Vitoria - El primer golpe de calor del verano ha apretado los termómetros hasta los 40 grados centígrados en varias localidades de la Comunidad Autónoma Vasca y de Nafarroa. Por delante, los meses propiamente estivales de julio y agosto, más predispuestos -al menos en la cultura popular- a tolerar este tipo de episodios meteorológicos extremos. Este de junio ha sido inusual -que no excepcional, puntualizan fuentes de Euskalmet- porque pocas veces una lengua de aire tan cálido, tórrido incluso, llega hasta la geografía vasca a estas alturas del año.
De hecho, los meses de junio de los últimos años también han estado salpicados de alertas por temperaturas altas persistentes. En 2017, por ejemplo, se registraron máximas de 38 y 39 grados centígrados entre los días 19 y 21 de junio; dos años antes, en 2015, entre el 26 y el 30 de junio, las cabinas de medición de la Agencia Vasca de Meteorología anotaron 40,7 grados centígrados en Aranguren (Zalla) y 40,2° en la guipuzcoana de Alegia. Y casualidades del destino, estos días pasados, ambos lugares han vuelto a ser las calderas de la CAV: 41,1 y 39,2, respectivamente.
Este tipo de fenómenos, insisten las voces expertas consultadas, no tienen una vinculación directa con la crisis climática aunque nadie niega que las olas de calor se intensificarán y serán más frecuentes en el futuro debido precisamente al calentamiento global. Datos históricos aportados por Margarita Martín (Aemet-País Vasco) retratan otros junios peores incluso que este: ahí está el de 1931 y sus 42 grados centígrados en Olabarria; o el de 1950 con 41,2 grados centígrados en Sondika y otro más reciente, el de 1998, con 44 grados centígrados en Derio y 42,5 en Bernedo.
En los libros de cuentas de Martín hay hasta 365 registros superiores a los 36 grados en meses de junio, salteados o continuos. Por eso, como les gusta decir a los especialistas, “el calor no es nuevo” y advierten de que las temperaturas más altas no siempre se alcanzan durante las olas de calor, cuya característica principal es su duración en el tiempo: “Temperaturas tanto mínimas como máximas elevadas que persisten”, enfatizaban fuentes de Euskalmet. Esto supone que la temperatura apenas se suaviza cuando el sol se pone, dando lugar a las famosas noches tropicales.
Tanto es así que, durante estos días pasados, ha habido varios municipios vascos que han amanecido por encima de los 30 grados centígrados. A las siete de la mañana del jueves 27, por ejemplo, el mercurio marcaba 31,7 grados centígrados en la localidad guipuzcoana de Segura y la de Caseda, en tierras navarras, 32,3 grados centígrados. Al siguiente día, la estación meteorológica de Labastida puntuaba con 32,8 grados centígrados, la misma que se marcaba en el aeropuerto navarro de Noain. A poca distancia se clasificaban el municipio de Areso y los de Kanpezu y Leza, con 31,4 y 31,3 grados centígrados respectivamente.
La tendencia Así las cosas, esta entrada de aire bochornoso que ha subido por todo el valle del Ebro se antoja como el preludio de una tendencia que ya barajan tanto Aemet -“en verano cada vez hace más calor y ese incremento ha sido más intenso durante esta última década”- como Euskalmet -“de 2012 a 2018 los veranos meteorológicos han sido más cálidos en la CAV en comparación con el periodo comprendido entre 1981 y 2010”-. Según confirmaban desde la Agencia Vasca de Meteorología, en 12 de los últimos 16 años la temperatura “se ha situado por encima del promedio correspondiente a dicho periodo, destacando el verano meteorológico de 2003 en el que se registró una anomalía positiva de casi 3 grados centígrados”.
Además, según los estudios realizados por Ihobe (sociedad de gestión ambiental del Gobierno Vasco), las temperaturas mínimas extremas subirán entre 1 y 3 grados centígrados en los meses de invierno, mientras que las temperaturas máximas extremas aumentarán 3 grados centígrados durante el verano. En invierno, el número de días helados disminuirá a la mitad y desaparecerá el fenómeno de las olas de frío a partir del año que viene. En verano se esperan olas de calor más largas y un ligero aumento de su frecuencia.
Entre los años 2020 y 2050 las olas de calor pueden suponer el 30% de los días de verano, pudiendo llegar a la mitad a finales de siglo. Y las capitales de la CAV sufrirán el cambio de temperaturas de manera más intensa puesto que en Donostia, Bilbao y Gasteiz aumentarán las máximas entre 4 y 5 grados centígrados, mientras que las mínimas lo harán entre 3 y 4 grados centígrados.
Un informe del Observatorio de Sostenibilidad incide en esta visión y apunta que la variación de la temperatura media en Bizkaia ha sido de +0,67 entre 1998 y 2018, y la previsión para 2050 habla de 2,3 grados centígrados más. Para Gasteiz (+0,85), el augurio es de 2,7 grados centígrados; para Donostia (+0,63) el pronóstico sería de 2,5 grados centígrados, y para Iruñea (+0,89) el vaticinio sería de 2,70 grados.
El municipio navarro de Cáseda marcaba a las 07.00 horas de este pasado jueves, día 27, una temperatura de 32,3 grados centígrados mientras que en la guipuzcoana de Segura el mercurio marcaba 31,7 grados centígrados. Y en Isaba, media hora después, había 30,7 grados centígrados. Al día siguiente, las estación meteorológica de Labastida estaba ya en 32,8 grados centígrados a las 07.00 horas, según datos de Aemet.
Un informe elaborado por Ihobe, la sociedad de gestión ambiental del Gobierno Vasco, advierte del intenso cambio de temperaturas en Bilbao, Donostia y Gasteiz en un escenario de crisis climática y calentamiento global. En el conjunto de Euskadi las máximas extremas aumentarían hasta 3 grados centígrados durante el verano. Esto significa que se registrarían unos 10 días al año con termómetros por encima de los 35 grados centígrados. En verano se esperan olas de calor más largas y un ligero aumento de su frecuencia. Entre los años 2020 y 2050 las olas de calor pueden suponer el 30% de los días de verano, pudiendo llegar al 50% a finales de siglo, se calcula en el estudio.