Hace 30 años fueron 3.200 los valientes que, desde 11 países diferentes, se dispusieron a salir de sus casas con una maleta llena de ganas e ilusión pero sin ninguna certeza ni seguridad de lo que iban a encontrar. De todas aquellas primeras maletas, 95 eran de la primera generación Erasmus España. Lo que encontraron allí fue una experiencia de vida. Desde entonces, han salido del Estado español más de 40.000 jóvenes ansiosos de vivir nuevas experiencias. Todos los equipajes que han llevado, han vuelto llenos de enseñanzas, experiencias y recuerdos inolvidables.
Gracias a este programa de movilidad muchos jóvenes han crecido, crecen y crecerán profesional y personalmente. Uno de los últimos en convertirse en un Erasmus ha sido Aitor Infante, estudiante de Turismo en la Universidad de Deusto. Voló a Poznan, Polonia, hace 4 meses para cursar el último cuatrimestre de su tercer año de carrera. “Aprendes a buscarte la vida por ti mismo, ya no tienes el plato de comida caliente cuando llegas a casa, y eso te hace madurar y aprender a la fuerza”, asegura. Confiesa que estaba harto de tener una vida monótona en la que cada día era parecido al anterior y la experiencia Erasmus le dio el privilegio de vivir diferente: “Allí cada día era nuevo, cada día conocías a alguien”.
Nerea Hernández, estudiante de Lenguas Modernas y Gestión en la Universidad de Deusto, realizó su Erasmus en la Universidad de Mánchester el segundo cuatrimeste del curso 2015/2016. Lo que más le gustó es que allí “todo es muy normal”. “Cuando veía a una persona por la calle que llevaba un peinado o una vestimenta diferente, me llamaba la atención pero no quería mirar porque a nadie le resultaba raro. Es increíble que sea todo tan normal”.
Erasmus comenzó siendo un programa europeo pero en 2014 se convirtió Erasmus Plus. Con esta remodelación, aparte de que viajan estudiantes de todos los niveles educativos, también lo hacen profesores y además se puede ir a cualquier parte del mundo. Gracias a Erasmus+ Jon Olano pudo viajar hasta Reino Unido para completar su grado superior en Turismo. Viajó a Taunton, la capital del condado de Somerset, y allí realizó las prácticas en una oficina de turismo durante tres meses. Como todo aquel que sale de su país, a Jon fueron varías las cosas que le sorprendieron de Inglaterra, y una de ellas fue descubrir que la afición por el té no era un leyenda. “Yo pensaba que era un mito pero no. Están todo el día tomando el té. En la empresa me preguntaban casi a cada hora si quería”, confiesa divertido.
Al igual que cuando se creó Erasmus en 1987, la gente no está convencida de salir del país para acceder al mundo laboral. “Muchos compañeros se han echado para atrás porque creen que las prácticas pueden ser peores en empresas europeas pero al final no solo aprendes en el terreno profesional. Gracias a Erasmus se desarrollan muchísimos aspectos como el cultural y dependiendo del país que te toque, el idioma”, asegura Jon.
Una maleta de cultura Aitor tuvo la oportunidad de relacionarse con gente de muchas culturas ya que en su residencia coincidió con varios Erasmus y consiguió hacer grupo con ellos. “Conocí a un turco musulmán con el que me llevaba realmente bien. Los últimos días estuvo haciendo Ramadán, y yo no había visto algo parecido en mi vida”, confiesa. Nerea destaca que la multiculturalidad es la seña de identidad de Mánchester. “Es muy diferente a Bilbao, y a cualquier ciudad española, incluyendo Madrid y Barcelona que pueden ser donde más culturas se junten. Conviven en la misma ciudad tantísimas culturas que dudo que alguien sepa decir cuantas”. Nerea asegura que gracias al programa “abres la mente”.
Estíbaliz Larrañeta participó hace 11 años en el programa Erasmus. Fue a Dublín para cursar un año de Filología Inglesa y eso le ha ayudado a conseguir el trabajo que hoy en día tiene. “Yo creo que el hecho de haberme ido de Erasmus me ha ayudado a creer que todos los estudiantes deben vivir una experiencia así. Ahora trabajo en la Ikastola Astileku, y una de las preguntas de la entrevista de trabajo fue que qué pensaba a cerca de los intercambios. Tener tan claro que es una experiencia positiva me ha ayudado a llegar hasta aquí”, asegura.
Escasez de ayudas. Estíbaliz vivió una experiencia inolvidable y cree que la esencia del Erasmus no se ha perdido a lo largo de los años pero lamenta que las ayudas sean escasas. “Las becas cuando yo me fui eran mínimas, apenas cundían. Ahora han aumentado, pero no lo suficiente. Es una experiencia que debería hacer todo el mundo. Entiendo que es muy caro por eso creo que debería haber ayudas para poder vivirla”. La primera opción de Aitor era Holanda, pero debido al alto nivel de vida de ese país, se decidió por Polonia. “Yo he tenido suerte porque Polonia es muy barato. De alojamiento estuve pagando 90 euros al mes y podía comer en la calle por muy poco”, asegura. Sin embargo para Nerea la ayuda que recibió del Ministerio de Educación fue escasa, “apenas te llega para pagar el piso”, confiesa. El presupuesto global del programa Erasmus+ para el año 2017 ha sido de 178,2 millones de euros. En Euskadi se destinan cada año 1.071.200 euros al programa de Erasmus.
Bilbao como destino El Estado español, desde 2001, es el país que más estudiantes Erasmus recibe de toda Europa, por delante de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Malika Seitova, una veinteañera de Kazajistán, fue una de las estudiantes que decidió cursar 4 meses de su grado en Económicas en el Estado español. Concretamente eligió cursarlo en Bilbao, en la Universidad de Deusto. A Malika siempre le había llamado la atención España pero decidió alejarse de las “típicas” ciudades como Madrid y Barcelona y quiso conocer Euskadi. “Estar en Bilbao me ha ayudado a tener otra perspectiva de vida, a ver las diferencias educacionales entre Europa y los estándares americanos”, confiesa. Además, cuenta que todo aquel que se ha encontrado siempre ha estado dispuesto a ayudarle y que ha conocido “gente maravillosa”. Malika asegura que el buen recuerdo que se lleva a Kazajistán es gracias a la gente de Bilbao.
Nerea recomienda hacer Erasmus “a todo el mundo”. Gracias a la experiencia vivida, ella ha crecido académicamente “pero sobre todo personalmente”. “Te tienes que buscar la vida, te conoces completamente a ti mismo, descubres como eres, conoces a muchísima gente de muchísimas culturas. De alguna manera conoces el mundo”.
Cuando le preguntas a Aitor si recomendaría participar en Eramus sin titubeos esboza un enorme “sin duda”. “Aprender a valerte por ti mismo, conocer nuevas culturas, gente diferente y la oportunidad de avanzar con el inglés son para mi las tres razones por las que recomendaría participar”, asegura.