Iruñea - Una patrulla de Policía Municipal de Iruñea, compuesta por un hombre y una mujer, fue la primera en asistir a la víctima de la violación grupal de los Sanfermines en 2016. Llegaron al banco de la avenida Roncesvalles a las 3.39 horas cuando estaba en compañía de una pareja que había llamado al 112 alertando de que la chica había podido sufrir una agresión sexual.
La agente que participó en dicha intervención declaró ayer ante el tribunal que juzga los hechos y afirmó que se encontró a una víctima “en shock”, con un “llanto desconsolado” en el que “no era capaz de describir” lo que había pasado de forma fluida y que está convencida de que el relato no era fingido y, de hecho, tenía un comportamiento coincidente con otras víctimas de agresiones sexuales (sin ir más lejos, la policía que declaró tenía que testificar esa misma mañana en otro juicio por otro asunto de abuso sexual).
Añadió que no se encontraba particularmente embriagada y recordó que, a diferencia de lo que la chica les manifestó a los jóvenes que la atendieron en la calle y que alertaron a SOS Navarra, a los policías no les dijo nada de que le habían robado el teléfono móvil. De hecho, una agente de las que intervino con ella de inicio solo descubrió ese dato en un momento posterior de la investigación y no porque la joven se lo manifestara. Las defensas le dan importancia al hecho de que, primeramente, la joven no reclamara ayuda por haber sufrido una agresión sexual sino por haber perdido el móvil y expusieron a lo largo de la causa de que ese es un indicio de que la relación había sido consentida. Con la declaración de la policía, se podía aquilatar también la versión de la víctima, que declaró que “al salir del portal solo quería llamar a mi amigo pero me habían robado el móvil. Era la única persona a la que conocía en Iruñea y que podía ayudarme pero no sabía su número”. Al llegar los agentes, no vuelve a mencionar el teléfono.
Los policías, que afirman que la chica les manifestó que se despertó desnuda y abandonó el portal (aunque ella no dijo que se hubiera dormido), aseguraron que le vieron marcas en las mejillas, algo que no fue reflejado en sus informes ni fueron fotografiadas. Trataron al inicio de su intervención con la joven de centrar la investigación y, por lo tanto, de obtener una descripción detallada de los por entonces sospechosos. Para ello, la policía municipal trató de que la víctima les ofreciera detalles al respecto, de la cabeza a los pies, para que les proporcionara todos los datos posibles. “Pero le costaba hablar y no podía mantener una conversación. Así, finalmente, obtuvieron los suficientes elementos que posibilitaron finalmente identificar a los acusados en la plaza de Toros tras el encierro y, finalmente, arrestarlos en el barrio de San Jorge.
No quería entrar al portal Otra de las labores en la que se centraron los agentes fue en que la joven les indicara el lugar de los hechos. Así, les acompañó hasta el portal número 5 de Paulino Caballero. “Nos indicó que había sido ahí adentro, pero que no quería entrar. Y me sujetaba del brazo y me decía que no la dejara sola”, manifestó la agente, que luego, cuando se montó en el vehículo policial con la chica, trató también de distraer su atención con otro tipo de asuntos más livianos para no tener a la víctima en tensión.
Por su parte, los agentes de la Policía Foral que intervinieron en la identificación de los acusados en el callejón de la plaza de Toros, en torno a las 8.15 horas y después de que hubieran corrido el encierro, recordaron que en un principio ninguno de los procesados comentó nada al respecto de haber estado con una chica. Relataron que uno de ellos se identificó como guardia civil, que estuvieron colaboradores, mostraron los tatuajes que había descrito la víctima, entregaron su identidad y pertenencias y entonces no mencionaron nada de las grabaciones en los móviles.
Se les arrestó ya a las 9.45 horas en una calle de San Jorge en la que habían aparcado su Fiat Bravo. Para esa hora, ya sabían que se les buscaba por un delito grave de agresión sexual. El acusado J.A.P.M dijo entonces “menudo marrón que te llegue a casa una carta con la palabra violación”. El comisario de la Policía Foral que intervino con ellos en el coche manifestó ayer que, aunque los acusados habían ido al mismo al parecer a dormir, “les vi con la intención de irse en el vehículo y por eso alerté a la Policía Municipal, que era el cuerpo encargado por recibir la denuncia, para detenerlos porque de lo contrario se iban a marchar”.