Iruñea - Alberto Huarte, natural de Mendigorria, es vecino de la segunda planta, letra A del número 36 de la calle Crucifijo. Provisionalmente está realojado en el hotel Jakue a la espera de que se articulen las ayudas necesarias para habilitarle una vivienda. Se da la circunstancia de que su pasillo hace pared con pared con la de la vivienda del fallecido y ayer, en los escasos minutos en los que pudo entrar a su inmueble de alquiler, eran palpables los signos de la explosión, con cascotes de los tabiques desperdigados por el piso, imagen viva de una sacudida tremenda.

Era la última noche de fiestas y Huarte decidió acostarse pronto, pero se despertó con el corazón volcado. “Escuché un estruendo enorme. Imaginé que era una explosión porque no era algo normal. Además, tuve la sensación, antes de que ocurriera, de que había un olor a gas muy importante, Estaba en la cama y se me movió hasta el otro lado del dormitorio”, declara.

Todavía conmocionado por el duro trance, relata lo sucedido. “Vi que la pared del pasillo se vencía, que estaba reventado, me asomé por la ventana, observé en la calle una multitud y lo que parecía que eran varias personas heridas en el suelo y decidí salir corriendo de casa. En ese momento solo había polvo, piedras y cristales. Era un panorama desolador. Salí aturdido y me costó ver la envergadura de todo lo que había ocurrido”, contaba ayer Alberto, mientras regresaba de la oficina que el Ayuntamiento había habilitado para atender a los afectados. Apenas pudo entrar un par de minutos a su piso, acompañado de un bombero, para recoger las pertenencias más básicas pero por ahora desconoce cuándo podría regresar a habitar el inmueble. - E.C. / Foto: Conde