Bilbao - Para Miren, el dolor de espalda se ha convertido en su compañero inseparable, aunque sea también su tormento. Al sinsabor del dolor constante se suma la incomprensión de la sociedad que no entiende una dolencia que perdura en el tiempo sin solución. Sin embargo, las cifras oficiales aseguran que veinte de cada cien vascos, unos 400.000, sufre algún dolor crónico con una intensidad de moderada a intensa. Y según la Sociedad Española del Dolor (SED), uno de cada tres no puede mantener una buena calidad de vida debido a sus dolencias. Los dolores crónicos más comunes son los de espalda, seguidos por el dolor en las articulaciones y el dolor reumático. Las molestias conocidas como lumbalgia son, de hecho, la mayor causa de discapacidad en el mundo. No hay que ir muy lejos para encontrar a alguien que sufra esta afección.

En la radiografía del dolor, la SED estima que más de la mitad de las consultas médicas en Atención Primaria están relacionadas con este problema, siendo la causa más frecuente por la que los pacientes acuden al ambulatorio. Las personas con dolor llegan a visitar hasta cuatro veces más al médico de familia que aquellos que no lo padecen, según se dio a conocer durante el curso Avances en Dolor en Atención Primaria: un reto alcanzable, organizado recientemente por distintas sociedades científicas.

No en vano se considera uno de los problemas de salud más frecuentes en la población adulta y que más consecuencias conlleva a nivel físico y socioeconómico. Y es que, diversos estudios han mostrado que casi el 40% de las personas que sufren dolor intenso se ausenta de su puesto de trabajo, mientras que apenas lo hace un 1% de la población que no lo sufre. Además, solo la lumbalgia representa una de las mayores cargas económicas en los países desarrollados.

Según datos de la encuesta llevada a cabo por la Sociedad Española del Dolor; el retrato robot de las personas afectadas son mujeres, amas de casa y mayores de 60 años. Los dolores crónicos afectan a la calidad de vida de las personas, que pierden su independencia, se aíslan, se deteriora su relación con los demás, se sienten inseguros, y en ocasiones dejan de tener ganas de vivir. “Las mujeres tienen más dolores. Tienen más dolor que el hombre y además pueden tener más molestias a la vez. Tenemos la capacidad de tener tres o cuatro dolores al tiempo y en diferentes sitios. Que luego los suframos de mejor o de peor manera que el hombre es otra cuestión. Ademas a medida que va aumentando la edad por el tema de la artrosis también hay más probabilidad de sufrir dolor”, explica María Luisa Franco, anestesióloga y directora de la Clínica Praxis del Dolor.

La Atención Primaria se ha convertido, sin embargo, en el punto de mira de estos pacientes. “El dolor es una experiencia desagradable que sufre el paciente y que afecta a todos los aspectos vitales de la persona. Es precisamente ahí donde el médico de Atención Primaria actúa como profesional sanitario”, asegura el presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, José Luis Llisterri. También desde esta sociedad, Francisco José Sáez, añade que el porcentaje de pacientes con dolor intenso que visita al médico de familia varía entre el 58% de los pacientes con artrosis en las manos a un 76% de los pacientes con fibromialgia.

Más impacto que el cáncer “A partir del tercer mes el dolor agudo se considera crónico y se debe tratar. Cuando el dolor agudo se trata precozmente evoluciona bien y se cura. El problema es cuando se cronifica”, afirma el doctor. Las repercusiones y las limitaciones que causan el dolor tienen efectos demoledores. “Los dolores moderados o intensos -más del 75% del total- tienen más impacto en la calidad de vida que sufrir un cáncer de colon o próstata”, asegura César Margarit, miembro de la SED.

No obstante, pese a que este problema de salud tiene consecuencias serias en la calidad de vida de quienes lo padecen, y a que supone una carga importante en los sistemas de salud del mundo, es uno de los más subestimados. Por ello, la OMS llama la atención para que el dolor crónico sea considerado como una enfermedad y no como un síntoma. “El dolor es la mayor amenaza para la calidad de vida a nivel mundial, ya que conlleva importantes repercusiones clínicas con limitaciones de las actividades diarias, interrupción de la vida social, absentismo e incapacidad laboral, incremento de las depresiones y pensamientos suicidas, así como disminución significativa de la calidad de vida”, afirma.

Reumatismos. Según la encuesta nacional de salud del 2016, un 20% de la población mayor de 16 años padece algún reumatismo, el 18% cervicalgia y el 20% lumbalgia.

Artrosis. La edad incrementa el dolor. El 25% de los hombres y el 40% de las mujeres de entre 60 y 70 años sufren artrosis, que es la causa de la mayor discapacidad.

Los dolores crónicos son la primera causa de baja laboral. Pero acudir al médico no es un paso sencillo porque se tiende a considerar el dolor como parte de otra enfermedad.

Una investigación en un centro del dolor noruego concluyó que los pacientes con dolor crónico tienen una calidad de vida tan pobre como la de los enfermos con cáncer avanzado en cuidados paliativos.

en cifras

65%

En seis de cada diez casos el dolor es musculoesquelético. El dolor más acusado afecta a los mayores de 51 años.

7,5

Hoy se se prescriben 7,5 veces más opioides para el dolor que en 1990. En EEUU, la venta se cuadriplicó entre 1999 y 2010.

180

Son las unidades de dolor en toda España. Lo ideal sería una unidad por cada hospital.