Vitoria - Como médico de familia ¿qué le parece que los médicos puedan jubilarse a los 68 años como plantea Osakidetza? ¿Se encuentran ustedes todavía con energía a esa edad?

-Los médicos, a esa edad, estamos como el resto de la población. Seguir en activo hasta los 68 años obedece a que no hay gente y hay mucho trabajo que sacar adelante. Es un oficio con mucha carga emocional que no es fácil ni técnica ni psicológicamente, pero depende de la zona, del puesto y de la carga de trabajo. Aunque seguir es complicado cuando hay muchos compañeros que se están planteando la prejubilación con 63 años. A este ritmo y con la sobrecarga de trabajo actual, será difícil jubilarse con 68 años porque nosotros estamos en la consulta y en la calle. Hay distancias que recorrer en coche y a veces muchos pisos que subir a pie. Con 68 años no puedes andar escaleras arriba y abajo... Esa es la parte física, pero también está la parte mental.

¿En Osatzen qué detectan más? ¿Facultativos que prefieren prejubilarse o los que se inclinan por alargar su vida laboral?

-Hay de todo. La gente está haciendo números para saber cuánto tiene que seguir en activo. Pero si las cargas de trabajo bajasen y se redistribuyen, sería más sencillo. Algunos podrían seguir trabajando con menos carga asistencial y presión.

Contar con más médicos mayores ¿ayudaría a paliar la sobrecarga que sufren los médicos de AP?

-El problema es la falta de relevo generacional. Eso es algo que venimos denunciando hace diez años a las universidades y a las consejerías. Desde entonces ya se veía que no iban a dar los números con una plantilla que supera los 50 años y sin renovación.

¿Qué prefiere el paciente? ¿Que le atienda un profesional de 68 años o uno de treinta?

-Si nuestra especialidad se caracteriza por algo es por la continuidad. Cogemos a la población desde los 14 años y les seguimos a lo largo de toda su vida. Cuando sigues a alguien con un problema crónico se establece una relación muy estrecha. Por eso, si faltas un día la gente ya te echa en falta. Los pacientes echan de menos cuando su profesional se jubila porque es el médico de toda la vida y cuesta cambiar.

Dice usted que hay gente que echa de menos al médico si falta un día. ¿Hay tantos frecuentadores del servicio sanitario?

-Sí, pero a veces tiene que ser así porque hay gente que nos necesita, los crónicos, los mayores... De joven no te hace falta el médico y vas solo por una gripe o a coger una baja puntual. Pero a mucha gente les seguimos. Si van al hospital, estamos pendientes de lo que les han puesto... Vienen, o bien porque se descompensan de sus problemas crónicos, o porque les llamas para controlarles y que no se despisten. Esa es la gente que te echa de menos.

Uno de los problemas de la Atención Primaria es el tiempo. Los famosos diez minutos por consulta ¿son un mito?

-Los diez minutos son muy teóricos y al final del día no sale la media. Si tienes agendas cada diez minutos te puedes programar. El problema es que vivimos en una sociedad con una necesidad de inmediatez absoluta y cualquier problema tiene que ser resuelto ya. Empiezas la jornada con algún hueco y cuando terminas has tenido cinco llamadas de teléfono, pacientes urgentes... Y al final de la mañana, desde las 8 a las tres, te han metido diez extras que se han ido comiendo los huecos y te sale una media de seis minutos. Así que vas retrasando las consultas, no atiendes como debieras a los que están citados...

Los pacientes que van a consulta de forma urgente ¿tienen realmente una urgencia?

-Realmente no son emergencias pero les terminas viendo por la angustia que te genera que no vaya a ser algo serio.

El consejero Darpón explicó esta semana que no hay sustitutos porque no puede haber bolsas de trabajo de personas que se han formado durante diez años esperando a que la gente se coja unos días de vacaciones.

-Con la crisis, se empezó a contratar menos gente y lógicamente profesionales con diez años de formación, no se quedan esperando. Si no les contratas, se van al extranjero, o a la privada. Esa herencia de la crisis, se suma a menos entradas en la Universidad, y a que se han formado menos MIRes, sobre todo en Medicina Familiar. Son muchos añadidos. Como sociedad científica llevamos diez años diciendo que hay que ponerse las pilas pero no se acaba de arrancar. Si se nos dice tenéis dos eventuales para organizar las vacaciones pues las organizamos, pero es que no los tenemos.

Dicen en Osakidetza que pueden faltar profesionales pero solo de manera puntual.

-Eso de que es puntual es un eufemismo porque ya es semana sí y semana no. Hasta hace un par de años se trataba de un problema puntual, en vacaciones, cuando llegaba la gripe, pero ahora es continuo. Son Navidades, Semana Santa, verano, puentes, bajas de compañeros... A veces hasta que encuentran a alguien para cubrir una baja ha pasado un mes y sobre tu trabajo y tu agenda se van acumulando pacientes. A los responsables de mi centro nos acaban de decir que en nuestra zona no va a haber sustituciones en diciembre, pero no en Navidades sino que desde el día 1 tendremos ya problemas.

¿Por qué han pedido ustedes en un manifiesto interno que se devuelva la dignidad a los médicos de familia?

-Básicamente porque parecemos las hermanitas pobres del sistema sanitario. Parece que cuando hay algo que nadie quiere hacer, acaba recalando en el médico de familia. Salen de la consulta del hospital y algunos no dan ni el volante de ambulancia y les mandan al médico de familia. No somos sus secretarias. Si lo han tenido en consulta, bastante tiene el paciente y su familia cómo para andar buscando un volante. Aunque a veces reconocemos que son simplemente inercias del propio sistema.