¿puedo usar el móvil en clase?” Parece una pregunta fuera de lugar. Del primer al último alumno, además de todos los agentes educativos y familias, tienen muy clara la respuesta: un rotundo “¡No!”, que en ocasiones puede ir incluso acompañado de algún que otro salivazo de la emoción con la que se exprese la negativa. ¡A quién en su sano juicio se le ocurre preguntar tal cosa! Sin embargo, desde Enredados 3.0 no solo se lo preguntaron, sino que además han ido un paso más allá: durante sus sesiones didácticas no solo está permitido utilizar los dispositivos móviles, ¡sino que su uso es obligatorio!
Enredados 3.0 es un proyecto educativo dirigido a adolescentes, familias y agentes socio-educativos desarrollado por el colectivo sexológico Sexagerian y el centro sexológico Emaize, y subvencionado por la Diputación Foral de Araba, que aborda Internet y las Tecnologías de las Relaciones, la Información y la Comunicación (TRICs) centrándose más en las posibilidades que ofrecen que en las amenazas que supone su mal uso. Lo novedoso del proyecto no acaba en su cambio de perspectiva, sino que además ponen el acento en el factor humano y en especial en las relaciones entre los sexos que se establecen en el mundo digital.
“El proyecto está encaminado a dar información sobre el uso de las redes sociales desde un punto de vista sexológico”, explica Aitziber Argote, sexóloga de Emaize y educadora del proyecto Enredados 3.0. Esta consiste, principalmente, en no ver al móvil solo como algo “fruto del demonio”, pero sobre todo, en valorar cómo puede afectar a hombres y mujeres. En las cuatro horas formativas que tienen con el alumnado abordan las relaciones entre los sexos y las relaciones de pareja, también el buen trato en la red para prevenir el ciberacoso, la influencia y el abordaje de la pornografía en adolescentes y la seguridad en la red.
Respecto a las relaciones de pareja, Aitziber destaca el tema de los celos. “Se da mucho control tanto por parte de las chicas como de los chicos”. Aunque algo que también capta el interés de los jóvenes es el sexting -o envío de material audiovisual erótico a través de dispositivos-. “El sexting no es negativo, pero sí que es importante que no aparezca ni la cara ni partes del cuerpo por las que te puedan reconocer”. Después de todo, insiste en que una vez se suba una imagen a Internet estará fuera de nuestro control.
Por otra parte, en cuanto al ciberacoso y la seguridad en la red, tienden a tratar casos cercanos que los propios alumnos hayan sufrido, visto o escuchado. “Sobre todo les interesa ver cómo salir de un ciberacoso, pillar a alguien que utilice una identidad falsa y cómo actuar ante un caso así”, comenta Aitziber. Una recomendación que suelen seguir los adolescentes es restringir quién puede acceder a la información de sus redes sociales.
En lo que a la pornografía se refiere, Aitziber explica que sobre todo enfatizan que lo que pueden ver en ella no es real. “Yo les digo que si vemos a Batman o a Superman tirándose por una ventana no vamos a hacer lo mismo y con la pornografía, pues igual”. Para ello, utilizan vídeos de actores y actrices porno desmitificando sus películas. “No queremos que dejen de ver pornografía, pero sí que sepan qué hay de verdad y qué de irreal”. Para Emaize, el abordar desde lo positivo tanto las TRICs como la sexualidad es muy eficiente, puesto que desde este punto de vista se trabaja desde el cultivo y no desde el peligro.
Del colegio a las familias Sin embargo, Aitziber comenta que para trabajar adecuadamente esta temática es necesario el apoyo de las familias y los colegios. Ahí es donde entra su compañera Ane Ortiz, también sexóloga de Emaize que además de tratar con el alumnado se encarga de hacer formación con las familias. Ane explica que el principal atrayente es el miedo. “La mayoría de las familias que se apuntan lo hacen porque tienen muchos miedos. Sobre todo, miedo al material audiovisual que mandan los adolescentes, pero también a que un tercero pueda acceder a los contenidos que envían.
Entre los temas estrella que trata con los padres y tutores está el tiempo que dedican los jóvenes a las redes sociales. “En este aspecto les proponemos llegar a acuerdos de tiempo, de gestión, etc.”. Para Ane, es imprescindible la negociación y acercar posturas. “La prohibición no funciona, porque entonces lo hacen con más ganas y sin ponerse siquiera a pensar”. Por ello, en los talleres ofrecen diferentes tipos de contratos que luego las familias han de ir acordando y adaptando a su situación concreta junto con sus hijos.