Llegarán al albergue ubicado en las proximidades del santuario azpeitiarra de Loiola y durante tres días dejarán de ser Eli, Ihintza y Eneko para ponerse en la piel de Anais, Fatiha y Amed; integrantes de una familia siria a la que la guerra ha obligado a tener que abandonar su hogar. Son solo tres de los 3.135 alumnos de 29 centros educativos vascos que desde mañana, 25 de septiembre y a lo largo de los dos próximos cursos escolares participarán en Mugetatik haratago-Más allá de las fronteras; una novedosa propuesta educativa promovida por la ONG Alboan y el Santuario de Loiola con el objetivo de que los escolares de 2º de ESO (excepcionalmente también de 3º) “conozcan la realidad y cambien su mirada sobre el refugio y la migración”.

Organizada con la colaboración de la Fundación Ellacuría, Loiolaetxea, la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo y la Diputación Foral de Bizkaia, Mugetatik haratago-Más allá de las fronteras pretende “acercar a la comunidad educativa la realidad de aquellas personas que llegan a nuestro entorno tras haberse visto obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de las guerras, la pobreza, el hambre, los desastres naturales o la desigualdad”.

Para ello, la propuesta, presentada en el santuario azpeitiarra con un amplio respaldo institucional, contempla diferentes dimensiones como “la formación del profesorado en interculturalidad, migración y refugio o la implicación de la comunidad educativa en actividades de sensibilización y movilización”.

Sin embargo, la más llamativa será la dimensión que ofrecerá al alumnado un “aprendizaje vivencial” sobre la realidad de las personas refugiadas y migrantes.

Para que los escolares puedan experimentar esa difícil experiencia vital ha sido necesario acondicionar diferentes estancias del santuario de Loiola, que han sido dotadas de vallas con concertinas, puestos fronterizos y hasta de un auténtico campo de refugiados con sus correspondientes sacos, tiendas de campaña o bidones de agua. Eso sí, ese campo de refugiados, habilitado en un patio abierto interior, también cuenta con una carpa para los días de mal tiempo. Ni que decir tiene que durante las estancias del alumnado los citados enclaves permanecerán custodiados por agentes de diferentes cuerpos policiales; “algunos de ellos sobornables, como sucede en la realidad”. Ese papel lo desempeñarán “unos 150 educadores y educadoras”.

Tiempo de reflexión

Repartidos en grupos de “unas 60 personas”, los escolares que acudirán a Loiola “experimentarán de manera vivencial lo que supone ser una persona migrante o refugiada en las distintas etapas del proceso migratorio: el desplazamiento forzoso, el tránsito y el paso por las fronteras y la llegada al país de acogida”.

Al igual que Eli, Ihintza y Eneko, cada uno de los alumnos deberá asumir el rol “de una persona menor, adulta o anciana que se ve obligada a abandonar su casa de Siria, Afganistán, Ruanda o cualquier otro país en conflicto para poder sobrevivir”.

Los chavales apenas tendrán tiempo para asumir su nueva identidad temporal; toda vez que el sonido de una sirena les hará salir del albergue “con lo que puedan coger” para iniciar la huida, que se llevará a cabo “por los jardines y huertas del santuario, donde se encontrarán con puestos fronterizos y otras muchas trabas” antes de pasar un control de acceso al campo de refugiados.

El segundo día, los escolares verán cómo son expulsados del campo, por lo que deberán seguir adelante en un tránsito que les llevará a tener que superar puestos fronterizos y vallas. Claro está, durante ese tránsito “algunas familias se separarán y habrá personas que desaparecerán o morirán”. De hecho, “apenas unos pocos miembros de cada grupo conseguirán superar las vallas. De nada les valdrá tener todos los sellos en orden”.

Tras esa fase, que se realizará “a modo de yincana” y servirá “para que los jóvenes sientan la incertidumbre y la frustración de no saber dónde están ni a dónde van”, se llegará al tercer día, en el que se representará la acogida; esto es, “la llegada a Europa”. En ese punto, los alumnos “verán cómo se rompe la imagen ideal que tenían y sentirán la realidad con la que se encuentran las personas migrantes que llegan aquí”. Lógicamente, en cada jornada habrá “diferentes momentos para reflexionar sobre lo vivido”.

La directora de Alboan, María del Mar Magallón, el Superior del Santuario de Loiola, Juan Miguel Arregi, el director de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo, Paul Ortega, la directora de Igualdad, Cooperación y Diversidad de la Diputación de Bizkaia, María Guijarro y el director del Servicio Jesuita a Refugiados en Europa, Juan Ignacio García, fueron esta semana las personas encargadas de presentar la propuesta pedagógica Mugetatik haratago-Más allá de las fronteras en un acto que, entre otros, también apoyaron el director general de Cooperación para el Desarrollo de la Diputación de Gipuzkoa, Fernando San Martín, el alcalde azpeitiarra, Eneko Etxeberria, y el director de la Fundación Ellacuría, Miguel Ángel González.

Todos ellos destacaron el potencial que la iniciativa puesta en marcha tiene “para cambiar percepciones sobre el refugio y la migración”.