Galdames - “Le vi sobre las 11.45 horas, ya equipado para entrar en la cueva, y pensé: va solo ¿y si pasa algo?”. El mal presagio de Javier García se hizo realidad de la peor manera posible. La siguiente noticia que este vecino de Galdames tuvo del espeleólogo de Santurtzi José Antonio Gambino fue que había quedado sepultado bajo tres metros cúbicos de rocas en la cueva 45 de la torca de Arañaga, próxima al barrio de San Pedro, el centro administrativo de la localidad.
“En el pueblo se la conoce como cueva de los cuervos”, apuntó. Una cavidad muy estrecha e inestable. Precisamente, el riesgo de que puedan producirse más desprendimientos ha llevado a extremar la precaución para recuperar el cadáver “con todas las garantías de seguridad”, según remarcó el viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, que se desplazó ayer a la zona. Al cierre de esta edición, los efectivos de salvamento continuaban trabajando sin descanso en un operativo que podría tardar días en resolverse, dada la dificultad de llegar al punto donde ocurrió el siniestro, a veinte metros de profundidad.
Hasta tres veces, la primera de ellas en la madrugada del jueves al viernes tras recibir el aviso a las 0.55 horas, se exploró la gruta para analizar las diferentes opciones, tras constatar que se había producido un derrumbe que atrapó al experimentado espeleólogo. “Existe un pozo a 15 metros que conduce a otro y desde este segundo nivel hay unos 15 minutos de descenso. Creemos que el cuerpo ha podido golpear alguna roca, lo que habría provocado el colapso”, señaló el responsable técnico de emergencias del Gobierno Vasco, Gaizka Etxabe. En una reunión de urgencia celebrada en un local llamado Arenaza, igual que una cercana cueva, que atesora pinturas rupestres del Paleolítico, se decidió “retirar los escombros a mano, ensanchar la cavidad mediante microvoladuras, y apuntalar la estructura” a fin de preparar el terreno. Así lo transmitió el viceconsejero, que expresó sus “condolencias” a la familia y allegados del joven.
También lo hizo el alcalde de Galdames, Asier Larrucea, que se mantuvo en permanente contacto con la regidora de Santurtzi, Aintzane Urkijo. El Ayuntamiento habilitó un local para que la familia del fallecido descansara en la medida de lo posible en las angustiosas horas de espera. Asimismo, se acondicionó el frontón para los componentes del efectivo que preveían pernoctar en la localidad.