como señala el dermatólogo Ignacio Yanguas, “sabemos que la protección solar en la infancia tiene mucha trascendencia años después”. Y es que está demostrado que “las radiaciones tomadas a los 6, 7 u 8 años de vida pueden provocar enfermedades muchos años después”. Por ello, es importante que, tanto los niños como los adolescentes tomen conciencia de los problemas que el sol acarrea y adopten medidas para prevenirlos. En esta línea, aconsejó que los menores de un año no se expongan directamente a las radiaciones del astro rey. Sin embargo, casi la mitad de los españoles (48,8%) no sigue esta recomendación, según el IV Estudio Cinfasalud percepción y hábitos de salud de la población española en torno a la fotoprotección, elaborado por Laboratorios Cinfa en el año 2016 y avalado por la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Es una evidencia que con motivo del verano lleguen las recomendaciones respecto al sol, ya que es una práctica recomendable en su justa medida, porque resulta beneficiosa para los huesos y para algunos problemas de la piel, el estado de ánimo y la relajación, pero en exceso puede producir quemaduras, insolaciones, cataratas, o cáncer de piel, entre otros daños. Además, su efecto es acumulativo a lo largo de la vida.
Para prevenir riesgos, se considera importante tomar el sol al principio de forma progresiva, evitar las exposiciones prolongadas y las horas centrales del día (de las 12.00 a las 16.00 horas), así como usar crema con factor de protección adecuado a cada tipo de piel, aplicándola media hora antes de la exposición y cada dos horas. Asimismo, se aconseja proteger especialmente a los menores, poniéndoles gorro y camiseta, ubicándoles en la sombra y ofreciéndoles agua con frecuencia, para garantizar su hidratación.
Como explica Susana Mezquita, experta de Cinfa, “los niños cuentan en su piel con menos mecanismos de defensa naturales que los adultos porque su barrera cutánea no ha terminado de desarrollarse. Cuanto más pequeños son, mayor riesgo corren de sufrir daños tras la exposición solar, como enrojecimiento, pigmentación inmediata, pigmentación retardada, quemaduras solares y otros perjuicios que se manifiestan a largo plazo, como envejecimiento cutáneo o mayor riesgo de sufrir melanoma en la edad adulta”.
Por este motivo, ahora que ha llegado el verano, es necesario extremar las precauciones en torno a la fotoprotección infantil, y más sabiendo que, por el tipo de actividad que realizan al aire libre, los niños pueden recibir hasta el triple de radiación que los adultos. Por ello, Cinfa proporcionó un decálogo de consejos para proteger del sol la piel del bebé, entre los cuales destaca cubrir la mayor parte de su cuerpo con ropa adecuada -incluidas gafas de sol-, elegir un fotoprotector específico para bebés y niños pequeños que cuente con un SPF superior a 50, que proteja de las radiaciones UVA, UVB e IRA y que contenga filtros físicos.
Afortunadamente, salvo casos muy raros, los menores no suelen tener cáncer de piel. El doctor Yanguas expresa su preocupación porque un niño “nunca se puede quemar y tiene que aprender a darse filtros solares de una manera autónoma y mantener esa costumbre cuando llegue a la adolescencia, que es donde se sabe, por muchos estudios, que los adolescentes en países donde se ha hecho mucho hincapié en la fotoprotección y se han fotoprotegido muy bien durante la infancia, llegan a la adolescencia y ya no lo hacen por una actitud de rebeldía o lo que fuera; y eso hay que mantenerlo” para evitar problemas cuando sean mayores. Porque la piel tiene memoria.