- Amaia no salía de su asombro cuando leyó el e-mail que le enviaba la tutora de su hija Ane. En ella se instaba a todos los aitas y amas a meter a sus hijos antes a la cama porque la ikastola había detectado que los niños llegaban a clase muy cansados, faltos de sueño, y les costaba mucho realizar cualquier tarea. Y es que los datos no son buenos. Los niños de hasta 14 años se acuestan media hora más tarde que hace 30 años y descansan una media de 9,8 horas al día. Esta cifra no llega al mínimo que recomienda el Ministerio de Sanidad, que es de diez horas diarias. No dormir lo suficiente pasa factura a los más pequeños ya que esta falta de descanso les puede acarrear consecuencias psicológicas y neurológicas que afectan sobre todo al rendimiento escolar.

Con motivo del Día Mundial del Sueño que se celebra hoy, el neurocientífico y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) Diego Redolar, asegura que “dormir es clave para funciones fisiológicas y psicológicas como el crecimiento, el aprendizaje y la consolidación de la memoria. Su importancia en estas funciones está demostrada ya des de bebés”.

Sin embargo, según el director del Instituto de Investigaciones del Sueño, el doctor Diego García Borreguero, el 60% de los chavales no duerme las diez horas recomendadas y de ellos, el 30% presenta síntomas de somnolencia diurna. En general, “el sueño juega un papel fundamental en muchas esferas del desarrollo infantil tales como la conducta, el rendimiento escolar y el crecimiento”, señala Borreguero. Sin embargo, desde 1985 hasta la fecha, la hora de acostarse se ha retrasado en más de media hora. “Existe la tendencia creciente de que los niños se acuesten cada vez más tarde”, remarca el doctor.

Los riesgos de esa conducta son evidentes. La profesora de Psicología y Educación, Amàlia Gordóvil, recuerda que se llevó a cabo un experimento con ratones que consistía en no dejarlos descansar. “Todos los animales murieron”, afirma. Por ello, Redolar subraya que “si de manera crónica no se duerme bien, el sistema nervioso del niño puede llegar a no funcionar correctamente”. El neurocientífico, sin embargo, también matiza que patologías como el insomnio afectan, básicamente, a las personas adultas.

programas en las escuelas Son los adolescentes los que se han convertido en el grupo de más alto riesgo. “La calidad del sueño es fundamental para la salud, pero eso todavía no ha entrado en las escuelas y los adolescentes suelen dormir menos de lo que deberían por el uso de dispositivos electrónicos, el consumo de videojuegos o la dependencia del teléfono móvil”, denuncia Odile Romero, jefa de Neurofisiología y coordinadora en la Unidad del Sueño de la Vall d’Hebron, quien asegura que Dormir no es perder el tiempo o dormir más es vivir más son lemas que deberían entrar en los programas educativos de los centros educativos.

Lo más común entre los niños es que no duerman las horas recomendadas y sufran efectos psicológicos como por ejemplo la falta de concentración. “El cansancio no permite que las funciones cerebrales rindan de forma óptima, esto puede producir una hipofuncionalidad cerebral, que es muy similar a la que aparece en un estado de somnolencia”, explica Gordóvil. “Esta falta de concentración repercute negativamente en el día a día del menor porque no puede hacer frente a las actividades escolares”. Si este cansancio se mantiene en el tiempo -apunta la psicóloga- el niño puede entrar en un círculo vicioso; que no se concentre, que no participe en clase, que no esté atento o que saque malas notas...

Otra consecuencia de no dormir suficiente es tener dificultades de memoria generadas por el estrés. Varios estudios apuntan que cuando se entra en ese estado se producen faltas de memoria que pueden repercutir en los estudios y se convierten en factores de mantenimiento del círculo vicioso.

Los efectos son de largo alcance y predisponen incluso para sufrir diabetes y obesidad. Tanto es así que los niños que duermen cinco o menos horas al día casi duplican el riesgo de convertirse en una persona obesa en el futuro. Un estudio publicado en el International Journal of Obesity corroboró cómo aquellos niños que dormían menos de siete horas diarias mostraban un incremento en el peso superior al de aquellos que duermen un mínimo de ocho horas diarias.

Además de los efectos psicológicos, arrastrar sueño favorece otras sintomatologías neurológicas como el dolor de cabeza. La clave para evitar todos estos problemas, coinciden los expertos, la tienen los padres, que han de ser los que “pongan límites y hagan cumplir unos hábitos saludables a los hijos”.

30%

Uno de cada tres ciudadanos sufre patologías del sueño y, a pesar de que la mayoría son tratables, menos de un tercio de las personas acuden a los especialistas.

10%

Al menos un 10% de los problemas de sueño son un trastorno crónico o grave. Pero la alteración más habitual es el insomnio.

Frecuencia

Insomnio30%

Piernas inquietas5%

Apneas5%

Dificultad para dormir. Se calcula que hasta el 48% de la población adulta sufre en algún momento dificultad para iniciar o mantener el sueño. Sin embargo, más del 80% de los pacientes no están diagnosticados.

Trastorno grave. Además del conocido insomnio, existen otros trastornos de sueño menos habituales pero graves, como la narcolepsia, que la sufren alrededor de 25.000 personas en el Estado.

Las sociedades médicas indicen en que dormir bien es fundamental para el sistema nervioso porque si no, hay un menor rendimiento cognitivo, baja la concentración y se pueden producir fallos de atención, así como cambios de humor o alteraciones en la toma de decisiones.

El sueño es determinante para una buena calidad de vida. No dormir bien aumenta el riesgo de hipertensión y la probabilidad de agravar o desarrollar otro tipo de enfermedades como patologías cardíacas, renales, o diabetes.