DONOSTIA. De esta manera, la representación de la chica ha sido la única en mantener la acusación contra el procesado, para el que ha reclamado 15 años de cárcel como autor de una violación, aunque para el caso de que eventualmente el tribunal no considere probada la comisión de este delito, ha solicitado que se le impongan 7 años como responsable de unos abusos sexuales.

La defensa, por su parte, ha demandado la absolución de su cliente con todos los pronunciamientos favorables, al igual que el abogado de la aseguradora del centro donde se produjeron los hechos, al que la chica, que demanda una compensación de 45.000 euros como compensación por las secuelas y el daño moral y físico sufrido, considera responsable civil de lo sucedido.

Los hechos, que han sido enjuiciados entre ayer y hoy en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, sucedieron la noche del 4 de junio de 2012 en la habitación de la joven, que por aquel entonces tenía 17 años, donde, según las tesis de la chica, fue violada por el acusado, que tenía 47 años, y que la habría amenazado con matarla si gritaba o contaba lo sucedido.

Algo que niega rotundamente el hombre, quien reconoce la existencia de una relación sexual que ambos habrían mantenido con el consentimiento de la menor y sin violencia.

En la segunda y última sesión de la vista celebrada hoy han declarado varios peritos, uno de ellos la forense que inspeccionó a la chica y que ha explicado que en las muestras que tomó del cuerpo de la chica encontró restos de saliva del acusado, así como vestigios de su semen en la ropa interior de la chica, quien, por otra parte, no presentaba lesión alguna al ser examinada.

Otra forense ha determinado que la chica tenía la capacidad de prestar un consentimiento "válido" para mantener relaciones sexuales, en caso de que así lo deseara, a pesar de que presenta un bajo coeficiente intelectual y una discapacidad intelectual leve.

Esta perito ha dicho también que, aunque el hombre estaba siendo tratado de un trastorno por consumo de alcohol, sus capacidades intelectivas y volitivas cuando ocurrieron estos hechos no se vieron afectadas.

Asimismo, un miembro del equipo psicosocial que trató a la víctima ha descrito cómo le resultó imposible hacer un informe sobre la credibilidad del testimonio de la víctima porque el relato que hizo la chica presentaba características que hicieron que no fuera "susceptible de ser analizado".

Tras estas declaraciones, el fiscal ha solicitado una sentencia absolutoria para el acusado al considerar que en el juicio no ha quedado acreditada la comisión de una agresión o de unos abusos de carácter sexual porque no se ha demostrado que no hubiera consentimiento por parte de la chica.

El representante del Ministerio Público ha explicado que, en su opinión, la víctima mintió al relatar lo sucedido al tribunal (una declaración que tuvo lugar a puerta cerrada), al tiempo que ha insistido en que no se encontraron signos de violencia ni en la víctima ni en el lugar de los hechos.

Ha indicado también que la actitud de la víctima cuando denunció los hechos era "tranquila", que aunque ella aseguró que gritó, nadie escuchó nada, y ha recordado la existencia de advertencia en el centro que impedía a los facultativos masculinos estar a solas con la chica porque ésta había mantenido antes "comportamientos inadecuados" y les podría denunciar porque antes ya había pasado.

Las defensas han coincidido con las tesis del fiscal, mientras que la acusación particular ha dicho que quien "ha mentido" en este proceso judicial ha sido el acusado quien ha pasado de negar lo ocurrido en un primer momento ha admitir las relaciones.

Por el contrario, la acusación particular ha insistido en la veracidad de la versión de la víctima que, según ha dicho, "constituye una prueba directa" que ha mantenido con "persistencia" y de forma "clara", "consistente" y "lógica", al tiempo que se ha cuestionado por qué el centro tardó "16 horas" en activar el protocolo policial y médico para los casos de agresión sexual.

Ha incidido además en la "debilidad mental" de la chica, en la circunstancia de que era menor de edad y que él era 30 años mayor, unas circunstancias que permitirían concluir que hubo una "prevalencia" del hombre respecto a la víctima en las relaciones.