bilbao - Vemos las sagas en la películas, pero casi siempre son económicas o de poder. Pero resulta mucho más llamativo cuando por las venas de la saga corre sangre cargada de ciencia. Marie Curie, Irene Curie y Hélène, abuela, madre, nieta han marcado buena parte del saber de física nuclear durante los últimos 120 años, pero lo más importante es que lo han hecho siendo mujeres, es decir, partiendo de una situación de minusvaloración, cuando no ninguneo social y legal tal vez sin duda el camino de la saga sea reflejo del camino de la mujer en el siglo XX hacia un XXI de igualdad.
Hélène Langevin-Joliot, doctora en física nuclear, viajó a la capital vizcaína para homenajear la figura de su abuela en el marco de la exposición Maria Sklodowska Curie. Una polaca en París que, hasta el 27 de abril, acoge la UPV/EHU sobre la primera persona que logró dos premios Nobel.
Hija y nieta de premios Nobel. ¿Le ha obligado mucho el apellido?
-No. Desde pequeña tuve la sensación de que Marie Curie era una abuela. Después en mi juventud, mi abuela y mi madre Irene eran relativamente famosas y como me casé joven y mi apellido era Langevin pude llevar una vida tranquila. Me dediqué a estudiar ciencia y he sido muy feliz. Hace unos 25 años con el boom de la reivindicación de los derechos de la mujer empezó el mito, que a mi no me gusta mucho, en torno a Marie Curie. Empezaron a invitarme a conferencias para hablar sobre mi madre y mi abuela. Estoy feliz de hacerlo.
¿A qué se refiere cuando dice que no le gusta el mito de Marie Curie?
-Mi abuela es un símbolo importante, pero no hay que decir nunca que ella sacrificó su vida personal por la ciencia; eso es un mito.
¿Se hereda la afición por la física?
-En mi familia siempre hubo un ambiente científico y hablar de cuestiones científicas era lo normal, pero ni nos hicieron ser buenos estudiantes, ni nos obligaron a elegir ciencia. A mis padres lo que les importaba era que mi hermano y yo estuviéramos sanos, que hiciéramos deporte y que eligiéramos lo que nos gustaba. Quizás el ambiente familiar influyera sobre mis tres pasiones: las matemáticas, la física y la historia. Empecé por las matemáticas y luego me decidí por la física.
Es bastante conocido que su abuelo Pierre Curie se negó a recibir el Nobel en 1903 si no se lo daban a su abuela. ¿Ahora ese gesto ya no sería necesario?
-A lo largo de la historia, la realidad es que ha habido muchas injusticias con las mujeres científicas, específicamente con el premio Nobel. Incluso, hoy en día se da la circunstancia de que un mismo trabajo dirigido por hombres y mujeres en un equipo, al final el premio se tiende a dar a los hombres.
Un 63% de los españoles cree que las mujeres no están capacitadas para realizar investigación de alto nivel. ¿Desconocimiento o directamente desprecio a la capacidad femenina?
-Son estereotipos que siguen vigentes en la sociedad y que aún hay que desmontarlos. La idea de que las mujeres son frágiles, de que su función principal es ser mujeres y esposas, de que no les gustan los temas relacionados con la ciencia ha permeado. No existe igualdad de género en la ciencia; hay que luchar por conseguirla y son los jóvenes a los que les corresponde esa tarea.
Se suele glorificar el pasado de lucha cuando se triunfa pero usted que ha tenido más facilidades que su abuela, ¿cree que estamos en igualdad de oportunidades hombres y mujeres en el campo de la ciencia?
-No he sentido ninguna discriminación nunca. Es cierto que cuando empecé a trabajar después de la II Guerra Mundial fue un momento en el que no había muchos investigadores y tuvimos posibilidades y facilidades para los jóvenes. También es verdad que el apellido contribuyó a no ser discriminada. Por otro lado, tuve la suerte de que mis padres nos educaron a mi hermano y a mi de forma igualitaria.
¿Harían falta más gestos como el de su abuelo para que la carrera de las científicas no decayera a los 30 años? ¿Cree los hombres de hoy están por esta tesitura?
-Suelen decir que mi abuelo Pierre tuvo la suerte de encontrar a Marie, pero la tuvo mi abuela porque él fue un hombre que la valoró profundamente. Supo ver la importancia de la investigación hasta el punto que dejó la suya para apoyar la de mi abuela. El gran descubrimiento de Mari fue Pierre. Eran personas complementarias que se supieron encontrar.
El pasado 8 marzo la reclamación femenina inundó la calle y la sociedad. ¿A su edad cómo lo ve: como una meta conseguida o como un punto de inflexión hacia la igualdad más real?
-Marie Curie no fue feminista por afiliación, pero sí con sus hechos, con sus movimientos. Cuando le preguntaban qué opinaba del voto y de los derechos de la mujer siempre decía que la mujer tenía tanta valía como el hombre. Mi madre Irene apoyó el movimiento feminista. Además fue elegida Secretaria de Estado de Investigación cuando la mujer no tenía derecho al voto. Ella no quería dedicarse a la política pero aceptó el cargo por lo que supuso para la mujer; dimitió a los tres meses porque consideraba que era mucho mejor la investigación.
Como científica, ¿por qué animaría a una joven a dedicarse a la ciencia: por la ciencia en sí misma o por el reto de ser mujer?
-Las circunstancias de la investigación son tan difíciles, especialmente para la mujer, que de empezar ahora no tengo claro si me dedicaría a ella. La conciliación es más difícil que en la época de mi abuela y mi madre. Los científicos no deben ser ricos puesto que no lo buscan, pero ya que su deseo es hacer el bien a la humanidad, es obligación del Gobierno darles la suficiente soltura económica para que puedan trabajar en paz. Si mis padres y mi madre empezaran su investigación hoy en día seguro que no hubieran ganado el Nobel porque no sabían a dónde iban a llegar y ahora desde el primer momento se les pide resultados.