Aunque es indudable el papel positivo de las redes sociales y de los medios digitales para difundir denuncias y campañas, alertar sobre nuevas formas de engaño o acercamiento por parte de presuntos agresores, recabar testimonios o ayuda, también es cierto que Internet se ha convertido en la pesadilla de muchas víctimas de agresiones sexuales, que se ven doblemente victimizadas al ser insultadas y cuestionadas o al tener que soportar la difusión de las imágenes de la agresión o imágenes y datos íntimos sin su consentimiento. En algunos casos de agresiones sexuales cometidas en Euskadi se han difundido vídeos o capturas de imagen de la grabación que hicieron los propios agresores, se han facilitado datos que han permitido identificar a una víctima de violación en una población donde “todo el mundo se conoce” o se ha puesto en duda la versión de chicas agredidas que “no recordaban lo sucedido”.
Si las redes sociales ya llevan tiempo convertidas en terreno fácil para las diferentes formas de expresión del machismo más rancio -que muchas veces actúa amparado en el anonimato-, las reacciones ante delitos como los asesinatos de violencia de género o las agresiones sexuales son especialmente denigrantes. Así, los expertos advierten sobre la doble victimización que sufren las mujeres que han sido objeto de abusos o agresiones pues “vuelven a ser violentadas cuando una parte de la sociedad pone en duda su versión o su legitimidad para denunciar”.
Lourdes Lorente, coordinadora del Servicio de Asistencia a la Víctima del Gobierno Vasco, puntualiza que para ella los ataques en las redes sociales hacia las mujeres que han sufrido violencia son “una revictimización”. “El término victimización secundaria -explica- es un concepto que viene de la victimología, fue acuñado por Kühne y hace referencia a la nueva victimización que se produce desde los agentes que intervienen en el proceso de ayuda a la víctima. Son comportamientos o comentarios hechos siempre de una manera inconsciente pero que pueden ser muy perjudiciales”.
Culpar a la mujer “Lo que se hace desde las redes sociales, los medios de comunicación, programas de televisión, etc. yo no lo llamaría victimización secundaria sino revictimización, porque se está responsabilizando y culpabilizando de una forma muy pública a la víctima. Eso de ‘igual deberías pensártelo porque te tomaste dos copas de más’ o ‘hay que ver qué falda más corta llevas’ o ‘a quien se le ocurre ir sola a esas horas de la noche’... yo a eso lo llamo una nueva victimización porque quien escribe en la red y comenta una noticia sobre una agresión no está pretendiendo ayudar, está opinando”, destaca Lourdes Lorente. Añade que cuando esas opiniones nada benignas ni positivas para las mujeres “llegan a la persona que ha vivido la victimización primigenia, obviamente le hace daño y en el Servicio de Asistencia vamos a tener que trabajar también con eso”.
Junto a las opiniones vertidas en las redes sociales, hay otros espacios en los que las víctimas pueden ver atacada su integridad o su intimidad. Uno de ellos está relacionado con el tratamiento que los medios de comunicación dan a las informaciones sobre agresiones sexistas. “En un grupo de WhatsApp en el que estoy una compañera compartió la captura de una noticia en la que se hablaba de una chica joven desaparecida y en la que se había destacado que solía chatear con desconocidos, apuntándolo como posible móvil de esa desaparición. Yo creo que, aunque quizás el periodista incluyó ese dato inconscientemente, muy a menudo en los medios se tiende a culpabilizar a la víctima. Cuando se destaca que la mujer chateaba con desconocidos o que compartía imágenes íntimas con hombres el efecto que se consigue es culparla de lo que le ha pasado, en lugar de solidarizarnos con ella”, explica June Fernández, directora de Pikara Magazine, para ilustrar los efectos que tienen algunos datos e informaciones sobre las mujeres involucradas en sucesos o que son víctimas de delitos.
En este sentido, Lourdes Lorente apunta que “aprovechando ese pacto de Estado que se pretende hacer para la lucha contra la violencia de genero se podría delimitar qué tipo de imágenes se pueden difundir y cuales no”, ya que la difusión de vídeos de agresiones o imágenes que permiten identificar a la víctima “no añaden nada más que mal gusto y dolor”. Lorente también considera importante que “las personas o profesionales que trabajen en los temas de violencia cuenten con una formación especifica”. “A mí me llama la atención que en las tertulias de televisión o radio para hablar de política, de economía o de física cuántica cuenten con personas que verdaderamente saben de esos temas o son especialistas, mientras que para hablar de violencia machista parece que vale cualquiera y no es así, porque si queremos informar adecuadamente no me vale que tres caras conocidas de la televisión den su opinión sobre algún caso y sean presentadas como expertas en violencia de genero. Sería conveniente que fueran especialistas y si se pudiera regular de alguna manera lo que se publica y lo que no, eso también ayudaría mucho a proteger a las víctimas”, señala Lorente.
Amplificar el rumor June Fernández, que destaca el “poder amplificador y multiplicador” de las redes sociales a la hora de cuestionar el comportamiento de las mujeres, opina que “siempre se ha utilizado nuestra libertad sexual para humillarnos, para chantajearnos y para reírse de nosotras”. “Pongo como ejemplo que cuando era adolescente y estaba empezando a haber móviles pero no había redes sociales, a una compañera la estuvieron acosando en el instituto durante dos años porque se rumoreaba que había hecho sexo oral a un chico. Las redes sociales conllevan la amplificación de situaciones como esta, de forma que en lugar de enterarse del rumor únicamente los compañeros del instituto ahora se entera mucha más gente y también permiten la repetición, con lo cual el efecto de humillación y vergüenza que eso tiene en la víctima es mucho mayor. Lo único que hacen las redes sociales es amplificar los efectos de un comportamiento que no es algo nuevo”, explica. Apunta que cuando todo el mundo accede a vídeos íntimos o se debate sobre si una mujer agredida “consintió” o “disfrutaba” o “ella se lo buscó”, en realidad “esta ocurriendo lo mismo que ha ocurrido toda la vida pero ahora con otras herramientas que viralizan la agresión”.
Lourdes Lorente coincide con esa opinión: “Esas situaciones han existido siempre, la diferencia es que antes se quedaban en el entorno más cercano, trascendían más allá del ámbito laboral, el instituto o el barrio, mientras que ahora hay un altavoz enorme que llega a mucha gente y, además, permanece. En los casos de bullying también lo vemos. Eso ha existido toda la vida y ahora, desgraciadamente, el fenómeno ha crecido porque hay nuevas herramientas, nuevas formas, porque los niños y las niñas están siendo educados de otra manera, y lo que antes se ponía en la pizarra ahora se pone en Twitter o en Facebook y eso es un amplificador enorme”.
June Fernández considera que “cuando salen noticias que tienen que ver con eso que llaman el sexting o el porno de venganza, la filtración de imágenes íntimas de las mujeres para utilizarlas como forma de humillarlas, es muy habitual que en los medios de comunicación no se hable de estos temas como violencia sexual o violencia machista. Ahí tenemos el caso del vídeo de los jugadores del Eibar, un caso que me pareció supersangrante porque era evidente que el vídeo se había hecho sin el consentimiento de la mujer y que ella no quería que se difundiera. A raíz de ese caso, en ETB, por ejemplo, entrevistaron a expertos en seguridad informática, pero no hubo ningún enfoque en el que dijeran que se estaban vulnerando los derechos de esa mujer y que aquello era un ejercicio de violencia”.
Redes sociales y medios de comunicación reproducen, a juicio de Lorente, la desigualdad y el patriarcado “marcado a fuego” que hay en la sociedad. Pero esta forma de actuar “tiene efectos devastadores” sobre las víctimas, que “muy a menudo dicen que si llegan a saber lo que se les venía encima no hubieran denunciado”.
En una sentencia que rebaja la condena impuesta al joven que fue grabado cuando propinaba una brutal paliza a su novia en su portal, la Audiencia de Alicante critica el juicio paralelo que hicieron los medios de comunicación con la difusión de las imágenes de la paliza.
La victimización secundaria (término acuñado por Kühne en 1986) se deriva de las relaciones de la víctima con el sistema jurídico-penal. En algunos casos, las víctimas pueden llegar a sufrir la falta de tacto o la incredulidad de determinados profesionales.