La Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA) emprenderá en 2020 una nueva etapa de investigación en el planeta Marte, con un nuevo vehículo dotado de una cámara (SuperCam) cuya calibración ha encomendado a un consorcio formado por las universidades de Euskadi, Valladolid, Complutense y Málaga. El profesor Fernando Rull (Universidad de Valladolid) es el coordinador del equipo encargado de calibrar la SuperCam, uno de los elementos que transportará el nuevo vehículo, más avanzado y que sustituirá al actual, denominado Curiosity, con el fin de preparar futuras misiones a Marte con presencia humana además de máquinas.

La SuperCam reúne en un mismo instrumento “cinco tecnologías espectroscópicas”, lo cual requiere una calibración de cada uno de esos elementos, es decir individual, y otra cruzada entre ellos, “todo un reto”, en palabras de Rull, quien explicó alguno de los pormenores de ese cometido. Entre otros desafíos, deberán garantizar un conjunto de muestras que garanticen el trabajo en las extremas condiciones ambientales de Marte, tanto de temperatura como la orografía por la que se desplazará el nuevo vehículo donde irá situada la SuperCam cuya calibración la NASA ha encomendado a esas universidades.

Entre dos metros y diez kilómetros oscila el alcance periférico de ese instrumento óptico para tomar muestras y captar imágenes de Marte durante la misión 2020, añadió este investigador delante de los rectores de las universidades de Valladolid y del País Vasco, Daniel Miguel e Iñaki Goirizelaia, respectivamente.

Dentro de cuatro años, cuando la misión se encuentre a pleno rendimiento, el suministro constante de datos que procurará la SuperCam obligará a instalar “un minicentro de operaciones en la Universidad de Valladolid para recogerlos y procesarlos día y noche”, sugirió el coordinador.

La calibración consistirá en la toma de veinticinco muestras cuyos resultados serán insertados en una tarjeta de reducido tamaño como resultado final de un trabajo científico con derivaciones industriales como es la fabricación, en Euskadi, de la tarjeta.

Las instituciones deben “apoyar este tipo de proyectos, colaborar para trasladar a la sociedad su valor científico, económico e industrial; es una empresa ambiciosa, merece la pena”, ha resumido Goirizelaia.

“Parece mentira que algo tan pequeño, del tamaño de un teléfono móvil, pueda aportar tanto conocimiento e información”, apuntó por su parte Mercedes Gómez, vicerrectora de Política Académica y Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid, quien también resaltó la “gran importancia del trabajo colaborativo”.

Para Víctor Muñoz, vicerrector de Proyectos Estratégicos de la Universidad de Málaga, el sistema español de investigación es muy disperso, se encuentra “bastante atomizado”, en su opinión “un defecto que hay que solventar porque así seremos más competitivos a escala internacional”. Así puso como ejemplo este consorcio de universidades cuyos laboratorios trabajarán para la NASA y pedido a las administraciones, por tanto, “más ayudas para la creación de redes de competitividad”. - Efe