Gernika - Este fin de semana Gernika se ha convertido en el corazón de Euskal Herria y de miles de personas que se han unido con la voluntad de convertir cada pueblo en tierra de acogida y denunciar las guerras, el militarismo, la xenofobia y las causas que obligan a la gente a salir de sus países. Superando todas las previsiones, ayer entre 15.000 y 20.000 personas de Iparralde y Hegoalde acudieron al encuentro internacional en favor de los refugiados. Cuando se conmemora el 80 aniversario de que Gernika fuera salvajemente bombardeada por el fascismo, la localidad se ha erigido en un símbolo mundial de la paz. “Hoy también es necesario decir basta a otras ‘Gernikas’ y a la barbarie que está aconteciendo en otras zonas del mundo”, proclamaron los asistentes. Con esta movilización escenificaron su oposición a las guerras con un mensaje claro y rotundo; “las personas refugiadas son bienvenidas”. Y es que desde la Plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak, organizadora del acto, van más allá de la ayuda humanitaria. “No podemos consentir que las fronteras se conviertan en espacios de detención, deshumanización y muerte para millones de personas”, afirmaron.

Fueron muchas las personas que ya desde la mañana del viernes pusieron rumbo a Gernika. A pie o en bicicleta, con la mochila y el saco de dormir a la espalda, mujeres y hombres de todas las edades partieron desde sus lugares de origen en solidaridad con las columnas de personas refugiadas que transitan por el mundo en busca de refugio.

Desde Hendaia, Vitoria-Gasteiz, Bilbao y muchos municipios de la costa y del interior partieron portando ante todo el color amarillo en sus pañuelos y banderas con la leyenda de bienvenida a las personas refugiadas y migrantes. Durante el recorrido se sumaron más y más personas, a la vez que cada punto de encuentro sirvió para el recuerdo de hechos históricos similares a los acontecidos en Gernika, como el bombardeo de Otxandio, el de Eibar y el de Durango. Por su parte, municipios situados en la ruta como Eibar, Zornotza y Larrabetzu dieron alojamiento a sus participantes durante la noche.

Ayer sábado se unieron en Muxika, junto a las columnas, todas las personas que se habían acercado en transporte público con el fin de hacer los tres últimos kilómetros a pie. A la entrada de la villa, Ignacio Robles, el bombero que se negó a custodiar en el puerto de Bilbao un cargamento de bombas con destino a Arabia Saudí, hizo entrega de una lágrima roja, que guarda un simbolismo con el cuadro de Picasso, a Maryam Fathi, refugiada kurda.

Ya en una única marcha encabezada por refugiados con figuras de lágrimas simbólicas, los manifestantes recorrieron en silencio un kilómetro hasta llegar a Gernika, en un itinerario en el que se vieron acompañados por la música de fondo de dos violines. En el Pasileku se celebró un acto en favor de los refugiados en el que Pilar Ostolaza, una mujer de 80 años, dio la bienvenida a las personas que se ven obligadas a dejar sus países de origen, escapando de las guerras. Ostolaza, que en su juventud tuvo que exiliarse en Francia, llegó a pie y en transporte público a Gernika desde Gipuzkoa, donde reside.

El evento se completó con un nutrido programa de actos culturales (concierto, teatro, proyecciones, exposiciones, txikigune,?), talleres temáticos y mesas de experiencia. Todos con un leitmotiv, el derecho al refugio, el antimilitarismo, la xenofobia, el feminismo, el anticapitalismo, la acogida, la frontera Sur y la desobediencia.