Las 728 solicitudes para formar parte del programa de juventud vasca cooperante de este año demuestran el buen estado de salud de la iniciativa tras 25 ediciones. Por segundo año consecutivo se cubrirán las cien plazas ofertadas, trasladando durante tres meses a jóvenes vascos de entre 21 y 30 años a zonas desfavorecidas de América, Asia y África. “Es un programa que busca sensibilizar y que acaba por cambiar la forma de ver la vida de todos los que participan en él”, asegura el director, Ander Añibarro.

Juventud Vasca Cooperante nació en 1993 con el objetivo de ofrecer una primera experiencia en cooperación a los jóvenes vascos. “Fue un programa novedoso, que a día de hoy, continúa siendo la joya del departamento de juventud”, afirma Añibarro, para quien la labor de las ONGs y la participación de los jóvenes son la clave de su éxito. “Sin ellos no podríamos hacer nada. Son los embajadores de Euskadi en otros países”, añade.

En sus comienzos, la iniciativa solo ofertaba la opción de viajar a 25 personas. En 2018, serán un centenar los que lo hagan. Una cifra que se queda pequeña ante las 728 solicitudes recibidas, todo un récord. “Los jóvenes lo ven como una oportunidad única, ya no solo porque viajan a un país completamente diferente, sino porque ven de primera mano una comunidad necesitada que aprende de ellos a la par que les enseña”, relata Añibarro.

Durante este cuarto de siglo, Perú se ha erigido como el destino más solicitado. “Las mayores demandas siempre son en Latinoamérica y en Centroamérica. Tenemos muchas ONGs allí y además el idioma es una gran ventaja”, explica el director, asegurando, eso sí, que el programa “se ha ido abriendo con el paso de los años”. A pesar de que el idioma es un handicap importante, Asia y sobre todo África han ganado importancia durante los últimos años y el proyecto colabora con ONGs de Camerún, Senegal, Sudáfrica y Mozambique, entre otros países.

El perfil de los voluntarios también ha cambiado. “Mientras que antes se buscaban universitarios y personas con experiencia en el ámbito social, como monitores o educadores y profesores, poco a poco las ONGs piden personas que tengan Formación Profesional. Lo que es una muy buena noticia”, expresa Añibarro. Para el director, la alta participación de este año es una señal inmejorable del camino a seguir, “siempre y cuando sigamos adecuándonos a los nuevos tiempos”. Para ello, los jóvenes de este año serán sometidos a una evaluación que servirá para detectar la realidad de las ONG y de los propios participantes, enriqueciendo así la iniciativa. “Euskadi cuenta con una cantera muy grande, por lo que el futuro del programa está garantizado”, apunta.

“Espero aprender” La arrasatearra Izar Miztegi, de 25 años, es una de las participantes de este año. La joven viajará tres meses a Bucaramanga, “una ciudad cosmopolita y tranquila” de Colombia, motivada por su experiencia anterior en la cooperación. “Estuve tres meses por mi cuenta en Nicaragua ayudando a dos asociaciones diferentes, por lo que tenía ganas de probar algo distinto a través de una ONG y saliendo desde aquí”, cuenta. Allí, trabajará en torno a la salud sexual y reproductiva de los discapacitados. “Espero aprender y conocer su cultura”, asegura Izar.

“Me apunté tras estar en varios campos de trabajo en Francia. Por un lado, quería hacer lo mismo en algún lugar mucho más alejado y por otro, al haber estudiado Antropología, quería conocer una cultura diferente”, apunta otra de las participantes, Maddi Marko, donostiarra de 22 años, que irá a “una ciudad grande con costa de Camerún”, de la que no ha querido informarse mucho para dejarse sorprender y no llevar ideas equivocadas.

Las dos afrontan con ganas el reto. “Como dormiré en la residencia de la Universidad, imagino que podré empaparme del ambiente joven de la ciudad”, cuenta Izar. Maddi, por su parte, convivirá con monjas en el país africano. “No sé qué es lo que voy a hacer o qué me voy a encontrar. Pero seguro que conozco nuevos aspectos de la vida, aunque por ahora no sepa decir exactamente cuales serán”, bromea.