Alas 19.00 horas de ayer se dio el cañonazo de salida a las fiestas de la Semana Grande donostiarra. Y, la verdad sea dicha, incluso la climatología, que parecía estar enfadada con la ciudad, quiso echar una mano y mandó a la Aste Nagusia a su mejor emisario, el sol.
Las ganas de fiesta y el buen tiempo cuando se unen solo pueden dar como resultado un inicio de fiesta multitudinario, como el que vivió ayer en Alderdi Eder. Muchos ingredientes para un solo plato, la Semana Grande, que ayer se llenó de olor a pólvora, procedente del cañón Marruco, que el Ayuntamiento de Eibar ha cedido al de Donostia por estar el titular fuera de servicio por presentar algunas fisuras. Hay quien afirma que no hubiera sido necesario importar el cañón, porque en la ciudad haberlos, haylos y también algunos criticaron que no resultó atronador, muy discutible.
Por lo demás, como no puede ser de otro modo, el protagonismo recayó en los donostiarras y los visitantes que llenan las calles de la ciudad, que acudieron a la llamada de Kresala y la escolanía del Coro Easo, que fueron los encargados de entonar el Artillero. Aunque la formación coral no pudo estar al completo, en torno a una treintena de componentes fueron quienes afinaron y acompasaron sus voces con las de los representantes de Kresala, que se hallan en plena celebración de su medio siglo de existencia.
Un buen rato antes de que se lanzara el cañonazo, los jardines de Alderdi Eder ya se quedaban pequeños para acoger a un público deseoso de que se diera inicio a una semana en la que no hay excusa para el aburrimiento.
Unos minutos antes de las 19.00 horas comenzó a entonarse el Artillero y se formaron extrañas parejas de baile: el alcalde, Eneko Goia, con la cantante de la Oreja de Van Gogh, Leire Martínez; el concejal del PP, José Luís Arrue, con la portavoz de EH Bildu, Amaia Almirall; y Olaia Duarte, también de EH Bildu con el concejal del PNV, Jaime Domínguez-Macaya.
Antes de que Marruco lanzará su bocanada festiva y miles de serpentinas blancas y azules decoraran el cielo, Goia invitó a la diversión a donostiarras y visitantes, pero siempre con “el respeto mutuo” como hoja de ruta. Volvió a apelar a la colaboración ciudadana para evitar y responder a las agresiones sexistas y aseguró que en 2018, a buen seguro, “la ciudad tendrá a quien homenajear” en el acto inicial de las fiestas de agosto.
Goia, a tope El alcalde aseguró que acudirá algún día al Hipódromo, no faltará a los fuegos y compartirá con sus hijos buenos momentos. Para la noche de ayer el plan estaba claro: disfrutar en Sagüés con La Oreja de Van Gogh. Los integrantes de esta formación aseguraban estar “más nervioso” que lo habitual ante el concierto de Donostia, “Nos ven los colegas y la ama, y eso impone. Actuar en casa es emocionante” aseguraban los miembros del grupo donostiarra al que les pesa más Sagüés que “las Ventas, o los escenarios en los que hemos tocado en Buenos Aires o Estados Unidos”.
En Alderdi Eder también se pudieron ver otras caras conocidas, como las actrices Ane Gabarain y Aitziber Garmendia, y otras no tanto, como los padres y madres de Pausoka y algunos de los niños, que disfrutaron del acto inaugural en compañía de la comparsa de Gigantes y cabezudos. También acudió al acto el consejero de Turismo, Alfredo Retortillo, que aseguró que ayer vio una Donostia “con ganas de divertirse” , y diversos miembros de la corporación.
Kresala y la escolanía del coro Easo protagonizaron el acto que, con posterioridad al cañonazo, se lleva a cabo en el salón de plenos en el que la dantza taldea de Kresala mostró su buen hacer.