Bilbao - Como cada Navidad, los nutricionistas alertan de que cada persona engordará entre 3 y 5 kilos durante estas fiestas. Lo que nadie acierta a decir es cuántos kilos y kilos de comida cocinada o cruda han sido tirados ya o serán tirados a la basura -con suerte a la de orgánicos- en los días que quedan de celebraciones. Solo un dato: se calcula que en Euskadi se desperdician 350.000 toneladas de alimentos cada año. Una cifra alarmante que incluye al conjunto de la cadena alimentaria (producción y fabricación, comercio y distribución, bares y restaurantes, y consumo en los hogares) pero que confirma una verdad indiscutible: el modelo actual no es sostenible ni justo.

De hecho, el despilfarro alimentario es otro de esos peligrosos salientes a los que se asoma la sociedad (y no solo la vasca) que vive en países desarrollados cuando se fija la vista en el horizonte cercano de 2030. La preocupación es tal que las principales instituciones trabajan ya en planes de sensibilización y en estrategias que permitan reducir las brutales tasas que se manejan a nivel europeo y mundial. Euskadi se ha enganchado a esta lucha y se ha fijado la meta para esa fecha de reducir a la mitad esos monstruosos números: un 8% de los alimentos que se compran son tirados a la basura sin ni siquiera haberlos cocinados.

Un despilfarro -involuntario en muchas ocasiones- pero que requiere de respuestas para reducirlo por parte de todos los agentes implicados en la cadena alimenticia. El último paso dado por el Gobierno vasco ha sido la creación de la Plataforma de Euskadi contra el Despilfarro Alimentario en la que toman parte casi un centenar de instituciones y agentes sectoriales públicos y privados. Su primera apuesta es fuerte: aunar esfuerzos para que en 2030 la cantidad de alimentos desperdiciados sea la mitad que ahora. En España, a iniciativa del PNV, el Senado aprobaba recientemente el informe de la ponencia de estudio para intentar reducir ese despilfarro. “Hay que seguir trabajando para que lo que produzcamos nos lo comamos y para que no produzcamos más de lo que nos podemos comer”, resumía el jeltzale José María Cazalis.

Medio kilo a la semana La mayoría de los productos tirados son frutas, verduras y hortalizas, lácteos, pan.... En total, unos 50 kilos de productos que por pereza, descuido o falta de previsión acaban en la basura. En cantidades domésticas, medio kilo por persona y semana... Recuerdan los expertos que cuando desechamos un alimento en buen estado, con ese residuo también se está despilfarrando el agua, la energía y el suelo fértil que otras comunidades del planeta han invertido en su producción. Y Euskadi, por ejemplo, importa un 95% de los alimentos que consume, tal y como se dijo en una sesión del Parlamento Vasco. Aquel día, el jeltzale Javier Telleria subrayaba que la mayor parte de la responsabilidad es del consumidor. No en vano, el 42% de los productos desechados, que salen de ese ciclo sin cumplir su función y acaban en la basura, lo hacen cuando llegan a los hogares.

565

Según algunos estudios llevados a cabo en Europa, se podría evitar el 60% del despilfarro de los alimentos en los hogares. Este hecho significaría un ahorro de 565 euros por hogar y en términos de ganancia ambiental, equivaldría a la retirada de uno de cada cinco vehículos.

Productos (%)

Pan y cereales19%

Fruta17%

Lácteos13%

Cadena alimentaria (%)

Distribución5%

Restauración14%

Fabricación39%

Hogares42%