero el que está en juego.
¿No se siente abrumado por la repercusión que ha tomado el caso?
-Bueno, todo es fruto de un trabajo compartido con mi compañera Maite Ortiz, Ander y yo. Los tres hemos ido de la mano. Me imaginaba que iba a tener una repercusión tremenda porque hay muchos miles de millones de euros de por medio.
¿Pero usted es farmacéutico?
-Sí, trabajo de ello desde los años 80. Todo comenzó en 2006, a raíz de unas obras en la calle San Pedro. Levantaron toda la carretera, el negocio estaba un poco más parado y aproveché aquel compás de espera para matricularme en Derecho. Ahora tengo 62 años y acabé la carrera con 53. Estudié con ánimo de enriquecimiento personal y dio la casualidad de que una vez que finalicé surgió la plataforma Stop Desahucios del Bidasoa. Afloraba entonces el problema de tantas familias y me preguntaron si les podía echar una mano.
¿Se mostró dispuesto desde un primer momento?
-Lo único que les decía es que acababa de terminar la carrera, que nunca había ejercido y que además no era precisamente mi fuerte. Ni siquiera me gustaba esa especialidad. Mi idea inicial era orientarla hacia el Derecho Animal. Me decían que mejor era contar con mis servicios que con ninguno, y así empezó todo.
¿Cuál fue el siguiente paso?
-Me puse en contacto con Maite Ortiz, la abogada entonces de Stop Desahucios. Le dije que no tenía ni idea, pero que estaba dispuesto a aprender si ella me enseñaba. Me pasó la documentación y comencé a estudiar.
¿Y qué descubrió?
-Entre los desahucios había situaciones inevitables, como la de familias que no tenían ingresos. Pero otras contaban con unos ingresos modestos y se les estaba cobrando unas cuotas muy altas. Resultaba llamativo. Si ese mismo préstamo, en vez de usar el IRPH, llega a referirse al Euribor más el diferencial de aquel momento, la cuota podía bajar entre 200 o 300 euros, una notable diferencia de la que no se informó con transparencia al consumidor.
¿Y a partir de ahí?
-Mi primera vista oral fue precisamente por una demanda por el IRPH, y conseguí la primera sentencia de nulidad en el Estado. Era febrero de 2014. A partir de ahí empezamos a abordar no solo los desahucios sino las razones que podían llevar a ellos. Había que intentar que las familias no cayeran, había que actuar de manera preventiva. Estudiamos todo lo referido a las cláusulas abusivas que estaban provocando tanto desahucio. Tras ganar la primera sentencia, presentamos 40 demandas. Ganamos las 40. La Audiencia Provincial las revocó pero seguimos presentando demandas: Guadalajara, Vitoria? Fue aquí donde la Audiencia de Araba nos dio la razón. Conseguimos entonces la primera sentencia favorable de una Audiencia. Kutxabank recurrió al Supremo, que les dio la razón en una sentencia del 14 de diciembre de 2017.
¿Y nunca bajo los brazos?
-¡Es que había dos votos discrepantes! Dos magistrados decían que la sentencia del Supremo era contraria a la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Ante esos dos votos particulares en contra, y con ese reproche tan serio, lo lógico es que se preguntara directamente a la UE, que es la que podía arrojar luz ante un daño irreparable.
¿Tocaron muchas puertas?
-Se lo pedimos a la Audiencia de Gipuzkoa, a la de Bizkaia, a la de Araba, a la de Barcelona? Nadie nos atendió la petición. Todos decían que no hacía falta preguntar, que estaba muy claro. Hasta que llegó un día en el que se planteó la misma cuestión tras una demanda que llevaba un juzgado de Barcelona, a petición del despacho de Abogados Urbe. Fue ahí cuando entramos como demandantes en el pleito del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, junto a Bankia, el Reino de España y la Comisión Europea. En esa vista todos tuvimos ocasión de dar nuestra versión, aportando la documentación. Y en esa vista estaba el abogado general de la UE?
El mismo que se pronunció el martes?
-Sí. Con toda la documentación remitida por las partes y con todo lo que escuchó ha dictado unas conclusiones que se convierten en una propuesta de resolución. Ahora toca esperar a la sentencia que dicte el tribunal.
No es vinculante, pero su criterio coincide habitualmente?
-Pueden ocurrir muchas cosas, pero lo que no suele ser habitual es que tras el pronunciamiento la sentencia diga justo lo contrario.
“Nos ha dado la razón en todo”. Es una frase que repite estos días sin descanso. ¿Esperaba algo así?
-Claro que no. Colaboro en un despacho humilde de una abogada. Allá fuimos los dos a Luxemburgo, y en frente teníamos nada menos que a la banca española. Bankia contaba con un amplísimo respaldo porque todos se la jugaban. Ahí estaba el Reino de España, y en frente nosotros. Era como disputar un partido al más alto nivel siendo un modesto equipo de pueblo. Pues bien, al final resulta que estamos a punto de ganar el partido.
Su historia personal no es habitual?
-Todo ha sido inesperado. Estudiaba con la idea de acabar y dedicarme a los animales, y el giro inesperado llega con la primera sentencia del IRPH. Sí me gustaría destacar un aspecto. Todo lo he hecho gracias a la formación que me ha dado la UPV. No hace falta irse a universidades carísimas. Si aprovechas los medios y la formación que presta la universidad pública, es suficiente. Con lo que aprendí de los profesores prestándoles atención, me he bandeado sin hacer nada más. Gracias a esa formación, he podido llegar a conseguir que me den la razón en un pleito, nada menos que contra el Reino de España y la banca. Quiero resaltarlo porque los profesores lo hacen muy bien, y si los alumnos saben aprovechar la oportunidad, pueden llegar muy lejos.
Su éxito revela la importancia de ser perseverante y no dar nada por sentado...
-En mi caso la edad ha podido influir. No es lo mismo estudiar Derecho cuando tienes 18 años o cuando son más de 50, que muchas de las cosas que estudias las has vivido. Derecho es una carrera preciosa que te permite tener criterio sobre el día a día. Escuchas a los tertulianos y te llevas las manos a la cabeza. No tienen ni idea, y además hacen mucho daño. Hace falta más formación.
Su testimonio puede despertar muchas vocaciones tardías...
-No sé. Lo que veo en esta sociedad es que hace falta más serenidad, más calma y, desde luego, hay que arriesgar. No puedes lamentarte y decir que no hay nada que hacer. ¿Cómo que no hay nada que hacer? ¿Si creo que tengo razón, por qué dices que no hay nada que hacer? Si no me escuchan aquí, llamaré a otras puertas hasta que alguien lo haga.
Usted lo ha logrado?
-Sí, hay que quitarse de la cabeza eso de que la banca siempre gana. De hecho, han tenido que tragar con las cláusulas suelo, con las swaps que vendían como un seguro contra las subidas de los tipos de interés? De las cláusulas suelo han devuelto todo, hasta el último euro, algo que era impensable hace unos años. Si conseguimos ganar con el IRPH, se dejará de aplicar y se devolverá el dinero. No es verdad que la banca siempre gane. Le estamos rodeando y ahogando para que se comporte como cualquier otro negocio, como una charcutería, una carnicería o una farmacia. La banca tiene que comportarse con honestidad, como los demás. No vale todo. Cuando las cosas van bien, se gana dinero. Pero cuando van mal se pierde. Así es el juego. Lo que no se puede pretender es ganar dinero cuando las cosas van bien y mal. La banca tiene que sufrir los vaivenes de la sociedad, y si vienen vacas flacas, que gane menos, como los demás.
A este paso le van a poner una calle en Hondarribia?
-(Sonríe) No hombre, no. Si el IRPH sale mal, mi idea es olvidarme del Derecho y volver a la farmacia. Si sale bien, seguiré los tres años que me quedan para atender una serie de compromisos con personas que he ido conociendo por el camino. No pienso en nada más. Si el IRPH sale mal, pongo fin a este paréntesis de siete años. Mi futuro no está en la abogacía?
En cualquier caso, siempre será el guipuzcoano que puso contra las cuerdas a la banca?
-Sí. Todos tenemos nuestro ego, y se han dado pasos muy importantes?
Por cierto, ¿está notando algún tipo de presión?
-(Sonríe) Prefiero no decir nada?
Con esa respuesta dice mucho?
-Cuando empecé con las cláusulas suelo, una entidad de la que yo era cliente me resolvió la cuenta de la Farmacia de un día para otro y me dejó sin financiación. Pero prefiero no contarlo porque mi hijo se preocupa.
Usted no tiene miedo?
-No. Es verdad que he tenido problemas, pero lo que me han hecho pagar lo he abonado muy a gusto. Afortunadamente no estaba necesitado como tantas familias afectadas. Me he podido permitir el lujo de aguantar el tirón. En realidad tengo buena amistad con el personal de los bancos de Hondarribia. Son buenos amigos. Es buena gente. Esas cláusulas no dependen de ellos, pero me imagino que más de uno por ahí arriba me odiará. Su chulería les puede pasar factura y todavía están a tiempo?
¿A qué se refiere?
-Están a tiempo de negociar con los afectados y evitar la judicialización, que es muy costosa. Pueden hacer propuestas para devolver parte del dinero, porque los pleitos pueden durar ocho o nueve años. Hay tiempo para evitar colapsar los juzgados y meternos en costas judiciales millonarias.
Habla como si ya hubiera ganado el juicio?
-No, no. Me refiero en el caso de que la sentencia sea favorable, ya que puede originar una avalancha de demandas.
La banca teme “una catástrofe”?
-En este procedimiento hay cuestiones vergonzosas. En primer lugar, que la abogada del Reino de España vaya a Luxemburgo a decir que no se devuelva el dinero porque es una catástrofe. Pronunciarse en esos términos es, jurídicamente, impresentable.
Explíquese...
-Si la cláusula es abusiva, hay que devolver el dinero porque esa es la consecuencia que se deriva de la nulidad. Si una cláusula es nula, me tienes que devolver todo. Tú no puedes ir a un órgano judicial a decir que no se cumpla la ley. Pero además, políticamente, no se puede ir en nombre del Reino de España a decir que no se puede devolver miles de millones de euros, porque también las familias que han pagado indebidamente son Reino de España.
Y hay muchos ‘reinos’ destronados.
-Sin duda. Hay habido muchos desahucios. Que no me hablen de catástrofe para el Reino de España, en todo caso para la banca. Lo que no se puede admitir es lo que ha declarado esta semana la ministra, diciendo que el Gobierno siempre ha estado con los consumidores. Eso es mentira. El abogado de España que acudió a Luxemburgo fue a defender los intereses de la banca, no los de los consumidores. Ese abogado fue designado en febrero, con el actual gobierno. Es más. Los recursos planteados en favor de la banca se remontan a la época del PP, pero cuando llegó el PSOE se le pidió que no se posicionara a favor de la banca, como había hecho el anterior gobierno. En todo caso, se les pidió que no acudieran a la vista, que se quedaran al margen, que el conflicto se arreglaría entre las partes y el tribunal de justicia. Finalmente entró, y entró como banca. ¿Cómo es posible que nos digan ahora que siempre han estado con los consumidores?
¿No escuchó durante la vista ningún alegato en defensa de los usuarios?
-Nunca. España fue a decir que no se devolviera el dinero. En el vencimiento anticipado, España fue a decir que aunque la cláusula fuera abusiva, que siguiera adelante el desahucio. Con el IRPH, dicen ahora que devolver el dinero es una tragedia. ¿Pero qué pasa, que el Gobierno es al final más radical que la banca?
¿Tiene la sensación de haber tirado de una pesada manta?
-Con todo este procedimiento podemos comprobar quien manda en un país (sonríe)?
El que manda es el dinero?
-Exactamente, el que lo tiene.
Por cierto, por rebajar un poco el tono...¿No le para todo el mundo por Hondarribia estos días?
-¡Qué va! Entre las fiestas y la bandera de La Concha lo mío es irrelevante? (sonríe). Estamos ante noticias económicas que la gente normalmente no lee en el periódico. Casi siempre se dedican más bien a mirar las esquelas y los deportes. Como de economía no entienden, pues pasan de largo.
¿No reside ahí parte del problema, que se juega con su dinero sin advertir tantas operaciones financieras de dudosa legalidad?
-Sin ir más lejos, mi propia hermana acaba de firmar un préstamo hipotecario y reconoce que no sabe cuál es el tipo.
¿No será el IRPH?
-No, eso seguro que no. Pero me llama la atención la dinámica en la que nos movemos. Si vas a comprar un coche, en el concesionario te explican cada uno de los modelos. Te lo explican absolutamente todo: ventajas, inconvenientes, cuánto cuesta? Te dedican el tiempo que haga falta, y estamos hablando de 20.000 euros. Con un préstamo hipotecario, en cambio, nos encontramos con hasta siete índices de referencia. Vas al banco sabiendo que es la mayor inversión de tu vida, pero no te explican nada. Sales sin saber lo que has firmado. ¿Cómo puede ser eso?
Escuchándole parece inverosímil, pero es literalmente así?
-Nadie acepta un modelo de coche impuesto, pero en cambio con el préstamo sí dejamos que elija el otro. Y el otro no es tu amigo, es tu enemigo. Hemos querido creer que el empleado del banco es nuestro amigo, pero lo único que hace es jugar con nuestra amistad en interés del banco.
¿Pero no le extraña ese desinterés del consumidor teniendo en cuenta que está en juego su propio dinero?
-Hay una resignación generalizada de que esto siempre ha sido así, pero tenemos que caer en la cuenta de que se le puede dar la vuelta. El problema es que no se lucha. Tenemos una juventud que con mucha suerte será mileurista, que no puede pagar una vivienda en propiedad, pero no sale a la calle. Eso sí, como haya una final en el mundial de fútbol se juntan todos?
¿Una sociedad anestesiada?
-Felizmente anestesiada. Es consciente de que lo está, pero no le importa. Tenemos la Play, y un mundo virtual en el que refugiarnos.
Usted es un apasionado de la música. ¿Ha dejado la batería estos días?
-Estos días estoy tocando menos porque todavía no he insonorizado el local y no quiero molestar a los vecinos. Toco al mediodía, de una a dos. Llevo días que no toco?
Tiene ahí una buena manera de desahogarse de todo esto?
-Bueno, más que por desahogo toco la batería porque me gusta. Siempre había dicho que cuando fuera mayor tocaría la batería, y de repente un día me di cuenta de que ya había cumplidos los 60 y que todavía no había empezado. Si lo postergaba un poco más, ya no llegaba, así que me matriculé en la Musika Eskola de Hondarribia. Voy muy contento. Me gusta el rock y el blues. Ahora no me puedo comprometer con ningún grupo, pero en cuando esté un poco más tranquilo me apuntaré a alguna txaranga. Ya veremos, algo haremos.