ciudad del vaticano - Cada día que pasa se pierde una oportunidad más para reducir el impacto de miles de tragedias humanas que se suceden a las puertas de Europa. Ayer, varias decenas de personas que viajaban hacinadas en una barcaza desaparecían frente a las costas de Libia, y otro importante grupo de migrantes rescatados por un barco alemán volvía a toparse con la negativa del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Dos ejemplos que constatan la necesidad y vigencia de Share -la iniciativa vasca para afrontar el reto migratorio- en el contexto europeo.

Lo decía ayer Marian Elorza (secretaria general de Acción Exterior del Gobierno Vasco) cuando apostaba por estructurar en el seno de Los Veintiocho políticas de asilo frente a los mensajes populistas y ultras. A su juicio, cualquier intervención en esta materia debe tener el sello de la UE. El reciente embrollo con el Open Arms ha demostrado que las decisiones de carácter unilateral y adoptadas caso por caso llegan tarde a menudo. Elorza -parte de la delegación vasca que estos días se ha desplazado al Vaticano para compartir el contenido de Share- defendió que el propósito es “aunar voluntades y crear una alianza de gobiernos subestatales dispuestos a anunciar públicamente la voluntad de asumir la parte de responsabilidad que corresponde en la acogida a personas necesitadas de refugio”.

Y uno de los objetivos esa coalición que plantea el Ejecutivo vasco sería promover un mecanismo que “permita un reparto de ese esfuerzo de acogida y de integración” basado en el criterio de corresponsabilidad -o responsabilidad compartida- teniendo en cuenta los ingresos del territorio, la población o la tasa de paro. La secretaria general de Acción Exterior del Gobierno Vasco sostuvo que con esta iniciativa “de abajo a arriba” esperan que finalmente el Consejo de la UE acepte una fórmula de distribución de las personas migrantes en base a una “clave similar”.

En declaraciones a Onda Vasca, Elorza explicó que el motivo de presentar la iniciativa Share en el Vaticano es porque “es un actor político y diplomático de primer orden” y también “un referente moral y espiritual para millones de personas”. Además, en el tema de las personas refugiadas, la Santa Sede y en concreto el Papa Francisco “ha hablado con voz alta y ha salido en defensa de los derechos y la acogida de las personas inmigrantes”.

Por ello, indicó que ser recibidos en el Vaticano tiene “un alto valor de autoridad moral” para esta propuesta que desde que se hizo pública en septiembre de 2018 se ha presentado en distintos foros, como en el Comité de Regiones o en la Comisión Europea, “que la veía con buenas ojos”, porque iba en línea con su propuesta a favor de “un reparto del esfuerzo de acogida entre los Estados miembros”. Ese es precisamente, uno de los “grandes caballos de batalla en estos momentos de la reforma del sistema europeo de asilo”, opinó Elorza.

Palanca de cambio “Conseguir los mínimos acuerdos en el seno del Consejo está resultando complicado y nuestra propuesta busca aunar voluntades a nivel subestatal de forma que, si conseguimos que haya un número suficiente de gobiernos subestatales dispuestos a asumir y a que se aplique un sistema de cuotas o repartos del esfuerzo de acogida, eso pueda facilitar el que los estados miembros a continuación en el seno del Consejo puedan moverse en esa misma dirección”, ilustró la secretaria general de Acción Exterior.

Elorza reconoció que no es “una labor sencilla” pero, a su entender, “hay que alzar la voz ante mensajes populistas” y mostrar la disposición del Gobierno vasco a “trabajar y ayudar que la UE se dote de una política migratoria que garantice una migración ordenada, regular, segura, que permita unas políticas de asilo justo y humanas”.

Desafío. En palabras de Marian Elorza, secretaria general de Acción Exterior del Gobierno Vasco, el “escollo más importante” en el reto migratorio tiene que ver con la distribución de los flujos migratorios. A su juicio, se está ante un problema que tiene una dimensión “netamente europea” y “no va a quedar más remedio que habilitar respuestas necesariamente europeas y huir de decisiones ad hoc que, cuando se toman, en el mejor de los casos, a menudo llegan tarde”, subrayó.